Los movimientos sociales: portadores de otra mirada a las crisis

05/01/2015
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Resulta interesante notar cómo las élites políticas y corporativas recogen y adoptan para sus intereses, ideas y productos creados por los sectores sub alternos. Recogen los planteamientos, adoptan las mismas consignas pero no necesariamente coinciden ni en los análisis ni en las propuestas. Esto es así pues las ideas incorporadas provienen de otros lugares, otros puntos de vista. Los puntos de vista de personas o grupos y/o ciudadanos de las capas populares o medias que organizan, desde la sociedad civil, reclamos, aspiraciones y utopías para enfrentar los problemas y conflictos que asedian al país.
 
Lo anterior ocurre con mayor intensidad en épocas de crisis cuando las élites hegemónicas tanto políticas como corporativas pierden su norte. Con demasiada frecuencia los conceptos incorporados se convierten en mensajes cómodos vacíos de compromiso y del contenido político radical que requieren los tiempos. La peculiaridad del presente es que nos afectan múltiples crisis sociales generadoras de nuevas amenazas a la paz. Por lo cualesa tendencia de usar la creatividad popular y vaciarla de su sentido transformador originario es todavía más peligrosa.
 
La noción de crisis alude a una situación insostenible, que requiere cambios sustantivos y formas diferentes de acción. Representan momentos de grandes riesgos y sufrimientos para la humanidad. Significan también periodos en los que emergen nuevos modos de vida; espacios en los que las urgencias inmediatas se transforman en resistencias y en insurgencias, estimulando a veces acciones colectivas o movimientos sociales que proponen alternativas libertarias de equidad.
 
Desde las últimas décadas del siglo 20 se ha exacerbado el saqueo del planeta, los trastornos ambientales, el calentamiento global, las migraciones forzadas por el desempleo, las guerras, la falta de alimento o de salud y la explotación de los trabajadores con sus resultados de aumento en la desigualdad y la pobreza.Si se miran más detenidamente algunos de los aspectos de estos nuevos problemas, se podrá medir su dimensión conflictiva y los graves peligros que pesan no sólo sobre la estabilidad de las sociedades y la paz, sino también sobre la propia supervivencia de la humanidad.
 
Las formas de confrontación tradicionales, a saber, los conflictos políticos, los peligros de las guerras contra el terrorismo y las drogas o de una hecatombe nuclear siguen vigentes. No obstante, han aparecido nuevas amenazas para la paz: las guerras económicas, monetarias y comerciales que están en el centro mismo de la lógica neoliberal y de sus instituciones internacionales y continentales.Las víctimas de estas violencias… son las comunidades, las sociedades y hasta las mismas instituciones que se dislocan bajo la presión de la pobreza, del desempleo y de la precariedad. (Cassen, 2013)[1] Como consecuencia se propaga la violencia y los ciudadanos sucumben a la tentación de apoyar gobiernos autoritarios y represivos. Estos peligros a su vez, han generado en el siglo XXI nuevas e inéditas crisis.
 
Los nuevos desafíos requieren nuevas políticas públicas que sean radicalmente diferentes. Durante los últimos 30 años las acciones colectivas (grupos de trabajo, organizaciones, movilizaciones puntuales o amplios movimientos sociales) de quienes reclaman derechos para los excluidos, han divulgado los contenidos de nuevos paradigmas llamados alter-mundistas. Algunos elementos comunes en estos nuevos paradigmas son: globalizar la esperanza, la solidaridad, la equidad, la participación, el respeto a las diferencias, los liderazgos horizontales, la eliminación del criterio mercantil para las relaciones humanas y con la naturaleza, la de-colonización, la política como búsqueda del Bien Común, el Buen Vivir y el Buen Convivir (Sumak Kawsay)[2] y la interculturalidad entre otros.
 
La filosofía de Buen Vivir y el Buen Convivir (Sumak Kawsay) es herencia de las comunidades andinas y de las cosmovisiones de otros pueblos originarios. Promueve el equilibrio y la armonía con nosotros mismos, nuestro prójimo, el planeta tierra…y con la energía divina que nos envuelve (Martínez, 2013). Es importante como nuevo paradigma no capitalista y como afirmación de la riqueza de la interculturalidad.
 
