André Orléan: « El imperio del valor »

Hacia un cambio de paradigma en economía?

07/08/2012
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Especialista en cuestiones monetarias y financieras André Orléan en El Imperio del valorpresenta, a través de la síntesis de sus investigaciones, una obra de referencia para renovar el análisis económico. Su proceso también invita a repensar el lugar de la economía en el seno de las ciencias sociales y su relación con lo político.
 
La comunidad financiera y la de los economistas comparten un destino paradoxal: la influencia de ambos en el funcionamiento de la economía sale reforzada de sus errores. Todos coinciden en reconocerles una gran parte de la responsabilidad en la crisis sin cuestionar su credibilidad. Agencias de calificación y grandes bancos a la cabeza, los principales intervinientes en los mercados financieros vieron aumentar su poder de presión sobre los Estados luego de cinco años. En cuanto a los economistas, lejos de haber perdido la confianza de los dirigentes, se convirtieron actualmente en los especialistas más presentes en el debate público. Observando estos cambios desde la esfera académica, se destaca un cambio importante: la teoría neoclásica que domina la ciencia económica desde los años 70 está en crisis. Cuestionando severamente la hipótesis de eficiencia de los mercados defendida por este paradigma, la crisis de la economía también generó una profunda crisis de la teoría económica. La situación recurre a un nuevo paradigma. Esto es lo que propone establecer André Orléan en su libro, cuestionando un concepto económico fundamental, el del valor.
 
No sería la primera vez en la historia del pensamiento económico que un cambio de teoría del valor estaría en el origen de un cambio de paradigma. Los clásicos (Smith, Ricardo, Marx) relacionaban el valor de los bienes a la cantidad de trabajo necesario para sus producciones. La revolución neoclásica (Jevons, Menger, Walras) reemplazó esta hipótesis por la idea de que la utilidad de los bienes es quien funda sus valores. Estas dos concepciones, según André Orléan, deben diferenciarse. Más allá de sus diferencias, clásicas o neoclásicas, aún comparten la idea esencial de una sustancia del valor (el trabajo para unos, la utilidad para otros) que los bienes poseerían como propia. « Refundar la economía » pasa por la inversión de esta perspectiva: los valores no son una propiedad intrínseca de los bienes sobre la que reposan los intercambios (contrariamente a lo que afirma este « paradigma sustancialista »), no preexisten a estos cambios sino que son creados por ellos. Este cambio de perspectiva sobre el valor constituye la base de un nuevo paradigma que defiende el autor.
 
A partir de aquí, el libro está organizado en tres partes que consisten en implementar este cambio sobre el valor, en tres niveles del funcionamiento de la economía: la definición de la escasez, la institución de la moneda y el funcionamiento de los mercados financieros. André Orléan se entrega a una deconstrucción precisa del paradigma sustancialista. Si bien la ciencia económica no es presentada de manera caricaturesca como constituida por un único bloque, es la propia perspectiva quien se encuentra identificada a través de diferentes desarrollos. Sin embargo, el autor no descarta totalmente el modelo neoclásico sino que se esmera en delimitar el área de validez de este marco de análisis: este modelo describe correctamente el funcionamiento de la economía bajo algunas condiciones reducidas a cuatro: « un conjunto de bienes conocidos por todos los actores; una representación común de la incertidumbre; un reconocimiento colectivo de lo que es el mecanismo de precios; la adopción por todos los actores de una concepción estrictamente utilitaria de los bienes mercantiles ». El cambio de estas condiciones recurre a un paradigma más general susceptible de englobar al anterior.
 
