Educación para la vida
15/05/2012
- Opinión
El día del educador y de la educadora, si bien es un pretexto para diferentes actos sociales en que se hace reconocimiento a su labor, también lo es para reflexionar sobre el significado de la educación. Tan traída a cuento por los gobiernos y empresarios, pero tan débil en la implementación de políticas que la fortalezcan estructuralmente.
La educación no es solamente la que se imparte en las aulas escolares. En esos largos nueve meses de gestación, el ser humano empieza a moldear su vida con los sonidos de la música, las voces, los ruidos; con el silencio, los movimientos. Inevitables diferenciaciones entre unos y otros. Más por su intensidad o brusquedad, o por el arrullo que produzcan, que por un concepto de ellos aun no formado.
Toda la relación de un niño o una niña con su madre, su familia y su entorno, es un proceso pedagógico y educativo que forma en valores, principios éticos, formas de ser. La entrada a los espacios escolares no significa, entonces, una cosa diferente de otra educación. Esa que habla de sumas y restas, de verbos y predicados, de continentes y países, de Napoleón y de Bolívar, y de no pocas abstracciones. A través de ellos construye los proyectos de vida, los ideales que le dan sentido a su existencia.
Pareciera que esta educación, se percibiera y se orientara más hacia lo instrumental que a lo formativo. Interesa el dato, la información, el agregado de notas, fechas, citas; más no la estructura o el proceso que los hicieron posibles. He tenido que ayudar a una niña de cuarto de primaria a conseguir información sobre las diferentes religiones y sus doctrinas centrales. Igual con un niño de sexto de bachillerato a la identificación y contenido de las diferentes sociedades de la vida mercantil. Qué desenfoque tan brutal!
En general, la relación con su medio, con su contexto, le es ajena. Pareciera que entre más información superficial, más cerca se estuviera de las metas que la educación debe cumplir. Lo peor es que abundan las referencias a lo externo. Lo interno, lo del país, lo propio de nuestro universo cotidiano, pasa a un segundo plano o es totalmente relegado. Es cierto que estamos dentro de una sociedad con conflictos sociales críticos; sin una tradición de prevalencia de los valores colectivos ni de los intereses públicos. De mayor fragmentación y menor cohesión. Lo cual hace de la educación un espacio inserto en esas condiciones.
Sin embargo, la educación no puede renunciar a generar pautas para que quienes están en ese proceso se ubiquen dentro de la sociedad que tenemos y no en otra; pero a la vez que sea una educación en la vida y para la vida. No de una manera pasiva sino asumiéndose, tanto educadores como educandos, como sujetos activos que ponen en juego su capacidad de soñar y de crear.
https://www.alainet.org/es/articulo/157954?language=en
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