 El gran reto político hoy es lograr que los representantes de Estados y Corporaciones responsables de conjurar las crisis a escala global tomen las decisiones correctas. Reto difícil ya que sus intereses son la negación de los mencionados valores.
 
Ante tales desafíos, las respuestas deben también ser radicales, deben ir a la raíz no quedarse en las ramas. Esto significa enfrentar varias vacas sagradas que desde las últimas décadas del siglo 20, se han impuesto globalmente: la hegemonía depredadora del beneficio a corto alcance, la remuneración a los accionistas, el libre comercio, la primacía social del mercado y los patrones coloniales de poder, entre otros. No quiere esto decir que no existieran anteriormente sino que hoy estas formas negativas de relaciones sociales han ocupado todas las áreas de la existencia social. Hace más de un siglo Carlos Marx descubrió en su incisivo análisis del sistema capitalista que éstefinalizaría sólo luego de haberse convertido en una fuerza global…, cuando desaparezcan las naciones y cuando la tecnología sea capaz de transformar la vida de un país. [3]
 
Nos encontramos en el escenario que crearon las políticas neoliberales. Las acciones colectivas y los movimientos sociales de los últimos 30 años nos han demostrado que la sentencia de Margaret Thatcher de que “no hay alternativas” no es la única ruta posible. Si es cierto que las muchas consecuencias (económicas, sociales y ambientales) de las políticas neoliberales podrían llevar a toda la humanidad, pobres/ricos, mujeres/hombres, arios, asiáticos, indígenas, africanos y sus descendientes a la destrucción. Simultáneamente es cierto que desde las décadas de los 80 y 90 hasta hoy se han generado acciones colectivas y movimientos sociales que están construyendo alternativas al sistema. Esas acciones se realizan a veces con estruendo y otras de formas latentes, a veces linealmente y otras con zigzagueos y contradicciones.
 
Boaventura De Sousa Santos, sociólogo portugués[4] indicó que la especificidad de los Principios de la Estrategia Foro Social Mundial, fue su afirmación de que las alternativas son plurales en forma y contenido (2006). La afirmación de las alternativas, dice de Sousa Santos, va de la mano con la afirmación de que hay alternativas a las alternativas. Para este crítico de la izquierda tradicional del siglo XXI, el otro mundo posible es una utopía crítica realizable que comprende diversos mundos posibles. Es un mundo donde caben muchos mundos como dijo el Sub Comandante Marcos.Estos objetivos solo se alcanzan por medios democráticos que encarnen el respeto a los derechos humanos y a los saberes de todos y todas, especialmente el respeto a los saberes de los pobres de la tierra.
 
Cuando se logren estas metas la humanidad habrá conjurado los peligros de extinción. Sin embargo, conjurar los peligros requiereun esfuerzo gigantesco de cooperación y de solidaridad internacional que haga posible repartir de forma justa los recursos del planeta para encarar las desigualdades entre regiones, países e incluso dentro de cada país. De lo contrario predice el siglo XXI podría ser de una violencia sin precedentes históricos.
 
Los y las ciudadanos/as de a pie, las organizaciones de la sociedad civil y los miembros de base en las congregaciones espirituales del país son fundamentales para el logro de estas alternativas libertarias. Estas personas y grupos se enfrentan a la paradoja de una gran urgencia por resolver a corto alcance los problemas que generan las crisis, agravadas con el calentamiento global y, simultáneamente una sensación de que las soluciones requieren cambios más profundos a largo alcance, cambios de paradigmas, es decir cambios civilizatorios que empujen los límites del sistema social.
 
Resultan urgentes entonces las soluciones para conjurar las mencionadas amenazas. Hay que tomar medidas radicales para detener las consecuencias de las múltiples crisis sociales, económicas, políticas y ambientales. Con demasiada frecuencia quienes están a cargo no tienen la formación ni es de su interés implantar las medidas necesarias.
 
