Lecciones y herencias del siglo XX: comentarios a la obra de Eric Hobsbawm (IX)

23/02/2015
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“La mirada hobsbawmniana sobre la Segunda Guerra Mundial”
 
Introducción:
 
Una de las cosas más relevantes que se aprenden con un científico social de la talla de Hobsbawm, es que siempre se puede volver a mirar cualquier trozo de la historia con “ojos nuevos”.
 
Se aprende, además, que la historia es un “ente vivo”, que el “pasado” sencillamente “no ha pasado”, y que existe un continuum histórico, el cual nos obliga a ver cada capítulo relevante de la historia como un eslabón, como parte de algo mayor, que de alguna manera podemos denominar como “el proceso histórico”.
 
Ese proceso histórico, a su vez, forma parte de una corriente mayor, incrustada en lo que denominamos devenir de la civilización humana. De este macro proceso ya conocemos algunas leyes y regularidades de carácter universal o general, así como algunas de carácter particular.
 
En el caso específico de la Segunda Guerra Mundial, pese a sus peculiaridades irrepetibles y singulares como fenómeno histórico, tal y como Hobsbawm lo analiza a fines del siglo XX (a una distancia aproximada de 50 años), no escapa a ciertas leyes generales, como la enunciada por Engels, en el sentido de que, en última instancia, los grandes acontecimientos de la historia – las guerras especialmente- tienen un claro trasfondo económico (entendido como pugna por la conquista y ampliación del control de territorios, población y recursos naturales estratégicos).
 
Una vez explicitadas estas premisas, es importante hacer ver al lector que las presentes notas no van más allá de hacer resaltar, en una forma bastante global y panorámica, algunos de los aspectos más relevantes subrayados por Hobsbawm en su obra empleada aquí como referencia (1).  Es un intento a lo “braudeliano” (2), de dar un vistazo de conjunto a este trozo de la historia contemporánea, sobre el cual se han escrito centenares de enjundiosas obras.   
 
La Segunda Guerra Mundial: algunas generalidades.
 
Al menos dos hechos fundamentales sobre la II G.M. son aceptados por todos sin reparos. El primero, es que en este conflicto (al igual que en la I Guerra Mundial),  Alemania fue el principal causante y/o detonante (3), aunque es necesario apresurarse a decir que no fue el único elemento de trasfondo.
 
El segundo hecho aceptado de manera general es que en este conflicto bélico participaron (de una u otra manera), la gran mayoría de naciones y/o Estados existentes a mediados del siglo XX (4).  
 
Algunos aspectos peculiares:
 
Adicionalmente, existen al menos cuatro elementos clave que nuestro historiador resalta como elementos adicionales de trasfondo en relación a la ocurrencia o estallido de la II G.M.
 
·         El “Tratado de Versalles” (impuesto sobre la principal potencia perdedora en la Primera guerra mundial) y los malestares generados y acumulados a lo interno de Alemania en las décadas posteriores.
 
·         La precaria estabilidad económica heredada de la reconfiguración del mapa político en Europa central al finalizar la Primera guerra mundial.
 
·         El aislamiento internacional y el subsecuente crecimiento del potencial económico, industrial y militar de Alemania y la URSS.
 
·         El factor “Japón”.
 
Con relación al primero de ellos, el famoso “Tratado de Versalles”, es visto por Hobsbawm como uno de los principales elementos de fondo que ayudaron a crear (aunque de manera indirecta), las condiciones para el belicismo del Tercer Reich.
 
Tal y como lo señala Hobsbawm, uno de los cinco objetivos principales que orientaban la imposición del “Tratado de Versalles” por parte de las potencias vencedoras en la Primera guerra mundial (EEUU, Gran Bretaña, Francia e Italia), buscaba el mantener a Alemania bajo control (5), intentando limitar su poderío militar, económico e industrial.
 
Citado Hobsbawm de manera textual, dice al respecto:
 
(…) “Todos los partidos alemanes, desde los comunistas en la extrema izquierda, hasta los nacionalsocialistas de Hitler, en la extrema derecha, coincidían en condenar el “Tratado de Versalles” como injusto e inaceptable…” (6).
 
En relación al segundo elemento (la precaria estabilidad económica y política  heredada por Europa al finalizar la I G.M.), la política de debilitamiento económico impuesta sobre Alemania jugó en contra de la propia estabilidad de las potencias europeas, tal y como lo menciona nuestro historiador:
 
(…) “Así lo comprendió inmediatamente el economista John Maynard Keynes. Si Alemania no se reintegraba a la economía europea, es decir, si no se reconocía y aceptaba el peso del país en esa economía sería imposible recuperar la estabilidad” (7).
 
