25 años del derrocamiento del muro de Berlín

Simbolismo e ideología

Guillermo Navarro Jiménez

10/11/2014

Opinión

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“Si se piensa la política desde el credo antitotalitario y haciendo foco sobre el combate humanitario, se puede actuar tanto en un gobierno de izquierda como en uno de derecha, o sucesivamente en ambos”

Enzo Traverso, ¿Qué fue de los intelectuales?

A propósito del 25 aniversario del derrocamiento del muro que separaba a la socialista República Democrática Alemana de la capitalista Alemania Federal, los medios privados de comunicación social, tanto en el extranjero como en el país, salvo contadas excepciones, celebraron por todo lo alto este hecho. Los partidos políticos de derecha igualmente desplegaron acciones importantes en este propósito, pero también algunos dirigentes de partidos progresistas e incluso de izquierda se sumaron a esta celebración. Los últimos desde una perspectiva humanística.

Quienes se alinearon desde la izquierda, parecen no haberse percatado que el derrocamiento del muro de Berlín se ha erigido en un símbolo que para la derecha política representa el fracaso del socialismo, la inviabilidad de la construcción de esta formación económica y social, el fin de la historia en términos de Fukuyama, por lo que la celebración de las dimensiones globales, tiene por objetivo consolidar, en el imaginario global, esa convicción subrepticiamente construida y ampliamente difundida en el espacio público. Así entendida esa estrategia política, todos los izquierdistas y progresistas que se sumaron a la misma, a la celebración, no son más que tontos útiles, burro pies de la derecha, cuanto más que, principalmente en América Latina, muchos de ellos dicen ser partícipes de la construcción del denominado Socialismo del Siglo XXI.

La posición de apoyo a la celebración del derrocamiento del muro de Berlín, tiene otra arista que tampoco considera la izquierda y el progresismo latinoamericano, la negación, de hecho, de una característica propia del desarrollo de las formaciones económicas y sociales, la presencia de flujos y reflujos como bien lo ejemplifica la Comuna de París en el caso del capitalismo o del socialismo en nuestros tiempos. En otros términos, olvidan que el socialismo por razones que dicen, entre otras: a su estructura burocrática; a la consideración de la igualdad como una objetivo inmutable en desmedro de la equidad propia de todo cuerpo social; del oportunismo que genera la imbricación del partido con la participación burocrática; del desoír a las demandas de las generaciones que carecen de las vivencias que propiciaron los procesos revolucionarios; fueron objeto de un reflujo histórico que, de ninguna manera, implica su extinción, como ya se avizora en el horizonte de varios países del ex campo socialista o, como ya se anuncia en nuestra América Latina.

Pero la izquierda y el progresismo latinoamericano no sólo pasan por alto el rol de los símbolos, sino también omiten, no consideran que un humanismo genérico, que la defensa de los derechos humanos y de la libertad de expresión, que las prédicas de género, que el impulso preminente a las diferencias planteadas por el postmodernismo, sin considerar las clases sociales, se han constituido ya en una ideología conservadora, útil a los fines de quienes se oponen a las inevitables transformaciones sociales. Sólo la miopía política no les permite advertir el rol de las ONG’s creadas bajo esos paraguas y el papel político activo que ejercen en contra de los gobiernos democráticos que han logrado tomar el poder político en América Latina. Solo la ceguera política no les permite constatar lo que es ya pan de todos los días: las declaraciones prepotentes, las demandas conminativas. Por ello y ante ello, es importante invocar a los compañeros de ruta mayor reflexión, profundidad en el análisis, que les evite, inconsciente o inadvertidamente, sumarse a eventos nada beneficiosos para el rol político que nos corresponde.

Quito, 11 de noviembre del 2014.

https://www.alainet.org/es/articulo/165413