La educación biocéntrica en su dimensión social

26/02/2012
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 472: Educación, justicia social y ambiental 06/02/2014
El paradigma antropocéntrico se sustenta en la actual práctica educacional basada en el poder y en el control de la clase dominante, conservando una visión dicotomizada y fragmentada de la realidad.
 
La visión de educación que planteamos en el Foro Mundial de Educación, para la reflexión con educadoras y educadores, es biocéntrica. Esta visión tiene como paradigma básico el Principio Biocéntrico el cual plantea que toda actividad humana está en función de la vida; sigue un modelo interactivo de red, de encuentro y de conectividad; sitúa el respeto a la vida, no sólo del ser humano sino de todos los seres vivos, como centro y punto de partida de todas las disciplinas y comportamientos humanos. Ve al educando como sujeto de derechos y con capacidad de construir un conocimiento crítico. Comprende todas las instancias sociales, sobrepasando el ámbito escolar, en la medida en que percibe en todos los espacios sociales posibilidades de aprendizajes y desarrollo, ya sea en el ambiente familiar, organizacional, comunitario y/o en movimientos sociales. Busca desarrollar una postura armoniosa de la existencia en el sentido de la cooperación y de la justicia social.
 
El Principio Biocéntrico, creado por el científico chileno Rolando Toro, considera las interacciones y las conexiones de todo el sistema viviente. La perspectiva biocéntrica nos conduce hacia un estilo de sentir, pensar y actuar inspirados en esos sistemas vivos y posibilita un reaprendizaje de las funciones originales de la vida. El ser humano, en esta visión, es un ser relacional, cósmico, que tiene una calidad trascendente.
 
Es una propuesta que reconoce la educación como sistema abierto y al educando como un ser humano en su multidimensionalidad, considerando las dimensiones física, biológica, mental, psicológica, espiritual, cultural y social, en la integración con el otro, con el medioambiente y consigo mismo. Una educación que estimula al (la) educador(a) a desarrollar un pensamiento flexible, crítico, y con capacidad innovadora para prepararse para la crisis de percepción y actitudes que predominan en el mundo de hoy.
 
Entendemos que el aprendizaje no se da sólo por el lado cognitivo, sino también por el lado de la percepción, por lo sensorial, por la intuición, en última instancia, por la vivencia; la conciencia se incorpora al ámbito de la emocionalidad y el mundo vivido del educando pasa a ser lo que mueve su aprendizaje.
 
La base epistemológica de la Educación Biocéntrica se encuentra, por lo tanto, en el Principio Biocéntrico que generó el concepto de vivencia de Toro, pero considera también la construcción del conocimiento crítico a partir del diálogo amoroso que fundamenta el pensamiento de Paulo Freire y agrega el pensamiento complejo de Edgar Morin, particularmente su visión transdisciplinar de la educación. Apoyados, fundamentalmente, en estos tres teóricos caminamos en el sentido de la construcción del ser cognoscitivo-afectivo-conductual en un mundo histórico-cultural teniendo, por lo tanto, como referencia no sólo el intelecto, sino el desarrollo de la percepción y sensación del mundo vivido lo que lleva al educando a asumirse como sujeto de la realidad social.
 
La Educación Biocéntrica pretende ser una contribución para la formación de educadores críticos, creativos, solidarios, afectivos, éticos e involucrados con el proceso de transformación personal y social. Freire nos aporta la definición de los niveles de conciencia mágica, ingenua y crítica para entender mejor el concepto de ser del mundo (parte integrante del mismo) y ser en el mundo (ser transformador de la realidad) afirmando que “no existe educación neutra”, en ese sentido ella se convierte en un acto político, en el cual es preciso considerar no sólo las condiciones epistemológicas, sino su práxis educacional, en una dimensión ético-política. Para ser democrática, la educación tiene en la participación popular el elemento fundamental para la integración social, ecológica y ambiental del educando.
 
Inteligencia afectiva
 
La metodología básica de la Educación Biocéntrica busca facilitar la vivencia en su entereza, grandeza y profundidad, en el sentido de generar nuevas condiciones de aprendizaje, siendo comprendida en su amplio sentido no limitándose a la lectura y a la escritura… Aprender no sólo por lo cognitivo, sino aprender a conectarse con nuestras emociones y sentimientos, saber oír nuestra intuición, saber oír al otro a través de la “escucha pedagógica”, poder captar en el diálogo con el otro toda su existencia. Estas son posturas esenciales en la relación humana. Aprender a sentir para, más fácilmente, aprender a pensar. Este proceso metodológico pretende estimular una reflexión consciente y, por lo tanto, crítica de la realidad; estimula el potencial creativo y toca principalmente el núcleo afectivo de las personas. En este momento, se  desarrolla la Inteligencia afectiva que nos impulsa a la preservación y desarrollo de todas las manifestaciones de vida. Considerando todos los tipos de inteligencia (cognitiva, emocional o múltiple), es la inteligencia afectiva la que está directamente ligada a la conexión con los sentimientos que son profundizados a través de los rituales de vinculación que en nuestra llamada civilización moderna están siendo olvidados o mecanizados. Rituales, muchas veces, simples como el que realizamos en la apertura del Foro Mundial de Educación con los grupos de Biodanza de Porto Alegre, Gravataí y de los Educadores Biocéntricos en una actitud ritualística siendo receptados por los participantes con alegría, afectividad y atención.  Rituales de este tipo podemos practicar en las aulas, en los encuentros con la familia, en las reuniones comunitarias, en las consultorías organizacionales, etc.
 