Sin embargo, las medidas a corto plazo agudizan la sensación de que las soluciones requieren transformaciones profundas de largo alcance para acompañar las urgencias. Es decir que para lograr los cambios de civilización que requiere la redefinición del sistema es preciso que se empujen sus propios límites, lo cual requiere la formación de promotores o agentes que viabilicen los cambios de subjetividades pertinentes.
 
Todo proceso de formación de promotoras y promotores de cambios radicales tiene que partir de las urgencias causadas por la explotación y la opresión necesidades, carencias y exclusiones. Las carencias básicas nunca deben ser ignoradas. Son las que crean sufrimiento, malestar y conflicto. Estas carencias inmediatas motivan las urgencias que se satisfacen con servicios, asistencia o caridad. Sin embargo, las urgencias pueden convertirse en resistencias si en el proceso de proveer servicios se trasciende el asistencialismo y se promueve el análisis de las causas, de los déficits y las desigualdades que aquejan a la población afectada y que vienen de los patrones de colonialidad de poder y de desigualdad que generan las estructuras sociales. Este análisis y el reclamo de la autonomía frente al poder establecen las bases que propician las resistencias a procesos excluyentes, no democráticos ni participativos. Mismas que fundamentan las posibilidades de organización para construir el poder desde abajo.
 
Cuando las comunidades de cualquier organización, religiosa, barrial, sindical, docente, estudiantil, ambiental etc., asumen identidades de resistencias para evitar que el poder les arrolle, se establecen los fundamentos para las insurgencias. Las acciones insurgentes emergen si los actores sociales asumen identidades de proyecto que los convierten en actores políticos. Las comunidades con identidades de proyecto resisten y a la vez desarrollan visiones de cómo hacer las cosas diferentes. Estimulan la voluntad de apoderamiento especialmente de los que han estado excluidos tradicionalmente. Este apoderamiento puede asumir diversas formas. Apoderamiento de espacios del Estado, de la gestión pública y de las instancias políticas que afectan la vida de los habitantes; o apoderamiento entendido como la voluntad de buscar nuevos e independientes caminos para construir el poder “desde abajo y hacia la izquierda” como proponen los zapatistas. Representan la voluntad de cambiar las estructuras de poder a veces por medio de acciones colectivas institucionalizadas; a veces disruptivas o de desobediencia pacífica, según la situación y la estrategia lo requiera. Y eso fue lo que ocurrió del fin al principio de siglos: de forma creciente las urgencias transitaron hacia resistencias e insurgencias.
 
Como consecuencia de este tránsito, a partir de la década del noventa y del primer lustro del siglo 21, se consolidaron movimientos sociales que ganaron espacio político para combatir las estrategias neo-liberales de los Estados y detener el peligroso camino por donde las grandes empresas y los gobiernos capitalistas llevan a los pueblos. De esta forma se convirtieron en los protagonistas de las políticas estatales de varios países de América Latina y otras regiones. El examen sistemático de los saberes producidos por esas resistencias e insurgencias puede sugerirnos alternativas que podemos comprender y convertir en soluciones.
         
Este protagonismo se atisbó desde fines de los años 80 por su papel en la caída de las dictaduras latinoamericanas, la del socialismo realmente existente y en el Caracazo venezolano, entre otros sucesos emblemáticos. En Puerto Rico fue una década de desilusión con los partidos políticos y de profundización del trabajo comunitario de base con los principios de la educación popular como opción política. La visita de Paolo Freire propiciada por un conjunto de organizaciones agrupadas bajo la Coordinadora Nacional de Educación Popular, definió para muchos que la nueva ruta a seguir era la organización fuera de la política tradicional. Esta perspectiva se fue fortaleciendo durante la última década del siglo XX.
 
Una expresión organizativa del protagonismo de los movimientos sociales a nivel global radicó en la fundación del Foro Social Mundial, cuyo asiento original fue Porto Alegre, Brasil. En el 2013 en Túnez el FSM celebró sus doce años de existencia. El papel de los Foros Mundiales, Regionales y Locales en los procesos electorales de países del Cono Sur como Bolivia, Ecuador, Venezuela, Brasil, Paraguay, Argentina, Uruguay fue determinante para acceder al aparato estatal de estos países. Así lo han reconocido sus gobernantes en múltiples ocasiones. Estos gobiernos, respondiendo al llamado de los Foros Sociales (2001-2013) y de una gran diversidad de organizaciones activas desde la sociedad civil, crearon políticas anti neoliberales y reformas constitucionales que promovían las democracias participativas y a veces las radicales.
 
