La batalla de Kobani y el gran Eretz

25/11/2014
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Se mantiene el cerco a la ciudad siria de Kobani tras dos meses de intensos combates entre los yihadistas del Estado Islámico y las Unidades de Defensa del Pueblo (YPG) junto con combatientes iraquíes y milicianos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), la presencia de estas unidades de refuerzo se hizo posible después que la ONU exigiera a Turquía poner fin al bloqueo de la frontera por donde debían acceder estas tropas. Durante la última semana los kurdos apoyados por los bombardeos aéreos de la coalición han conseguido capturar los edificios situados en el centro de la ciudad y reducir el control del califato a solo una cuarta parte de la misma.
 
El índice de población de etnia kurda en Siria es bajo y su asentamiento ocupa una estrecha franja de territorio en la frontera con Turquía conocida como Rojava, una región con administración autónoma. Kobani se encuentra a escasos kilómetros de la tumba del sultán Solimán Sah, un minúsculo enclave de Ankara en el norte de Siria, lugar donde, en marzo, el ejecutivo turco planeó simular su invasión por parte del ejercito de Bashar Al Assad para poder intervenir militarmente en el país vecino, este intento fallido fue interpretado por los medios nacionales como parte del discurso patriótico utilizado por el presidente Erdogan que se encontraba en plena campaña electoral pero el reciente envío de tanques y artillería turca hacia la frontera Siria próxima a Irak con el pretexto de frenar el éxodo de refugiados provenientes de Alepo podría ser el intento definitivo de invasión para poder erradicar la progresiva radicalización del Kurdistán sirio y su aproximación a la causa independentista del PKK en Turquía.
 
La conquista de un tercio del territorio sirio por parte del Estado Islámico ante la falta de empatía del gobierno turco con las llamadas de solidaridad hacia la población lanzadas por los organismos internacionales y la opinión publica pone de relieve los siniestros orígenes del califato yihadista, creado por los servicios secretos israelíes, el Mossad, y vislumbra las aspiraciones imperialistas hebreas, la creación de un nuevo estado nacional recurriendo a la consigna del "gran Eretz", que era, según el Génesis, la tierra de los israelitas y donde se preveía su alcance máximo desde el río Éufrates al río Nilo. Esta consigna estratégica ha sido tomado como propia por el primer ministro Benjamín Netanyahu y para hacerla posible se está recurriendo al Plan Yinon, un informe que data de 1982 y en el que se prevé la progresiva balcanización de los países árabes, en dicho plan se propone un decálogo al "Estado judío" para conseguir transformarse en una potencia imperialista en la región, algo imprescindible, según el autor, para sobrevivir a la amenaza política que representaba el comunismo en la URSS.
 
La expansión se realizaría a través de sus tres ejes geográficos: hacia el sur, en la península arábiga, allí las monarquías son gobernadas por ricos oligarcas defendidos por sofisticados ejércitos pero con escasa base social de apoyo para poder mantener gobiernos estables, también hacia el frente occidental donde se debería recuperar la península del Sinaí, perdida tras los acuerdo de Camp David, en 1978, para conseguir configurar de nuevo el entorno geopolítico con Egipto y, por último, en dirección al frente oriental donde el objetivo principal sería político y a largo plazo contra naciones socialistas o antiimperialistas como Irak, Siria o Irán aprovechando que están formadas cada una de ellas por diferente grupos étnicos y es posible dividirlas en estados más pequeños para intentar debilitar el importante poder militar que poseen en la actualidad.
 
- Francesc Casadó es analista político
https://www.alainet.org/es/articulo/165730
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