Foro Permanente acoge Declaración del Caucus Latinoamericano sobre la Doctrina del Descubrimiento

07/05/2012
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El Caucus Latinoamericano presentó hoy ante el Plenario del Foro Permanente una Declaración acerca de la Doctrina del Descubrimiento. Hortencia Hidalgo, aimara chilena tuvo, a su cargo la presentación del texto, el cual pone énfasis en la continuidad de la conquista a través de la globalización neoliberal que representa una nueva colonización.
 
Muchas de las delegaciones asistentes al XI período de Sesiones del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU se acercaron a saludar y felicitar a la Delegación del Abya Yala, de la cual forma parte la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI), por su análisis de la Doctrina del Descubrimiento, y expresaron su respaldo a las recomendaciones a los Estados formuladas en la Declaración.
 
Entre tales recomendaciones destacan las de participación, consulta y consentimiento previo, libre e informado y establecimiento de políticas de salvaguarda sustentadas en la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT para todo programa sobre cambio climático, desarrollo sustentable, proyectos extractivos y de infraestructura que puedan impactar sobre los derechos indígenas.
 
Este es el texto de la Declaración:
 
Declaración  de los pueblos indígenas del Abya Yala
XI Período de Sesiones del Foro Permanente
 
El Abya Yala es la cuna de grandes civilizaciones que legaron al mundo valiosos conocimientos –alimentos, tecnologías, formas de organización social y política, culturas– que aún hoy causan asombro. Un proceso único y propio que fue interrumpido con la invasión europea en 1492.
 
Despojados, perseguidos, masacrados en trabajos forzados, prohibidos de usar nuestras vestimentas e idioma, de practicar nuestra espiritualidad, los pueblos indígenas, sin embargo, resistimos. Conservamos principios y prácticas ancestrales como la reciprocidad y la complementariedad, nuestra identificación con la Madre Tierra, nuestros sistemas propios de trabajo y economía colectivos, de organización social, nuestros sistemas de autoridades y de justicia, nuestra cultura.
 
Para invadirnos, someternos, saquearos y diezmarnos, los conquistadores europeos se valieron de dos instrumentos, la cruz y la espada, para imponer su doctrina: un solo dios, un solo rey. Obtuvieron una bula papal que les otorgaba estas tierras con la condición de “evangelizar” a los indígenas (extirpar idolatrías). E inventaron el racismo, el criminal concepto de razas “superiores” e “inferiores”, sustento ideológico de ese y posteriores genocidios.
 
Ese es el cruel origen del capitalismo, el período de acumulación de capital. Pero la colonización iniciada hace quinientos años continúa hasta hoy. En América, tras las independencias formales, las repúblicas mantuvieron las instituciones coloniales. Y en las dos últimas décadas del siglo pasado los poderosos del norte emprendieron la nueva colonización: la globalización neoliberal.
 
Nuestros Estados se someten aún más al poder de las multinacionales, que son las carabelas del presente. En nombre del desarrollo, reprimarizan las economías, sustentándolas en las actividades extractivas: minería, petróleo, bosques, agua, bioviversidad y megaproyectos. Esas multinacionales invaden con apoyo de los Estados nuestros territorios indígenas y criminalizan nuestra protesta ante esta violación sistemática de derechos.
 
El nuevo dios y el nuevo rey es el libre comercio. Nuestra Madre Tierra es maltratada por la minería, por los megaproyectos de infraestructura diseñados para saquear nuestros recursos. Y en nombre de la seguridad, en todo el continente se instalan bases militares, nacionales y estadounidenses, precisamente en los lugares donde están los bienes naturales, que para Occidente no son más que “recursos estratégicos”, esos que en su mayoría están en nuestros territorios indígenas.
 
Este modelo neoliberal extractivista de saqueo y maltrato a la Madre Tierra no da más: las múltiples crisis que azotan hoy el planeta: social, cultural, económica, ambiental, de paradigmas, evidencian los límites de este sistema, incapaz de sostenerse a sí mismo. Es una crisis de la civilización occidental, en la que el cambio climático es el síntoma y la consecuencia más evidente.
 
Para enfrentarlo, los poderosos profundizan aquello que ha provocado la crisis. Las falsas soluciones basadas en los mecanismos de mercado. REDD y todas sus variantes, bonos de carbono, mecanismos de desarrollo limpio, agrocombustibles, energías “limpias”. Y para ello pasan por encima de nuestros derechos territoriales, a la consulta y consentimiento previo, libre e informado, a la autodeterminación.
 
Los Estados hacen cumbres mundiales en la que nosotros, los pueblos indígenas, que estamos entre los más afectados, no tenemos espacios reales de participación, y donde las decisiones son tomadas por los países poderosos, los mayores responsables de la crisis climática, que ahora nos hablan de desarrollo sustentable y economía verde solo para evadir su responsabilidad y persistir en sus políticas neoliberales de saqueo y maltrato a la Madre Tierra.
 
Frente a ello, recomendamos a los Estados:
 
  • Respeto y garantía para el ejercicio de los derechos de los pueblos indígenas a la libre determinación, los territorios, los bienes naturales, la consulta y el consentimiento previo, libre e informado.
  • Participación, consulta y consentimiento previo, libre e informado para todo programa sobre cambio climático, desarrollo sustentable, proyectos extractivos y de infraestructura que puedan impactar sobre los derechos indígenas.
  • Establecer políticas de salvaguardas sustentadas en la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT para todo programa sobre cambio climático, desarrollo sustentable, proyectos extractivos y de infraestructura que puedan impactar sobre los derechos indígenas.
  • Zonificación territorial, económica y ecológica. Intangibilidad de glaciares, cabeceras de cuenca, zonas de alta biodiversidad. Moratoria de las actividades extractivas de nuestros territorios.
  • Reconocimiento y protección de los conocimientos ancestrales, con salvaguardas y sistemas especiales de patentes.
  • Cambio del modelo neoliberal extractivista y reconocimiento de todas las formas económicas diversas.
  • Debate y adopción de una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra.
 
 
Comunicaciones CAOI
 
Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas – CAOI
Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Chile, Argentina
 
https://www.alainet.org/es/articulo/157766?language=es
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