Este libro también es la suma de los trabajos dirigidos durante una treintena de años por el autor, según una trayectoria de búsqueda original, profunda y rectificada a partir de lecturas de clásicos para las ciencias sociales y de estrechas colaboraciones con otros economistas críticos respecto de la teoría dominante. El corazón de este proceso encuentra su fuerza en el análisis keynesiano del funcionamiento de los mercados financieros. Partiendo de la ausencia de definición objetiva del valor a priori, ella consiste en actualizar una estructura de anticipación autorreferencial y analizar la lógica de acción mimética que de ello resulta (como en los mercados financieros donde el curso de los títulos que buscan anticipar las partes interesadas depende precisamente de sus anticipos). Esta ambiciosa síntesis llega en el momento oportuno a la vista de las crisis conjuntas de la economía y de la ciencia económica que atravesamos actualmente.
 
En este contexto, el autor contribuye más precisamente a tres procesos colectivos. En primer lugar existe la confrontación intelectual con la forma actual de la ortodoxia guiada por André Orléan al cruce de dos enfoques franceses, la « teoría de la regulación » y la economía de convenciones ». Por otra parte, actualmente existe en el mundo universitario un debate sobre la falta de pluralismo en la búsqueda y la enseñanza de la economía, relanzada por la creación en 2009 de la Asociación Francesa de Economía Política (AFEP) que preside André Orléan. Finalmente, existe la intervención política de los « economistas aterrados » en favor de otras políticas económicas como respuesta a la crisis. Este colectivo se estructuró a partir de un manifiesto lanzado en septiembre de 2010 por André Orléan con Philippe Askenazy, Thomas Coutrot y Henri Sterdinyak. Estos tres procesos incluyen tres niveles de intervención diferentes, lo subraya con mucho cuidado el autor, especialmente vinculado a la separación entre su trabajo conceptual y sus recomendaciones políticas. Tomada esta precaución, el libro continúa siendo una buena oportunidad para reflexionar sobre la relación entre estos tres cuestionamientos de la economía, considerando al mismo tiempo el autor y el actor de los intentos actuales de cambio. Podemos pensar que las reflexiones teóricas presentadas en la obra crean la toma de posición institucional y política sin determinarlas en su totalidad.
 
Las intervenciones de los economistas en su objeto
 
La conclusión de la obra muestra que, conservando una teoría de la decisión rechazada por la experiencia, la teoría neoclásica asumió un proyecto de ingeniería competente distinto de la búsqueda de verdades científicas: « los economistas no tiene como finalidad principal comprender los hechos tales como son. Mas importante a su entender es la misión educativa de la economía. ‘Luchar contra las ilusiones ópticas de los actores’ es su consigna. La economía es esencialmente un tutor que hace que exista una realidad conforme a su modelo ». En su versión dominante, dirá a los actores económicos cómo pensar « correctamente » (entender de manera racional). Desde hace varios años, el importante desarrollo de la economía del derecho ilustra perfectamente esta aplicación normativa del razonamiento económico. Para André Orléan, esta postura también es el resultado del carácter ideal-típico del modelo neoclásico: « porque el modelo no tiende a describir la economía real sino a diseñar una forma ejemplar, bajo una cierta relación, ofrece esta nueva posibilidad: dedicarse a la realidad no tanto como la describe sino como la establece dentro de la pureza de su concepto ». En la línea recta de la ética weberiana del erudito, André Orléan defiende en cambio la separación entre análisis de lo existente y recomendación práctica. El proyecto de refundación de la ciencia económica que él defiende está acompañada entonces por un cambio de postura: se trata menos de crear herramientas para transformar el mundo que de comprenderlo. Esta recomendación, en sí misma normativa, está acompañada además para André Orléan de una imposibilidad más fáctica: « El economista no podría fabricar las fuerzas sociales que producen el valor, ni siquiera controlarlas ya que ellas escapan radicalmente a la intencionalidad individual ». Esta posición parece deber ser desplegada en varios momentos.
 
En primer lugar para que sea compatible la última cita con la responsabilidad imputada a los economistas en la crisis, y mas especialmente en la « performación » del mundo, hay que precisar que, si bien el economista no domina individualmente los efectos de su discurso, los anuncios que emanan de la ciencia económica, poseen al menos influencia. Luego, el vínculo entre trabajos académicos e intervención política no se plantea en los mismos términos según se considere la actividad crítica o la actividad de propuestas.
 