La vivencia
 
La vivencia es una función mediadora para el aprendizaje.  Ella tiene sentido en sí misma, trae la posibilidad de formar una nueva actitud frente al aprender. Favorece la formación de valores, propicia la construcción de vínculos intensos, consigo mismo, con el otro y con la totalidad, generando la base para el desarrollo de la Inteligencia Afectiva. Esos vínculos tienen mucha importancia en la construcción del conocimiento, porque se mezclan también con las estructuras cognitivas y aumentan la capacidad de oírse y oír al otro y percibir la realidad, además de ayudarnos a hacer una lectura más amplia de esa realidad. Resignifica y revaloriza el aprendizaje, desarrollando nuevas formas de aprender a través de las emociones y sentimientos. Amplía el proceso pedagógico para un proceso de vida, dando un resignificado al aprendizaje para transformarse a sí mismo y al mundo y no para establecer mecanismos de control. Creemos que esta propuesta es necesaria para una práctica transformadora, comprendiendo al ser humano en una integración del cuerpo, emociones/sentimientos, mente y espíritu en una profunda conexión con el sistema viviente.
 
La danza
 
La música, así como la poesía, la danza, la pintura y otras expresiones de arte, representan para la Educación Biocéntrica, posibilidades de suscitar vivencias sumamente complejas y sutiles, de gran intensidad y con efectos transformadores en nuestra existencia.
 
La danza, en nuestra concepción, es todo lo que pulsa, se mueve, desde nuestro ritmo biológico al ritmo del corazón, desde la respiración al impulso de vinculación con la especie. Una danza orgánica, un movimiento integrado que surge de las entrañas del ser,  un movimiento vivencial que expresa una necesidad natural del ser humano. A través de gestos arquetípicos, estimulados por músicas integradoras, despertamos impulsos de conexión afectiva de energía vital.
 
La danza, en este contexto, es un movimiento existencial expresivo y no se limita a la dimensión estética. Se trata de un rehacer existencial que viene de la vivencia y de la afectividad, sustituyendo la exigencia de rendimiento, competición y destreza muchas veces exigidos en los ejercicios mecánicos y sin motivación interna en las clases de educación física o en las prácticas deportivas.
 
Como la danza o el movimiento de expresión humana, es una manifestación de identidad, ella representa un poderoso instrumento de reeducación tanto del educando cuanto del educador. En la vivencia del placer existencial, la Educación Biocéntrica formula alternativas en el plan pedagógico para afrontar los desafíos del momento histórico que vive hoy la humanidad. Pensamos en el planeta y en el destino de la humanidad, como propone Morin, considerando que estamos frente a la complejidad de la vida que exige nuevos parámetros de pensamiento aliado al sentimiento y la acción.
 
En resumen
 
La Educación Biocéntrica, en síntesis, es una propuesta pedagógica que busca, a través  del movimiento-danza y de la Vivencia Biocéntrica (Toro), a través del diálogo (Freire) y del pensamiento complejo (Morin) facilitar un proceso educativo orientado hacia una vida más saludable, así como a la construcción del conocimiento crítico e integrado con la realidad y comprometido con una postura de solidaridad. Incorpora dimensiones éticas y dialógicas, en una visión en la cual la persona es considerada como un ser entero, que piensa, siente, se expresa y actúa en cooperación con los otros.
 
Esta propuesta pedagógica nos da poderosas herramientas afectivas, cognoscitivas y sociales. De ese modo, los hechos socio-históricos, en tanto perspectiva de transformación, pueden ser vistos de modo integrado. Es una concepción de Educación basada en la vida, en la cultura y en la sociabilidad, sin perder su carácter propio de Educación que facilita el aprendizaje y el desarrollo.
 
En la Educación Biocéntrica el respeto y la sacralización de la vida son centrales  para la conducción de los trabajos con temas generadores para la reflexión-acción en los Círculos de Cultura originados de la práctica freiriana. Nuestra materia de estudio y de acción pedagógica es la propia vida. Para nosotros, no hay ninguna posibilidad de aprendizaje y evolución si traicionamos las fuerzas que conservan y nutren la vida. No sólo el lenguaje, el conocimiento y la información intervienen en el aprendizaje, sino, sobre todo las emociones y los sentimientos que se desarrollan en el proceso enseñanza-aprendizaje.
 
La Educación Biocéntrica se propone una educación y reeducación del vivir, una reeducación afectiva y elevar el nivel de conciencia. Todo esto presupone una permanente auto-educación, auto-cuidado y compromiso evolutivo del educador. La metodología vivencial aquí propuesta favorece el contacto con el ritmo de crecimiento de cada educando, la sincronización con el otro y la sintonía con el mundo que lo rodea, con el Universo. En las aulas, así como en las organizaciones, en las reuniones comunitarias y en los movimientos sociales de manera general, la práctica pedagógica de la Educación Biocéntrica tiene como base las vivencias y las reflexiones integradoras a través de su metodología reflexiva-dialógica-vivencial.
 
La Educación Biocéntrica es una posibilidad de concretizar paulatina y profundamente transformaciones necesarias, en la perspectiva de integración no sólo de conocimientos, sino en la reconstrucción crítica de valores y consecuentemente en una nueva actitud saludable en la vida. Volviendo a examinar antiguos paradigmas, pues ninguna elección es neutra o parcial, nosotros sabemos lo que queremos, pero principalmente lo que ya no queremos. (Traducción ALAI)
 
- Ruth Cavalcante, sicopedagoga con post-grado en Educación Biocéntrica y Psicología Transpersonal, directora pedagógica del Centro de Desarrollo Humano y de la Universidad Biocéntrica, asesora pedagógica de la Açao Griô Nacional.
 
* Este texto es parte de la revista América Latina en movimiento, No 472, correspondiente a febrero del presente año y que trata sobre "Educación, justicia social y ambiental" (http://alainet.org/publica/472.phtml)

  

https://www.alainet.org/es/articulo/159826
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