El buen vivir de Epicuro

26/01/2012
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Casi tres siglos antes de Cristo, en la época del derrumbamiento del imperio de Alejandro Magno, de crisis e incertidumbres sociales y personales; Epicuro de Samos para sorpresa de todos, había dicho que para una buena vida el placer es el bien primero y superior.
 
Que es el comienzo de toda preferencia y de toda aversión. Que es la ausencia del dolor en el cuerpo y la inquietud en el alma. Y para obtener el bien primero había que eliminar el miedo a la muerte, a los dioses y al destino a través del conocimiento y la razón, afirmaciones que muy probablemente generaron la desconfianza de la iglesia católica y la tergiversación y alejamiento de sus posturas.
 
Buscar el placer y alejarse del dolor requería,  según Epicuro, de la generación de un entramado que permitía evaluar la situación según cuatro puntos clave: 1) Hay que aceptar el placer presente, 2) Hay que rechazar el placer presente si la razón prevé que de él se derivará un dolor futuro superior, 3) Hay que rehuir el dolor presente, y 4) Hay que aceptar el dolor presente si la razón prevé que de él se derivará un placer futuro superior.
 
Además, este sabio que acostumbraba dialogar con sus amigos y amigas en medio de un jardín (pues no discriminaba a las mujeres y al jardín entraban también los esclavos pues era bastante crítico con las desigualdades)  había dicho que nada es suficiente para quien lo suficiente es poco y que si alguien quería ser rico no debía aumentar sus bienes sino disminuir su codicia, dijo que no es fácil hacer riqueza sin dar cabida al servilismo y que por ello los libres no logran mucha de ella.
 
 También dijo que detestaba la belleza y a los que estúpidamente la admiran cuando no produce gozo alguno, que la gente es infeliz por miedo o por apetencia inútil y vana, que la mayoría, por miedo a la pobreza en la vida, pasan por miedo a ella a las acciones que más pobreza les proporcionará, que el ser humano auténtico debe preocuparse de la sabiduría y de la amistad que es mayor de los tesoros no solo por los beneficios personales que de ella se extraen, sino porque supone el origen de la justicia social en que debiera fundamentarse, finalmente, la sociedad.
 
También dijo que hay que liberarse de la cárcel de la rutina y de la política. Que debemos reír tanto como buscar la verdad, que no debemos perder los bienes presentes por el deseo de los bienes ausentes, que no pasemos retrasando nuestra felicidad para el día de mañana, pues en ese alargue iremos perdiendo la vida, que no existe una vida gozosa sino es una vida sensata y que no existe vida sensata si no es igualmente gozosa. Dijo que no por ser uno joven debe demorarse en aprender la verdad, ni por ser viejo debe dejar de interesarle, pues no hay nadie que no  haya alcanzado o se le haya pasado el  momento para la salud del alma, que es lo mismo que la felicidad.
https://www.alainet.org/es/articulo/155474?language=en

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