En cuanto al tercer elemento de tras fondo como causante de la II G.M. arriba citado (el aislamiento internacional impuesto sobre Alemania y la URSS al finalizar la I G.M.), esta política lejos de debilitar a estas dos potencias terminó por fortalecerlas, tal y como vimos en los tres últimos capítulos de esta serie (VI, VII y VIII).
 
Cierto es que tanto Rusia como Alemania fueron las dos principales potencias derrotadas en la I G.M., más sin embargo, muy pronto se recuperaron económica, industrial y militarmente, tal y como vimos con anterioridad. De hecho, en el caso de la Rusia post zarista (la URSS), el índice de crecimiento económico en los años cincuenta era el más alto que el de cualquier otro país occidental (8).
 
Rusia, tan solo tres años después de haber sido derrotada en 1918, bajo el régimen todavía de los zares, y convertida a partir de 1920 en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) tras el triunfo de la revolución bolchevique, y Alemania, doce años después de su derrota en los mismos acontecimientos de 1918, ahora bajo el Tercer Reich encabezado por Hitler, potenciaron al máximo su aislamiento internacional, al punto que a fines de la década de los años treinta (tras dos décadas continuas de concentrarse en su propia recuperación), las dos naciones habían recuperado su rol de potencias en plena competencia por la hegemonía regional y mundial.
 
El factor Japón es el cuarto elemento de fondo que tuvo también un rol crucial en los acontecimientos que hicieron detonar la II guerra mundial.
 
Como se sabe, en los años treinta esta nación se miraba así misma como la principal potencia hegemónica en el Asia-pacífico, razón por la cual en los años anteriores al estallido de la II guerra mundial, había desarrollado varias guerras y escaramuzas bélicas en contra de Rusia y de China.
 
Dado que Japón estaba en campaña belicista internacional desde muchos años antes del estallido de la II G.M. (en particular, desde 1931 y 1937 cuando invadió China) (9), y que en esa ocupación se vería desgastada al verse enfrentada  prácticamente a EEUU, Francia y la URSS (potencias que habían acudido en ayuda de China), lo que menos deseaba Japón era intervenir de manera directa en la II G.M, razón por la cual al inicio se mantuvo al margen de la misma.
 
Y fue precisamente esa decisión de Japón de no intervenir de manera directa en la II guerra mundial, la que impulsó a Stalin a tomar la decisión de enfrentar prácticamente solo a las tropas de Hitler, en su agresivo, aplastante y aparentemente indetenible frente oriental (10).
 
Esa decisión de la URSS implicó desconocer el pacto secreto que Stalin había firmado con Hitler (el cual en realidad fue roto unilateralmente por Alemania), y que había estado vigente incluso hasta 1939, cuando Alemania invade Polonia y se la reparte con la Unión Soviética (11).
 
Ninguna potencia rechazaba tan directamente al Tercer Reich de Hitler como la URSS, y por ello mismo fue que el mundo entero (y en especial, las fuerzas de la izquierda mundial), se sorprendió grandemente al hacerse público ese pacto secreto Hitler-Stalin, denunciado internacionalmente con particular fuerza por Trotsky, para quien Stalin no era más que un vulgar traidor de la causa comunista y socialista.
 
Lejos de justificar a Stalin (a quien Hobsbawm cataloga sin clemencia como un mediocre estratega), nuestro historiador cita razones de Estado de peso que explican, al menos parcialmente, las razones por las cuales Stalin se vio obligado a pactar en secreto con su más grande y acérrimo enemigo (12).
 
Algunos acontecimientos clave que propiciaron en el estallido de la II G.M. (13).
 
·         La invasión japonesa a Manchuria (China), en 1931.
 
·         La invasión italiana de Etiopía, en 1935.
 
·         La intervención alemana e italiana en la guerra civil española (1936-1939).
 
·         La invasión alemana a Austria, a inicios de 1938.
 
·         La mutilación de Checoslovaquia por Alemania, en 1938.
 
·         Invasión de Polonia por Alemania (1939).
 
·         La negativa de la URSS de seguir oponiéndose a Hitler, expresada en 1939.
 
·         Invasión de Alemania a la URSS, el 22 de junio de 1941.
 
·         La decisión de Alemania de declarar la guerra a EEUU.
 
·         La batalla de Stalingrado a fines de 1942 e inicios de1943, que da inicio a la primera gran derrota estratégica de Hitler.
 
·         El fin de la guerra con la rendición de Japón tras el bombardeo con armas nucleares a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, en 1945.
 