El primer efecto de la crítica del paradigma sustancialista que exhorta André Orléan reside en la siguiente concatenación: el trabajo científico de Orléan critica la teoría neoclásica; la teoría neoclásica legítima la financiarización; el trabajo de científico de Orléan deslegitima la financiarización. De manera mas detallada, podemos distinguir aquí tres niveles de realidad. En un primer nivel, la realidad económica está compuesta por leyes, dispositivos, normas de comportamiento, representaciones de las acciones etc. En un segundo nivel, la teoría económica dominante da forma a dispositivos, explicita normas de comportamiento y justifica un cierto funcionamiento de la economía. De esta manera, la teoría neoclásica analiza el marco de la realidad económica e interviene directamente en el primer nivel. En un tercer nivel, las reflexiones críticas del autor consisten en pensar el marco de la teoría neoclásica y su influencia sobre la realidad. Si su propuesta de cambio de paradigma se hubiera concretizado, hubiera tenido al menos una consecuencia para la realidad: reducir la influencia y entonces los efectos de la teoría neoclásica sobre la realidad económica.
 
Inclinémosno ahora por la actividad de propuesta. Aquí interviene mas claramente la separación entre enunciados descriptivos y normativos, es decir la imposibilidad de deducir lo que solo debe ser de lo que es. Esta separación lógica, sin embargo no impide fuertes vínculos sociológicos o argumentativos: los trabajos académicos brindan peso a las recomendaciones, y más generalmente la calidad de un diagnóstico funda la credibilidad de las propuestas de cambio. En el caso de los « economistas aterrados », las propuestas consisten, ante todo, en mostrar que la economía puede funcionar de otra manera. Se trata de dar visibilidad a un espacio de elección más amplio y reestablecer así ciertas restricciones económicas presentadas como leyes de la naturaleza en su lugar, un lugar subordinado a decisiones políticas. La crítica del paradigma sustancialista permite justificar esta postura desconstruyendo la visión naturalizada del funcionamiento de la economía, promovida por la teoría neoclásica.
 
Estamos entonces tentados a reformular la iniciativa de los aterrados, en los términos exactos de una intervención anterior de economistas críticos: se trata ante todo de un llamado a economistas para salir del pensamiento único. Hace quince años, esta denuncia del pensamiento único encontró su respuesta institucional en la creación del Consejo de Análisis Económico. Concebida para favorecer el pluralismo de la especialidad y el debate contradictorio, esta institución no reforzó la expresión de pensamientos económicos diferentes.
 
¿Puede reconstruirse el mundo con copias?
 
Volvamos ahora al corazón del proyecto intelectual de la obra. Si el subtítulo del libro habla de « refundar la economía », la introducción y la conclusión subrayan dos restricciones importantes del propósito, que nos conducirán a llevar el libro exactamente al marco de análisis elaborado.
 
En primer lugar, el diagnóstico crítico de lo existente deja de lado al mismo tiempo la neuroeconomía y la tendencia que poseen muchos economistas actualmente a descuidar los debates teóricos considerados demasiados generales para concentrarse en estimaciones econométricas. Este resurgimiento del empirismo naif puede ser criticado en este sentido por André Orléan como descuidando la idea de que no hay mas herramientas neutras que hechos sin teoría; el lector no saldará convencido del encierro de los « puros técnicos » en un marco neoclásico que haría así caer sus análisis sistemáticamente bajo el golpe de las críticas que el autor le dirige. Aquí falta hacer un trabajo crítico, partiendo de una serie de trabajos empíricos que desanidarían en cada caso lo impensado neoclásico en la obra y sus consecuencias problemáticas. Pero sin duda, la crítica de esta postura debe ser llevada a otro nivel. En cuanto a la neuroeconomía, el lector también probablemente se quede con ganas. Incluso si André Orléan subraya que estos trabajos no abandonan la idea de substancia del valor, realmente son ellos los mejores ubicados actualmente para producir un cambio de paradigma. Aun resta por hacer una crítica tan detallada como la provista para la teoría neoclásica. Resumiendo, el estudio de una situación abstracta desprovista de normas y el de las situaciones empíricas saturadas de normas deben entonces ser aprendidas como dos momentos del análisis que se completan.
 