Pero el Estado sigue siendo Estado y las contradicciones y desafíos de los gobiernos al tener que escoger entre la de-colonialidad, la autonomía, el cambio de época y la necesidad de implantar estrategias de extracción para producir divisas, redistribuir la renta y reducir la pobreza, han provocado que el optimismo inicial se haya transformado en cautela.
 
Esta primera etapa de incidencia de los movimientos en las políticas tradicionales está mostrando signos de agotamiento (Zibechi: 2008; Martínez: 2013)[5]. Ese agotamiento, sin embargo, no invalida el hecho central: el protagonismo de las acciones colectivas desde la sociedad civil. Antes de surgir los FSM ya se atisbó ese impacto desde espacios de lucha previamente fragmentados: por ejemplo, las movilizaciones de los pueblos originarios de cara a la celebración de los Quinientos Años de la Conquista europea; el levantamiento de los zapatistas en 1994 contra el Tratado de Libre Comercio y su insurgencia hasta hoy; las protestas de los manifestantes en Seattle en 1999 contra la Organización Mundial del Comercio y el movimiento de paz para Vieques de 1999-2003 y años siguientes, que logró terminar con los ejercicios bélicos de la Marina de EEUU en Puerto Rico. Después de los Foros, asumieron ese protagonismo los activistas de la primavera árabe (2010); los M-15 e Indignados europeos (2011) y los Occupy (2011-12) estadounidenses. En Puerto Rico, las huelgas universitarias de 2010 y 2011, las movilizaciones contra las medidas neoliberales del gobierno y otras acciones colectivas evidenciaron esa tendencia.
 
En general, estas acciones y movimientos se conocieron como alter-mundistas. Sus participantes son los sujetos portadores de la globalización alternativa,nuevo fenómeno político de fin y principios de siglo. Para conjurar la hecatombe que se vislumbra no han sido suficientes los foros y las movilizaciones. Lograron cambios pero no suficientes. Es necesaria la formación, un proceso consciente de educación que ayude a romper la hegemonía ideológica dominante. Si la lógica de la competencia triunfa sobre la de la solidaridad, generará una violencia suicida para todos y todas.
 
En los ámbitos macros del poder a veces han accedido sujetos que dicen abrazar nuevos paradigmas y se han comprometido con nuevas estrategias de acción y gobierno a escala planetaria, regional, nacional y municipal. En cuanto a lo anterior la experiencia ha sido mixta. Si bien algunos desarrollan medios para implantar esas estrategias otros sucumben por la vía de la cooptación, la conveniencia o la burda amenaza. Sin embargo, la mayoría de quienes deciden las políticas públicas (municipios, estados, organizaciones internacionales, corporaciones, emporios mediáticos) son defensores de las soluciones obsoletas que ya son inefectivas.
 
¿Cómo lograr que estas personas y/o estas políticas cambien en los próximos 30 años? Lo primero es no perder la esperanza. Lo segundo, es articular visiones alternativas radicales y viables. Lo tercero, romper la lógica que sostiene el sistema. Veamos.
 
Para abordar la urgencia de transformación a nivel de la política internacional merece especial atención la alternativa global esbozada por el P. Miguel d’Escoto representante de Nicaragua en las Naciones Unidas. Como Presidente de las sesiones de 2008 a 2009 convocó, el25 de junio de 2009, a una Conferencia de la ONU sobre la crisis económica y financiera. En su Discurso de Apertura presentó las líneas fundamentales de una nueva visión que contribuiría a indicar un posible camino global para superar las crisis.
 
Los puntos esenciales del discurso de P. Miguel d’Escoto frente a 192 jefes de Estado o sus representantes fueron: Primero: La salida a las múltiples crisis tiene que ser global. O nos salvamos todos o todos perecemos; Segundo: hay que superar el pasado y construir un futuro esperanzador. Sustituir el modelo depredador de relaciones egoístas e irresponsables por la solidaridad. Tercero: Instaurar por medio de cinco estrategias o ejes, la bio-civilización o la civilización centrada en la vida: el Buen Vivir Personal y Planetario.
 