                                
 
Algunas de las principales consecuencias inmediatas de la derrota del eje Tokio-Roma-Berlín en la Segunda Guerra Mundial:
 
·         Se reconfigura el mapa político europeo y de su periferia colonial en Medio Oriente, Asia y África.
 
·         Surge un Nuevo Orden Político y Económico Internacional, con una nueva institucionalidad inter-estatal (la ONU, el FMI, el Banco Mundial), a partir de la Conferencia de Bretton Woods.
 
·         Se delimita en dos hemisferios claramente definidos (Este y Oeste) las áreas de influencia política, económica y militar de EEUU y la URSS.
 
·         EEUU se consolida como la principal potencia hegemónica en Occidente.
 
·         Se generan las condiciones para el inicio de un nuevo proceso mundial de descolonización en el llamado “Tercer Mundo”.
 
·         Se generan las condiciones para el inicio de la época de mayor auge económico e industrial que el sistema capitalista central haya experimentado jamás (los “años dorados” de 1945-1970).
 
Algunas conclusiones generales provisionales:
 
·         Hoy en día, a más de seis décadas de aquellos acontecimientos (inicios del siglo XXI), la principal potencia perdedora (Alemania) es la nación económicamente dominante en Europa.
 
·         En la actualidad, la potencia que garantizó el triunfo sobre el Tercer Reich (entonces URSS), aparece hoy como Rusia post soviética, inmersa en un proceso de recuperación de su influencia económica y política perdida a partir del colapso de 1990. 
 
·         Al mismo tiempo, en la actualidad, el liderazgo mundial de la principal potencia ganadora de los acontecimientos aquí abordados (EEUU), se encuentra en entredicho, en particular, ante el debilitamiento notorio de su influencia económica y cultural. 
 
·         En la actualidad, el resurgimiento de algunas viejas disputas territoriales (en la zona de los Balcanes y en Ucrania por ejemplo), son herencias tanto de la Primera como de la Segunda Guerra Mundial, cuyos efectos todavía se siguen sintiendo en este y en otros aspectos relevantes.
 
·         Hoy en día, las principales potencias protagonistas en los acontecimientos decisorios durante la II guerra mundial  (excepto la India y China que no figuraron entonces), continúan guardando un grado considerable de influencia política internacional.
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Notas:
 
1.     Me refiero al estudio “Historia del Siglo XX”, de E. Hobsbawm, el cual se ha venido utilizando a lo largo de esta serie de artículos.
 
2.     Me refiero aquí a Fernand Braudel, de quien hemos heredado su muy conocido método de análisis histórico denominado por él como “la longue durée” (“larga duración”).
 
3.     (…) “Si se pregunta quién o qué causó la segunda guerra mundial, se puede responder con toda contundencia: Adolf Hitler” (Op. Cit., p. 44).
 
4.     “Que la segunda guerra mundial fue un conflicto literalmente mundial es un hecho que no necesita ser demostrado. Prácticamente todos los estados independientes del mundo se vieron involucrados en la contienda, voluntaria o involuntariamente, aunque la participación de las repúblicas de América Latina fue más bien de carácter nominal” (Op. cit., p. 32).
 
5.     Op. cit., p. 39.
 
6.     Op. cit., p.44.
 
7.     Op. cit., p. 39.
 
8.     Op. cit., p. 262.
 
9.     “En 1931 Japón invadió Manchuria y estableció un gobierno títere…” (Op. cit., p. 151).
 
10. Op. cit., p. 39 y Ss.
 
11.  Op. cit., p. 39 y Ss.
 
12. Básicamente, Hobsbawm señala la renuencia de Gran Bretaña y Francia en colaborar con la URSS para enfrentar militarmente al Tercer Reich; y por otra parte, el temor de Stalin a que Japón estuviese preparando nuevos ataques en contra de la URSS, lo que le quitaba margen de maniobra militar. Cuando el dirigente soviético descubre que Japón no tiene planes inmediatos al respecto, decide entonces trasladar tropas hacia el frente occidental, lo que le permite contar con mayores recursos para hacer frente a Hitler y depender menos de ese pacto (Op. cit., pp. 46-47).
 
13. Op. cit., pp. 45-50
 
Sergio Barrios Escalante
 
Científico Social e Investigador. Escritor y Narrador. Editor de la Revista virtual Raf-Tulum. Activista por los derechos de la niñez y adolescencia en la asociación ADINA. Autor del libro “La Falsa Denuncia”.
 
 
 
https://www.alainet.org/es/articulo/167739
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