Ensayo y error
30/11/2012
- Opinión
Los errores hacen parte de la condición humana se lo dice con frecuencia, pero su dimensión poco comprendida, y menos aún su inclusión natural en la vida diaria. Por fortuna, se dan procesos que fuerzan y reconocen este principio de realidad, mostrando como el ensayo y error son piezas del proceso para llegar al conocimiento. El error es un paso previo para encontrar la salida adecuada a un problema. Hoy más que nunca nuestros jóvenes no les gusta las cosas ya hechas, por el contrario, donde quiera que vayan, donde quiera que estén, se están enfrentando a retos, a problemas que resolver. En nuestros días los juegos de la red, por ejemplo, no incluyen instrucciones, sería cosa aburrida para los muchachos, ellos gustan más de los retos, de encontrar nuevos problemas, nuevas dificultades. Es una variable que aún no se toma en cuenta en los currículos de enseñanza en nuestras escuelas y empresas. El error guarda un poder para el aprendizaje y revalúa unos valores culturales de bastante arraigo como es el de estar buscando culpables, de entrar en una lógica de guerra de anular a un otro, a quien se considera responsable de que todo haya salido mal. Por el contrario, el mundo de hoy tiene en alta estima el trabajo colaborativo, el mismo que tiene por premisa que a partir del ensayo - error, se encuentran las mejores soluciones posibles.
Esto es una concepción que despoja a la aventura humana de purismos atribuidos a seres heroicos o súper inteligentes, y más bien aloja una confianza humana constructora de su propio mundo. Y de allí, queremos hacer este énfasis, en el cual se despunta un ambiente propicio para que entre en concurso la cultura de la participación, nuestro mundo se define más por los derechos civiles y políticos, las instancias para incidir en las diversas esferas de nuestra vida pública. Y esto equivale a decir que nuestra participación tiene sentido en la medida en que somos consultados, cuando somos invitados a deliberar o decidir, y tales asuntos tienen incidencia sobre las cosas públicas. No es más que una interacción, en la cual se toma una ciudadanía activa que es a la vez el ojo agudo del Estado, que vigila para que todo salga de manera correcta, para que se administren bien los recursos públicos.
Esta concepción de asignar atributos de responsabilidad a la condición humana en este mundo en permanente construcción, de entrada, tiene que vérselas, por supuesto, con aprender a trabajar juntos, a vivir en comunidad. Ejemplo de ello es la Carta Constitucional colombiana en la cual se insta a respetar la vida y propender por una unidad nacional tomando cada una de las diversas diferencias culturales existentes. No es otra cosa que un llamado a la Cohesión Social, a la convivencia, preservar la vida así se esté en altas tensiones. Recordemos una bella definición del jefe de Estado boliviano Evo Morales, quien comentaba que el Poder es mandar obedeciendo, so pena de sufrir el destrono del pueblo, que tumba al gobernante por no obedecer su mandato.
Otras de las consecuencias de asumir la vida y todas sus esferas como obra humana en permanente construcción, trae como consecuencia el sentido de pertenencia hacia el mismo Estado, pues cuando se está en el registro de la no incumbencia de los asuntos de Estado, de que nada de eso nos pertenece, se cae en percepciones exclusivistas, en donde quienes acuden al gobierno son mendigantes, y en su defecto los pobres vergonzantes, pues allí reina una concepción en la cual el libre mercado es amo y señor del mundo, lo demás es aleatorio, estar por fuera de allí, es estar despojado del honor, de la dignidad y si se acude al Estado es estar desgracia.
Por eso viene a bien la participación, en especial cuando se trata de vigilar unos recursos públicos que de invertirse bien inmediatamente se refleja en el bienestar de la población. Esto cobra interés particular en las culturas en donde la trampa y la ilegalidad son valores resaltados, eso de que el vivo vive del bobo, y a quien saca ventaja del otro se lo alaba. Para contrarrestarlos está el asociarse para producir unos acuerdos que son comunes, es el camino para una ciudadanía que se involucra y construye el Estado, superando los bajos porcentajes de la participación. ¡Que todo mundo participe por todos los medios posibles! Que todo mundo esté informado, el que decide y el que controla, y entonces, nos acercamos, por los caminos de la eficiencia y la eficacia. Entre todos aprendemos haciendo juntos las cosas, esto es, construcción del tejido social, es hacer país.
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