Las estrategias aludidas son: la utilización sustentable y responsable de los recursos naturales es, poner la economía al servicio de las personas y no vice-versa como es ahora; redefinir el Estado, los liderazgos y los organismos internacionales para generalizar la democracia como valor universal e infinito en lo político y en todas las relaciones sociales e instituciones; partir de principios éticos comunes e inter culturales que incluyan todas las tradiciones filosóficas y religiosas al elaborar nuevos valores y definir el Bien Común y, potenciar una visión espiritual del mundo.
 
Estos ejes son necesarios según d’Escoto para cualquier proyecto alternativo. Requieren cambiar los principios éticos que regulan la conducta de la sociedad capitalista actual: egoísmo, individualismo, competitividad y violencia. Deben sustituirse por el respeto, el cuidado, la responsabilidad universal y la cooperación). Expresan la noción de que el presente escenario de crisis no es de tragedia sino de creatividad.
 
La propuesta del diplomático nicaragüense se refiere al plano macro internacional. Pero construir el poder desde abajo requiere también cambios micros sociales radicales en los ámbitos psicosociales de la personalidad. Las subjetividades representan los espacios de las identidades personales y colectivas que nos definen[6] y en los que podrían surgir nuevos paradigmas de conocimiento y de civilización.Las identidades colectivas se nutren de las experiencias, las lecturas, los sueños y todo aquello que se refiera a lo emocional, lo espiritual y lo cognoscitivo. Expresan los prejuicios y/o las actitudes de equidad y justicia que nos llegan de la familia, la comunidad, la escuela, el trabajo, las congregaciones religiosas, la nacionalidad, la región y el mundo.
 
En Puerto Rico la crisis de las subjetividades se evidencia entre otras cosas por la corrupción en las elites gobernantes; los crímenes de odio y los crímenes contra niños, niñas y parejas. Las violencias por racismo, xenofobia, homofobia y patriarcalismo también se reflejan en los complejos de inferioridad frente a los poderes hegemónicos que resultan del sometimiento a un patrón de colonialidad, eurocéntrico y a una visión autoritaria de las relaciones humanas.
 
Las transformaciones tienen que ser simultáneamente a escala microsocial y macrosocial como también a nivel de sentimiento y de razón (sentipensante). Los espacios sociales privilegiados para estimular estos cambios son entre otros, las familias, las congregaciones espirituales, las organizaciones de la comunidad, y las escuelas y sus variadas formas de acciones colectivas.
 
Para implantar los cambios radicales necesarios se requieren subjetividades que internalicen teórica y prácticamente los contenidos mencionados.Estas personas exigirán y propiciarán a su vez, procesos educativos en los ámbitos micro y macrosocial. Ámbitos que están moldeados conforme a los valores (y las jerarquías) establecidas socialmente por la educación convencional. Cuanto mayor sea el control ideológico ejercido por estos medios, mayor será la docilidad de las personas para someterse a las normas establecidas y menor el grado de represión que necesita el Estado para mantener el orden.
 
Hay, sin embargo, un elemento esperanzador: …podemos intentar romper la lógica del capital y crear espacios alternativos de dignidad, a pesar de que la enorme fuerza cohesiva de la sociedad nos retrotrae a la conformidad… (Martínez, 2013: 105) La escuela, es un escenario posible de crítica que permite el cuestionamiento de modelos sociales hegemónicos y puede dar a conocer otros alternativos. La perspectiva crítica cifra su fuerza en la convergencia de los movimientos educativos, pedagógicos, culturales, sociopolíticos e históricos, permitiendo que esas expresiones culturales e ideológicas entren en su territorio. Frente a esta nueva complejidad es cada vez más urgente que los trabajadores de la educación y la cultura, faciliten un trabajo crítico que permita el análisis y genere herramientas de comprensión y acción crítica frente a la visión neoliberal de la enseñanza. Es además urgente que se fortalezcan las corrientes contra hegemónicas cuyos ejes son la educación en derechos humanos y una cultura de paz. Mismas que son las bases para crear nuevas formas de acción política a través de las acciones colectivas y de los movimientos sociales. Para que surjan nuevos modos de vida y alternativas libertarias es fundamental el papel de los ciudadanos y las ciudadanas de a pie, de las organizaciones de la sociedad civil y de los miembros de base en las congregaciones espirituales del país.
 
