Entrevista con Samir Amin (II)
La implosión del capitalismo
17/06/2012
- Opinión
Entrevista a Samir Amin, autor de una voluminosa obra de análisis crítico del capitalismo y de innovadoras tesis, tales como la de la ’desconexión’ y de la ’implosión’ del capitalismo, a las cuales se refiere en esta entrevista.
IL ¿Cómo se configura la implosión del capitalismo, cómo se manifiestan sus síntomas?
Víctima de sus propias contradicciones internas, el sistema no es capaz de reproducirse desde sus propias bases, produce entonces mucho más que una crisis, una implosión.
En esta fase de capitalismo monopólico generalizado y financializado, el control del capital monopólico se extiende a todas las esferas económicas, la política está alineada con esos intereses pero a la vez, el mismo mecanismo financiero de extracción y condensación de la plusvalía mundial, encuentra límites inherentes a sus propias dinámicas.
Es este sistema que implosiona, pero, desgraciadamente, si examinamos los movimientos de nuestros pueblos en la actualidad, su grado de conciencia sobre la naturaleza del sistema y, particularmente, sobre la implosión es aún muy débil y muy limitado, se circunscribe a la izquierda histórica de tradición marxista, mientras la mayoría, al cabo de reiteradas capitulaciones frente al neoliberalismo, no se cuestiona, ni problematiza el asunto de fondo.
Entonces, este sistema no implosiona porque es atacado por los pueblos, paradójicamente lo hace como resultado de su propio éxito.
IL ¿Hay entonces ahora condiciones propicias para el cambio, cuáles son esas? Y ¿Cómo se percibe la acción del pueblo que se moviliza, pero no siempre de forma orgánica y en condiciones en que ya no vemos liderazgos orgánicos encabezando estos procesos?
‘La’ condición objetiva es una, y lo digo en forma negativa, es el hecho de que en el monopolio generalizado el control de todas las actividades económicas y la absorción de la plusvalía creada en beneficio de la renta del monopolio imperialista, genera una expansión de las desigualdades, a tal punto que se ha vuelto inmanejable.
Es el drama europeo, del estallido de la zona euro, donde el remedio propuesto para la deuda de los Estados es más austeridad, lo que solo podrá desembocar en más deuda y más descontento. Entonces, esta es una condición objetiva, pero ¿Podrán las fuerzas subjetivas, todas las diferentes fuerzas sociales –que son todas en distintos grados, víctimas del sistema del monopolio generalizado– por un lado, entender que son víctimas del mismo adversario y, por otro, encontrar las formas adecuadas y eficaces para discutir entre ellas y negociar una alternativa común que tome en cuenta los diversos intereses involucrados?
IL La diversidad es muy vasta, por ejemplo, en las movilizaciones más recientes, hay sectores que reivindican su inclusión en el sistema y se movilizan porque se sienten excluidos del acceso al mercado, al consumo, ¿cómo gestar la transición hacia un posicionamiento más político?
Yo no condeno a la pobre gente en Ecuador o en Egipto que vive en la miseria y con la aspiración de tener un televisor que funcione, ¿qué derecho tenemos de condenarlos? Su ambición es estar dentro del sistema, de ser absorbidos por él. Pero deben comprender que este no los va a absorber, que esa demanda es ineficiente. Ahí aplica tanto la dialéctica aprendida en la larga tradición de luchas anticapitalistas, como la necesidad de contar con una alternativa plausible.
IL En el siglo XX se postulaba que para encauzar la revolución hacia socialismo eran necesarias articulaciones partidarias concretas; luego, vino un periodo marcado por la emergencia de movimientos sociales que, en cierta forma, se distanciaron de la política para expresarse desde lo social. En el siglo XXI asistimos al resurgimiento del sujeto pueblo, como un actor político poderoso y heterogéneo, ¿cómo se visualiza la transición hacia el socialismo desde esa heterogeneidad? ¿Cuáles son las posibilidades de acción?
