Derrotas militares, agresiones culturales, muertes de embajadores y resurgimiento de valores
13/09/2012
- Opinión
Víctima de ataques por parte de supuestos partidarios del extinto ex presidente Muamar Muhamad Abu-Minyar al Gadafi murió anteayer en Libia el embajador de los Estados Unidos de América en ese país, Christopher Stevens, en tanto un repudio generalizado se produjo en buena parte del mundo islámico con particular énfasis en Egipto y Yemen, además de la propia Libia. El ataque mortal se produjo en el consulado de ese país en Benghazi y contra un convoy con el que se pretendió socorrer a las víctimas. Además de Stevens fueron también víctimas fatales otros tres funcionarios de esa legación diplomática. El disparador de la violencia fue un agravio a la figura del profeta Mahoma (Abu l-Qasim Muhammad ibn ‘Abd Allāh al-Hashimi al-Qurashi) a través de un filme realizado en los EUA por la comunidad cristiana copta en repudio a los ataques del 11 de septiembre de 2001 en ese país atribuidos oficialmente a la organización Al Qaeda y nunca aclarados.
El trágico episodio trae a la memoria lo sucedido el 30 de enero de 1829 cuando en Teherán, la capital del entonces Imperio Persa, una multitud atacó la sede de la embajada rusa en ese país y terminó con la vida de 44 diplomáticos de ese país, entre ellos el embajador, el gran literato Alexander Sergueevich Griboyédov, autor, entre muchas obras, de “El mal de la razón”. Sólo se salvó el secretario de Griboyédov, apellidado Máltsev, quién logró huir cuando cientos de personas ingresaron al edificio de la sede diplomática. El cadáver del embajador fue finalmente abandonado tras ser arrastrado por la multitud durante tres días por las calles de Teherán.
Wanis al-Sharif, el viceministro del Interior del actual gobierno libio, gobierno que llegara de las manos de los EUA y algunos de sus socios europeos, acusó de los hechos a “delincuentes y a simpatizantes del antiguo régimen”, mientras, apenas sucedido el hecho, el presidente estadounidense Barack Hussein Obama, sin hacer precisiones, señaló: “Condeno con firmeza el vergonzoso ataque a nuestro consulado en Benghazi, que tomó las vidas de cuatro estadounidenses, incluyendo al embajador Chris Stevens”.
Cuando el pueblo persa, hoy iraní, salió a las calles para matar primero y arrastrar luego el cadáver de Griboyèdov el gobierno del sha Fat′h Ali Shah Qajar envió al zar Nicolás I un diamante de 88,7 quilates, denominado, precisamente, “El Sha”, y que hoy se encuentra guardado en Moscú en el Fondo de Diamantes del Kremlin. Ya Persia había indemnizado a Rusia por la guerra concluida en 1828 con 20 millones de libras de plata. Ayer, tras los ataques que costaron la vida a Stevens y tres de sus colaboradores, el gobierno libio fue menos espléndido ya que el presidente del parlamento Mohamed Yusef al-Magrib, en una conferencia de prensa en la que participó el primer ministro Abderrahim al Kib, en lugar de enviarle a Obama un obsequio de valor multimillonario, señaló: “Pedimos perdón a Estados Unidos, al pueblo estadounidense y al mundo entero”, en tanto en Egipto, país musulmán otra parte de la “primavera árabe” de donde son oriundos los coptos, también se producían manifestaciones contra la película que, al parecer, fue producida por el pastor evangelista Terry Jones, quién no hace mucho en el estado de Florida organizó una quema de ejemplares de “El Corán”. Dado que el filme se produjo en el estado de California el gobierno estadounidense debió encarar medidas de seguridad en el mismo, al igual que en sus sedes diplomáticas en diferentes países de población mayoritariamente musulmana.
El ataque de 1829, en medio del clima antirruso que se vivía en Persia tras los sucesivos conflictos armados que se habían producido en las décadas previas y de la enemistad del pueblo persa contra el imperio vecino, se produjo en circunstancias similares a las que dieron lugar, semanas atrás, a una amenaza del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte al gobierno del Ecuador a raíz del asilo que éste diera en su embajada en Londres al australiano Julián Paul Assange, el responsable de WikiLeaks en cuanto a ocupar la misma y detener al refugiado. También Griboyédov había dado refugio a armenios y georgianos que habían jugado las cartas rusas en la guerra concluida en 1828, incluyendo un par de esposas de un general persa. Además el propio embajador-literato había formulado algunas declaraciones poco oportunas que desataron el enojo del clero shiita que por entonces no tenía las mejores relaciones con el sha que había pasado de una alianza con Napoleón Bonaparte a ser una suerte de agente del RU en la región.
Lo cierto es que a partir de allí hubo un importante giro en la historia de la actual República Islámica de Irán. El peso social, político y económico de la jerarquía shiita fue en ascenso y se fue convirtiendo en el poder real del país frente a una debilitada monarquía hasta que el primero de marzo de 1922 un soldado cosaco dio un golpe de estado y se convirtió en el nuevo sha como Alí Reza Pahlevi I, fundando una breve dinastía que hizo buenas migas con el Eje por lo que fue depuesto por el RU y reemplazado por su hijo, Muhammad Reza Pahlevi II el 16 de septiembre de 1941, quién gobernó hasta el 11 de febrero de 1979 cuando fue expulsado del poder por la Revolución Islámica encabezada por el imán Rudollah Khomeini, jefe de la iglesia shiita, la misma cuyo poder había ido creciendo desde aquellas guerras contra Rusia que incluyeron el ataque a la embajada en Teherán y a la que no pudieron someter los emperadores caucásicos en sus 57 años al frente del estado desde su llega al mismo golpe de estado mediante. Poco después, el 4 de noviembre de ese 1979, miles de manifestantes iraníes tomaron la embajada estadounidense y tomaron 52 rehenes, entre ellos 28 diplomáticos, pero el tema no tuvo víctimas fatales. En tanto la Revolución Islámica fue profundizando su distanciamiento del gobierno de Washington hasta llegar a su actual grado de confrontación en torno, como cuestión central, de su desarrollo atómico autónomo cuyo origen está relacionado con la contratación de once ingenieros nucleares argentinos algunas décadas atrás por el entonces sha Reza Pahlevi II.
Fernando Del Corro
Docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires y miembro del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego.
https://www.alainet.org/es/articulo/160985
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