En definitiva, el trabajo de refundación del paradigma económico anhelado por André Orléan ya se inició correctamente pero el marco teórico en su obra no parece apoyarse en una teoría de la acción suficientemente general para responder íntegramente a esta ambición. Se requiere una concepción pluralista de la acción para restituir otras formas de compromiso junto a la prevista por la racionalidad instrumental de los economistas o la hipótesis mimética resaltada por el autor. Bajo esta óptica, los recursos no faltan para practicar la apertura a las ciencias sociales, si se piensa en las formulaciones de Bernard Lahire (L’homme pluriel), Laurent Thévenot (L’action au pluriel), Alain Caillé (Théorie anti-utilitariste de l’action), Danilo Martucelli (Grammaires de l’individu) o de Cyril Lemieux (Le devoir et la grâce). También la continuidad de este trabajo hoy pasa menos, sin duda, por la edificación de una nueva cátedra teórica pluralista que por el estudio detallado de problemas económicos. Para terminar, podemos preguntarnos hasta qué punto estos desplazamientos cuestionan la identidad de los economistas.
 
La identidad institucional de los economistas: ¿retorno a Weber?
 
Desde el punto de vista del resto de las ciencias sociales, el cambio de perspectiva sobre el valor propuesto por el autor viene simplemente a colocar al análisis económico nuevamente en su lugar. Por original que sea respecto de la teoría neoclásica, la idea de que los valores (morales, religiosos, estéticos, etc) no deban ser considerados como datos sino que se construyan en la interacción está muy extendida en las disciplinas vecinas. Es por ello que André Orléan califica también a esta perspectiva de « unidisciplinaria »: « una vez rechazada la hipótesis del valor sustancia, es posible elaborar un modelo general de inteligibilidad de los valores que engloba también la actividad económica ».
 
La AFEP promueve actualmente la creación de una nueva sección CNU cuyo perímetro sería el de una Economía Política pluralista abierta a las otras ciencias sociales. Otro aporte esencial de este libro consiste en suministrar sólida justificaciones a este proyecto alimentando directamente a esta Economía Política contemporánea. Una comisión encargada de reflexionar sobre la enseñanza en la Universidad fue implementada en el seno de esta asociación. También conocemos las reticencias de la Asociación de Profesores de Ciencias Económicas y Sociales (APSES) a ver como la micro-economía ocupa un lugar demasiado importante en la enseñanza secundaria. Con respecto a este tema, la obra muestra que cualquier iniciación en los instrumentos del análisis económico debería comenzar por el estudio del valor en Smith, Marx y los neoclásicos, y más ampliamente por una sólida iniciación en la historia del pensamiento económico, como sigue siendo el caso actualmente, en muy pocas universidades. La primera parte de la obra ofrece, bajo esta óptica, una excelente trama para un manual adaptado a esta futura sección de Economía política. Su grado de abstracción no tiene nada que envidiarle al programa de optimización del consumidor, a través del cual comienza cualquier iniciación en la microeconomía, pero como lo vimos con anterioridad, esta vez la abstracción es puesta al servicio de una verdadera generalidad del razonamiento.
 