A través de las luchas y en ellas, los pueblos inventan sus formas institucionales y sus formas de relacionarse con ellas. La forma de partido relativamente centralizado correspondió a su época, todos los partidos obreros, de la antigua escuela, incluso aquellos de la Segunda Internacional, de antes y después de 1914, eran unos partidos muy centralizados, y hasta piramidales. Y los partidos comunistas incluso mucho más.
Esa fórmula fue eficaz en su momento porque respondía a determinadas estructuras sociales, a determinadas características del proletariado, principalmente a su concentración en grandes fábricas, y a un determinado nivel de educación -el primario como promedio en ese momento- entre otros. En aquel entonces, esa fórmula era eficaz, lo probó, ya fuera como fuerzas revolucionarias, comunistas, o como fuerzas social-demócratas, que impusieron grandes concesiones al capital.
Pero esa fórmula quedó atrás. Por una parte, por la fuerza del capital monopolista generalizado, y por la diversidad de condiciones de explotación indirectapor parte del capital, y por ende del estatus del trabajo, hay trabajadores en la base del monopolio, en las industrias tercerizadas, en el sector de comercialización, etc. Hay toda una gama.
En mi artículo sobre la audacia[1], he dado ejemplos de cómo podemos imaginar una gestión socializada, tomando el ejemplo de la agricultura, de una asociación de campesinos, de productores, una organización de trabajadores de una industria que produce insumos, otra de trabajadores de comercializadoras, los ciudadanos como consumidores, pero también como ciudadanos a nivel local, porque los problemas como la educación, la salud, el transporte y la vivienda son locales y articulados, es por lo tanto un repertorio compuesto. Entonces, se pueden institucionalizar varias formas de negociación, y planteo una pregunta ¿Por qué a través de las luchas, no juntar esta multiplicidad?
IL Existe la percepción de que sí, hay esta posibilidad, pero la mayor parte del mundo aún no ha alcanzado este punto de audacia del que usted habla. ¿Cómo encaminar un proceso que nos lleve a despertar esta audacia?
Utilizo frecuentemente la frase ‘la audacia, siempre la audacia y siempre más audacia’[2], que como sabemos no es mía, pero que conviene muy bien a la situación.
Los momentos revolucionarios son raros y cortos en la historia, y si en esos momentos, hay iniciativas audaces, estas ganan terreno y se abren paso muy rápidamente. No me molesta escuchar que en la actualidad, los comunistas en Ecuador o en Egipto, son una pequeña minoría y en casos no logran nada en las elecciones generales y demás. Si tienen audacia, y no solamente una audacia retórica, si emprenden acciones, eso se convierte rápidamente en una bola de nieve.
Podemos dar tres ejemplos, o cuatro o cinco o diez ejemplos en la Historia, de cómo la audacia ha rendido frutos. De los que fueron audaces y usaron eso a su favor en muchas ocasiones. En Francia, por ejemplo, la Convención Montagnarde, que fue la transformación, de la visión reformista de una monarquía ‘a la inglesa’ en un movimiento popular. Sólo examinemos la historia de los partidos comunistas que han llegado al poder, alcanzaron el poder en corto tiempo. El Partido Bolchevique se constituyó formalmente en 1897. En 1905, siete años después, hubo una primera revolución y siete años después, vino la segunda. No pasaron ni siquiera veinte años.
Cuando el Partido Comunista Chino, se reunía en Shanghái, con Mao y otros, eran apenas una veintena, muy pocos para un país de la dimensión de China. Seis meses después, fueron varios centenares y unos años después, ya encabezaban un pequeño ejército local de liberación. Similares características tuvo la Revolución Cubana, liderada por Fidel Castro.
Históricamente las victorias han sido o rápidas o inexistentes. Pero, los partidos de izquierda que se ponen a congelar, durante cincuenta años, esperando el momento indicado, simplemente se congelan y ahí termina su historia.
IL Ahora, la especificidad característica de este momento es su mundialización extrema, ¿cómo encaminar un proceso, o procesos como los que usted acaba de describir, a escala mundial?