Pensadores como Boaventura de Sousa Santos han planteado la necesidad de crear nuevas instituciones educativas con mayor eficacia política. Propuso la Universidad Popular para promover la interculturalidad y el intercambio de asumir la tarea de crearla la llamaron Universidad Popular: Red global de conocimientos. (de Sousa Santos: 2010)[7]
 
De igual forma, varios colectivos organizados en otros contextos han validado en sus agendas este llamado a la formación, entendida como educación para promotores y promotoras. Por ejemplo: las Escuelitas Zapatistas en Chiapas cuyo objetivo es compartir las metodologías y estrategias que potencian la autonomía y la construcción del poder desde abajo; la Nueva Escuela en Puerto Rico que propone la educación popular como herramienta de organización comunitaria y más recientemente, el Seminario sobre el Pensamiento de Eugenio Maria de Hostos. Este se inició con el objetivo de formar promotores descolonizadores a partir de la apropiación y la crítica del pensamiento delfilósofo, educador, sociólogo y político puertorriqueño.
 
Conclusión
 
Para conjurar las múltiples crisis y las amenazas a la paz, no podemos asumir que el capitalismo se detendrá automáticamente. La tarea en general, como dice Holloway[8], es agrietarlo desde todas las esferas posibles negándole la colaboración y construyendo alternativas autónomas que lo hagan innecesario. Las estrategias y la metodología para propiciar el decrecimiento de ese sistema variarán según varíen los escenarios. Pero tendrán que ser por las dos vías: la urgente a corto alcance y la paradigmática a largo alcance. Las primeras requieren estrategias de lucha política transparentes y coherentes para lograr políticas públicas municipales, nacionales e internacionales radicales y necesarias, como señalara Miguel d’Éscoto, y las segundas requieren de formación y educación a largo alcance para construir el poder desde abajo.
 
- Liliana Cotto-Morales, PhD, Puerto Rico.
 


[1]Cassen, Bernard.2013. Las nuevas amenazas a la paz: acaparamiento de recursos naturales, desigualdades, y cambio climático. Conferencia Magistral Cátedra UNESCO, UPR. San Juan
 
[3] Attali, Jacques.2005. Karl Marx ou l’esprit du monde. Paris « an amazingly modern thinker…what he has written is not a theory of what socialism should be like, but how capitalism would be in the future…he considered that capitalism would end only when it was a global force…when nations disappeared, when technology was able to transform the life of a country’’.
[4] Profesor Catedrático Jubilado de la Universidad de Coimbra. Fundador y director de Alice: Leading Europe to a New Way of Sharing the World experiences del Consejo Europeo de Investigación. Miembro de la Comisión Internacional del Foro Social Mundial. Entre muchos otros ha publicado The Rise of the Global Left. The World Social Forum (2006); La universidad en el siglo XXI (2010); Descolonizar el saber,reinventar el poder (2013).
[5] Zibechi, Raúl. 2008. Autonomías y emancipaciones. Bajo Tierra Ediciones, México; Martínez Rodríguez, Jorge. 2013. Otro mundo es posible y necesario ¿Cómo lograrlo? Taller editorial La Casa del Mago, México.
[6] Es el ámbito que contesta la pregunta ¿qué tipo de personas somos? Se constituye a partir de relaciones primarias y de las instituciones sociales que nos forman.
[7] De Sousa Santos Boaventura. 2010. La universidad del siglo XXI. Para una reforma democrática y emancipadora de la universidad. Ediciones Trilce. Montevideo.
[8]. Holloway, John.2011. Agrietar el capitalismo. BajoTierra Ediciones, México.
https://www.alainet.org/es/articulo/166530
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