La cuestión de la relación entre la economía y las otras ciencias sociales quizás se plantea de manera mas delicada a nivel de los « estilos de razonamiento científico » (Ian Hacking). El autor señala muy bien el problema al finalizar su anteúltimo capítulo relacionando la posición del premio Nobel Robert Lucas sobra la diferencia entre riesgo e incertidumbre. Según éste último « en las situaciones de incertidumbre, el razonamiento económico no tendrá ningún valor ». Esta distinción clásica entre riesgo e incertidumbre, que le debemos al economista Frank Knight, sostiene que el riesgo puede entenderse en términos de probabilidades a partir de frecuencias observables de acontecimiento pasados, mientras que la incertidumbre designa acontecimientos fundamentales imprevisibles por ser inéditos. En las situaciones de incertidumbre, los cálculos estadísticos son inoperantes y « el actor no tiene otros instrumento que su capacidad de entendimiento ». Después de haber mostrado muy bien el vínculo entre la objetividad de los valores y la objetividad del futuro que debe postular la teoría neoclásica para hacer funcionar su modelo, André Orléan emprende en el último capítulo la decisión de contradecir el pesimismo de Lucas, explicando el funcionamiento de los mercados financieros sin eludir el hecho de que éstos están necesariamente marcados por una irreductible incertidumbre en el sentido que lo entiende Frank Knight. La demostración en términos de acuerdos financieros es muy conocida y totalmente convincente (ya presente en su libro intitulado Le Pouvoir de la finance, 1999, Odile Jacob), pero la posición de Lucas plantea la cuestión de saber si se trata de un « razonamiento económico ». ¿Cómo razonan los economistas? preguntaba en el título de una reciente obra Bernard Walliser (Odile Jacob, 2011) para responder inmediatamente « a través de la construcción y la utilización de modelos ». Hay que entender claramente aquí por « modelos » las formalizaciones matemáticas generalmente testeadas a partir de hipótesis estadísticas, y no las representaciones ideal-típicas de Weber. Aunque comparten una característica evidente de estas últimas (son representaciones simplificadas), estos modelos no adoptan para nada los procesos empíricos comprensivos y comparativos del sociólogo alemán (quién, recordémoslo, ocupó una cátedra de economía). Así, « desde el punto de vista de la inteligibilidad del mundo económico », lo que es verdaderamente importante para André Orléan es « saber qué es lo que hace que el individuo prosiga esta finalidad; dicho de otra manera, la cuestión del sentido de su acción y de los valores que la gobiernan », podemos entonces preguntarnos si el cambio de paradigma aludido y la perspectiva « unidisciplinaria » defendida ya no corresponde al pluralismo de los enfoques y métodos de investigación empírica reconocidos y manejados desde sus múltiples orígenes por la sociología. Para ello, podemos examinar la elección efectuada en la obra y retomada en esta nota, de aplicar la idea « paradigma » para defender un funcionamiento de la disciplina económica más cercana al resto de las ciencias sociales, donde los diferentes enfoques coexisten más que lo que se suceden.
 
Para terminar, la crítica de las teorías sustancialistas del valor también cuestionan a nivel de las consideraciones institucionales, las modalidades de evaluación de los docentes-investigadores. El alcance crítico de este proceso reside en el rechazo a priori de una definición objetiva de los valores sobre cuestiones para las cuales no existen realidades físicas medibles previas a la evaluación (como pesos o distancias). Ella conduce más ampliamente, a identificar el rol determinante de esta operación de juicio de valor en las trayectorias profesionales de los individuos. El libro de André Orléan contribuye entonces, a su manera, a un conjunto de trabajos que fundan la crítica de estos sistemas de evaluación y recurren a un uso razonable (mas deliberativo que mimético) de estos instrumentos.
(Tradución del francés para El Correo de: Vanesa Gatti)
 
- Franck Bessis es docente en la Universidad Lyon 2 y miembro del laboratorio Triangle. Autor de una tesis sobre el cambio institucional en los enfoques teóricos de la economía de las convenciones y de la escuela de la regulación. Sus investigaciones abarcan las profesiones y la influencia de los economistas sobre sus objetos.  http://www.parisschoolofeconomics.c...
 
 
 
El Correo. París, 7 de agosto de 2012.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/160101

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