Televisiones públicas: retos para América Latina

20/03/2015
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Ignacio Ramonet, doctor en semiología, especialista en geopolítica, director del periódico Le Monde Diplomatique en español, entre otras responsabilidades y méritos, realizó este jueves 19 de marzo,  en la sede de Ciespal en Quito, una conferencia titulada Democracia y Medios de Comunicación.

 

Con una amplia trayectoria y producción científica en este ámbito, el destacado investigador reflexionó sobre el rol de las televisiones públicas, en particular en los países progresistas de América Latina, frente al desafío del ocaso de la televisión de masas.

 

 La televisión pública en cualquier país, tiene vocación, al igual que la educación pública, de contribuir a la formación de los ciudadanos, y a la transmisión de los valores humanistas emancipadores, que son valores de paz, de ciudadanía, de democracia, de respeto, de justicia, de cohesión social y solidaridad; pero esta tarea de la televisión pública que es tarea de la educación pública, resulta hoy cada vez más difícil, reflexionó Ramonet.

 

En primer lugar por las nuevas prácticas de acceso a los contenidos audiovisuales, sobre todos entre las jóvenes generaciones. En segundo lugar por la creciente desconfianza hacia los discursos políticos y las instituciones que los transmiten, en particular en Europa en este momento.

 

El investigador señaló que todos los estudios realizados en Estados Unidos o en Europa indican que se está produciendo un cambio rápido, sobre todo entre los jóvenes, que pasan de un consumo lineal de la televisión a un consumo diferido, a un consumo a la carta, en una segunda pantalla, no en la pantalla de la televisión, que puede ser la computadora, la tableta, o el teléfono celular inteligente. O sea, que de receptores pasivos, los ciudadanos televidentes están pasando a ser, mediante el uso masivo de las redes sociales, productores-difusores o productores-consumidores, y ya no tienen una simple función pasiva.

 

Con respecto a los medios públicos, la idea es crearlos y desarrollarlos. En el contexto latinoamericano, en algunos países hubo que crearlos, y en otros se trata de que los gobiernos destinen recursos para reforzar estas vías de comunicación. En muchos países, el monopolio de los medios de comunicación no les daba la opción de elegir a los ciudadanos, dependían de la televisión privada. Los gobernantes que han propuesto que haya medios públicos, esencialmente han buscado proponer otra opción, ofrecer una mirada diferente.

 

De acuerdo con los resultados de investigación de la mexicana Ana Cristina Covarrubias, la red y el ciberespacio están cambiando los modelos de uso de los medios de comunicación, y en particular de la televisión.

 

La tendencia de consagrar cada vez menos tiempo a la televisión es algo muy claro. La era digital y la sociedad conectada son realidades probablemente de todas las capitales del continente, por lo que estas nuevas formas de consumo no deben ser ignoradas a la hora de establecer estrategias.

 

Una de sus principales consecuencias es el declive del uso de la televisión, y el aumento de otras formas de consumo. El gran monopolio que era la televisión abierta está dejando espacio para otros medios en internet.

 

Los estudios indican que seguirá habiendo momentos de audiencia masiva para ver la televisión, pero en circunstancias muy particulares, y habrá una gran sincronización social entre el momento en que está ocurriendo y el momento en que la gente lo ve. Habrá millones de telespectadores que estarán frente a la pantalla, pero en momentos de actualidad, de gran trascendencia, como pueden ser los resultados de elecciones nacionales, catástrofes, atentados, eventos deportivos de relevancia nacional o internacional.  Precisa Ramonet, sin embargo, que hay que tener en cuenta que no se trata solo de un cambio tecnológico y que lo que está ocurriendo con los medios de comunicación tiene implicaciones diversas.

 

Algunas son positivas, por ejemplo, las redes sociales favorecen el intercambio rápido de información, ayudan a la organización de los movimientos sociales, permiten la verificación de información, han dado paso a este fenómeno tan importante como es wikileaks, ha permitido que tengamos información que estaba oculta, entre otros.

 

Pero también hay que considerar el hecho de que internet se está transformando y está tomando el poder en las comunicaciones de masas las grandes empresas de la galaxia internet, todas ellas estadounidenses que están dominando la información planetaria.

 

Hoy día, con la crisis de los medios tradicionales, los grandes grupos mediáticos entran en crisis y se están desmoronando, pero en realidad el control de las masas pasa ahora a estas grandes empresas que dominan las masas, el problema no ha desaparecido, sino que se ha desplazado

 

Como lo afirman Edward Snowden y Julián Assange, todas estas mega empresas acumulan información sobre nosotros, cada vez que usamos las redes sociales. Una información que, o bien la comercializan a otras empresas para analizar prácticas de consumo, o sencillamente las ceden a agencias de inteligencia de EEUU, en particular a la NSA, como lo demostró Snowden.

