Negociaciones de paz por el conflicto en Colombia

Las FARC llegan al diálogo con mucha fuerza

14/09/2012
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El 27 de agosto el presidente colombiano blanqueó que había preacordado con la comandancia de las FARC el inicio de una negociación de paz. Las conversaciones comenzarán el 8 de octubre en Oslo, Noruega. Luego se trasladarán a La Habana, donde se espera que puedan culminar con éxito.
 
 Cuando Juan Manuel Santos habló desde el Palacio Nariño ya era un secreto a voces, pero durante mucho tiempo estuvo bien guardado por el gobierno y la comandancia guerrillera. Pero una semana antes, el 20 de agosto, los medios colombianos e internacionales se hicieron eco de las denuncias del ex presidente Álvaro Uribe. El más fascista de todos los ex presidentes –y hubo varios en condiciones de disputarle ese podio-, acusó a Santos de negociar con FARC y de favorecer la reelección de Hugo Chávez.
 
 Uribe, al cañonear los diálogos de paz, expresaba a un sector poderoso de la oligarquía y de las Fuerzas Armadas que está furioso por la negociación con los rebeldes. Si esos ultrarreaccionarios y genocidas están en contra de la negociación, quiere decir que este diálogo tiene un costado muy positivo.
 
 ¿Quién fue el más interesado en plantear la necesidad de diálogos de paz para tratar de solucionar el enfrentamiento armado? Se puede tomar de jalón el Bogotazo de 1948 o bien la fundación de las FARC, en mayo de 1964, hace 48 años. Desde entonces –salvo breves intervalos- ha sido un tiempo de luchas populares por la tierra y la democracia, reprimido con un genocidio.
 
 El pueblo puso la mayor cuota de sangre y sacrificios. Darle una oportunidad a la paz, como exigencia política y programática, fue idea del legendario comandante Manuel Marulanda Vélez, fallecido en 2008.
 
 Santos, como ministro de Defensa de Uribe, fue responsable del bombardeo e invasión a Sucumbíos, Ecuador, cuando se asesinó a Raúl Reyes, número 2 de la guerrilla, y otras personas. La dupla
 
 Uribe-Santos concedió 7 bases militares a EE UU. Antecedentes muy poco democráticos...
 
 Hasta ahora la presidencia de Santos se centró en el cerco, bombardeo y aniquilamiento de la guerrilla, usando su formidable aparato militar, de los mayores de toda la región, apoyado con asesores, dinero y armas por el Pentágono. Su objetivo es aniquilar a las FARC, lo que creyeron próximo luego de asesinar a Reyes, Iván Ríos, Alfonso Cano y otros comandantes farianos.
 
 Que Santos haya acordado con las FARC la negociación implica una doble victoria política de éstas: se le reconoce estatus de fuerza beligerante y de hecho se admite que no han podido derrotarla. Los anuncios de diálogo en Oslo y La Habana suponen un revés a los planes genocidas del gobierno y una victoria parcial de la fuerza que conduce Timoleón Jiménez “Timochenko”.
 
 ¿Por qué Santos se avino a las conversaciones? Además de no haber podido derrotar a sus enemigos en el campo de batalla, en parte puede haber influido la demanda de paz que fluye en sectores de la población. El mandatario quiere captar eso con vistas a su reelección en 2014.
 
 Por otra parte, el presidente busca inversiones mineras, petroleras, etc, en áreas donde la guerrilla mantiene fuerte presencia. Si hubiera un arreglo o al menos una disminución de los combates, esos negocios se verán favorecidos. Esto puede parcialmente explicar que hasta el gobierno norteamericano dijera que saludaba los anuncios de diálogos de paz. Barack Obama está pensando en sus multinacionales.
 
 Hay otra carta en la manga de Santos. Su postura “pacifista” trata de ganarse el voto reeleccionista, pero también lograr que FARC “baje la guardia” y pueda ser exterminada. En los ´80 la guerrilla apostó a la vía pacífica con la “Unión Patriótica”, que -al quedar en la superficie- pagó con 5.000 muertos.
 
 Los rebeldes están en guardia y entran alertas a la negociación. Designaron a Simón Trinidad –preso desde 2004 en EE UU y condenado a 60 años de prisión- como uno de sus delegados. Y plantearán un cese del fuego bilateral, algo que Santos ha rechazado de plano y declarado que los diálogos sólo durarán meses y no años. La guerrilla respondió que es erróneo ponerse plazos tan breves, pues una situación compleja puede demandar más tiempo. El inicio de negociaciones de paz es muy positivo. Pero es muy difícil que se conviertan en un arreglo duradero, pues el guerrerismo del gobierno se nota en sus declaraciones y nuevos crímenes. También en sus delegados, entre ellos el general Oscar Naranjo, ex jefe de la Policía Nacional, y el general Jorge Mora, ex jefe de las Fuerzas Militares, ambos fascistas ligados a Uribe y a los negocios de la guerra.
 
 El límite de las FARC para un acuerdo definitivo es que se solucione, al menos en principio o por etapas, el tema de la tierra y la reforma agraria. Eso sería paz con justicia social, irrenunciable. Es lo que no aceptan Santos, la oligarquía y sus militares corruptos y asesinos.
 
 Publicado en LIBERACIÓN Nº 285, Setiembre de 2012 www.pl.org.ar
https://www.alainet.org/es/articulo/161015

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