Ahora existe un aliado objetivo potencial en el sentido de que el capital monopólico generalizado, en el mismo centro, en Estados Unidos, Europa, o Japón, a la vez que impone la capitulación incondicional de trabajadores y pueblos, reduce las condiciones de vida al punto que hay un proceso de pauperización, no solamente para las clases populares sino también para la clase media. Existe entonces un sentimiento de rebeldía. La explosión de la zona euro es parte de eso.
Por lo tanto, existe un aliado potencial, que no existía hace 20 años. Como también mayores posibilidades para que los pueblos desarrollen estrategias que les permitan pasar a la ofensiva.
Cuando evocamos los tiempos de los procesos de liberación nacional, durante la Segunda Guerra Mundial, esas luchas de liberación nacional recibieron el apoyo de la Unión Soviética, el apoyo moral del partido comunista como tal. La opinión occidental no interesaba.
IL En la actualidad, ¿es posible pensar una nueva Internacional, qué características podría tener? ¿Cómo ponerla en marcha si las condiciones se han dado?
Hablo de la Quinta Internacional, porque creo que existen las condiciones objetivas para formar un bloque hegemónico alternativo, antimonopolista en el centro y anti-comprador en la periferia.
El reto está planteado, su ritmo y formas dependerán de la audacia que exprese la izquierda radical para proponer una alternativa política y estrategias integrales para salir del capitalismo y emprender una decidida transición al socialismo.
Creo que su desarrollo será, como todo en la Historia, muy desigual; y podremos explicarlo de forma retroactiva, pues luego de los hechos se puede analizar por qué se dio en Bolivia y no en Argentina, o por qué no se dio de la misma forma. Por qué se dio en Bolivia y no en Paraguay, por ejemplo, que son países más similares. Un paso decisivo inmediato es el de identificar ejes estratégicos comunes.
La historia de las ocho horas de trabajo, es un ejemplo. En el Siglo XIX, cuando el eje central de la reivindicación de los trabajadores, sobre todo en Inglaterra y en Francia, se articuló en torno a la delimitación de la jornada de trabajo; el propio Marx pensó que un objetivo estratégico común de la clase obrera podía ser la jornada de ocho horas. En ese entonces, la Primera Internacional surgió como una instancia donde se podía discutir. Esto fue una gran victoria obrera.
IL ¿Cómo se enuncian, en esta perspectiva, las alianzas Sur-Sur? ¿Son viables?
Son viables, hay que verlas en todos los niveles. A nivel de los Estados, de sus acuerdos, para reforzar su capacidad para resistir a las agresiones de las fuerzas del capitalismo monopolista generalizado e imperialista. Se trata de negociaciones y compromisos que tienen en cuenta intereses divergentes.
Hay que verlas al nivel del establecimiento de conexiones y de la formulación de reivindicaciones conjuntas de los sectores populares, en términos de reorganización de los sistemas productivos, en términos de democratización de la sociedad. No se trata solamente de crear lugares de encuentro para intercambiar experiencias, como en el Foro Social Mundial, sino, más aún, de propiciar espacios donde puedan definir juntos soluciones comunes con objetivos estratégicos comunes.
IL Finalmente, ¿qué dimensiones podría adquirir la implosión del capitalismo en el contexto actual?
Está a punto de adquirir dimensiones titánicas. Yo tendería a pensar que dentro de algunos meses, tal vez un par de años, ya no hablaremos del euro ni de la Unión Europea; creo que de aquí a unos años tendremos una multitud de guerras que se hundirán en el caos. Tendremos todo eso al mismo tiempo, ya lo estamos viviendo. Será una larga transición de los elementos del capitalismo para producir algo nuevo.
[1] Samir Amin, Audacia, mas audacia, América Latina en Movimiento, 13/12/ 2011, http://alainet.org/active/51548&lang=es
[2] Frase atribuida a George Jacques Danton, en las gestas de la Revolución Francesa, 1789-1799
https://www.alainet.org/es/articulo/158755?language=en
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