 

Vivimos en una sociedad conectada, y estamos contentos de haber avanzado a una nueva tecnología; pero no debemos olvidar que una sociedad conectada es una sociedad espiada, y una sociedad espiada, es una sociedad controlada.

 

Evidentemente nos damos cuenta que nos hemos lanzado a usar las redes sociales como una solución fácil y agradable de una nueva sociabilidad, como un nuevo terreno ganado de nuestra libertad; y que cada vez que usamos estas redes estamos dando a instituciones lejanas las cadenas para que nos mantengan encadenados y depender de ellos.

 

Todo esto, como decía al principio, aumenta la desconfianza de los individuos hacia el discurso de las instituciones, ya sean económicas, políticas, sociales, aunque estas instituciones sean democráticas, como está sucediendo en España, y antes sucedió en Grecia.

 

En algunos países, los fenómenos de corrupción, están nutriendo la abstención a la hora de votar, o bien el voto va a los partidos extremistas de derecha. Sectores enteros de la población, y entre ellos la mayoría de los jóvenes, no se sienten representados y ya no creen en la palabra de muchos de sus dirigentes. Estos dirigentes aún son legales, porque han sido elegidos democráticamente, pero para muchos ciudadanos son cada vez menos legítimos, aquellos que practican unas políticas antipopulares, que practican una austeridad con sadismo económico y con gran desastre y sufrimiento social.

 

En ese contexto tan rápidamente cambiante, y cada vez más apremiante, tanto desde el punto de vista tecnológico como sociológico, es que deben pensarse las políticas de la televisión pública, dirigidas en particular a la juventud. En una perspectiva emancipadora, la televisión pública tiene que encontrar un equilibrio entre sus 4 grandes misiones. Primero: la transmisión de conocimiento. Segundo: la educación a los valores cívicos. Tercero: la iniciación al arte y a la cultura; y cuarto: la formación a un pensamiento crítico.

 

El sistema mediático privado, masivamente controlado por las grandes corporaciones aún hoy día, no se propone ninguna de estas cuatro misiones. Incluso, podemos afirmar que promueve, implícita o explícitamente, valores que están en contradicción completa con las antes citadas; son los antivalores del neoliberalismo: el individualismo, la admiración de la fuerza, el elogio de la violencia y el culto del dinero.

 

En lo que, debido a la evolución de las prácticas culturales, se ha convertido en un mercado sin fronteras del consumo audiovisual, las televisiones públicas deben competir en todas las plataformas con los medios privados mucho más poderosos, e incluso deben enfrentarse a una situación de competencia desigual, dada la proporción de recursos financieros entre los dos sistemas.

 

¿Cómo ganar esta batalla? ¿Cómo pueden las televisiones públicas ganar esta batalla en este contexto tecnológico, político, sociológico?

 

No existen fórmulas únicas, a partir de un diagnóstico adecuado, se deben usar todos los recursos de las nuevas tecnologías digitales, formatos, géneros, juegos, cine de animación e incluso las series. Las televisiones públicas deben privilegiar un tema al que los jóvenes son muy sensibles: el del imperativo ambiental ante los peligros del cambio climático que amenaza el futuro del planeta.

 

Para las televisiones públicas, enfrentadas a una competencia feroz, que es a menudo de excelente calidad, el reto es colosal. Para vencerlo se requieren recursos financieros, que el Estado debe esforzarse por procurar, pero quizá no sea este el principal problema. Lo que importa, ante todo para el éxito de una TV pública, es la capacidad de movilizar equipos de creadores, que den rienda suelta a su capacidad e inteligencia creativa.

 

Los imperios han comprendido desde siempre que la conservación de su hegemonía se hace a través de la conquista de las mentes. De la misma manera que los pueblos colonizados utilizaron los instrumentos políticos del colonizador para combatirlo mejor y derrotarlo, las televisiones públicas no deben dudar en tomar algunas herramientas de la industria del entretenimiento dominante para promover sus valores emancipadores.

 

Esta lucha es nacional e internacional. Por eso, desde CIESPAL, hacemos un llamado para que se constituya en América Latina algo que no existe: una alianza de las televisiones públicas. ATEPUNA se llamaría: alianza de las televisiones públicas de nuestra América. Esta alianza debe lanzar la contraofensiva cultural que se impone. Esa contraofensiva deberá así mismo movilizar a los creadores de todos los países de la región. Huelga decir que canales como Telesur, Canal 22, Canal Encuentro, de la televisión pública argentina, Bolivia TV, Ecuador TV, entre todos, son y serán cada vez más vectores privilegiados de esta naciente y necesaria emancipación de las mentales, tanto en Ecuador como en toda América Latina.

https://www.alainet.org/es/articulo/168348?language=en
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