Ventana ético–política

24/10/2011
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1. 829 víctimas en 43 años
 
2. Sin razones para descalificar la homosexualidad
 
3. Autorretrato de Angel Esteban Pons
 
4. Impostores hasta cuando lloran
 
 
829 víctimas en 43 años
 
 Lo importante en la Declaración de ETA no es el hecho sino su versión sobre lo ocurrido en esos 43 años. Y es lo que, sin remedio, va a diferenciar la posición de unos y otros. Conviene, por tanto, fijar bien el hecho fundamental, que consiste en que ETA decidió situarse fuera de tiempo y lugar eligiendo un camino equivocado, creía seguir en la dictadura franquista y no se situó en la nueva democracia española. A partir de ahí, aparece y actúa como una secta fanática, despreciando el nuevo momento histórico brindado a todos los españoles.
 
El texto de su Declaración refleja que ETA, todavía, da por inexistente el nuevo ciclo democrático que nos dimos los españoles. Sigue hablando de “nuevo tiempo político, de oportunidad histórica para resolver el conflicto, de hacer prevalecer la voluntad popular sobre la imposición, de una lucha larga y un camino difícil que se ha llevado a muchos compañeros, a los que brinda reconocimiento y homenaje”.
 
Pudo abrirse a la democracia, seguir otra lucha y otro camino con otras consecuencias. Y no tendría ahora que utilizar frases para encubrir su saldo criminal de 829 víctimas y tapar su vileza y fracaso histórico. Ese es el hecho central, porque ellos disponían de un ciclo nuevo, donde podían intentar todo democráticamente, pero lo repudiaron y prefierieron imponerse violentamente arrebatando injustamente la vida a centenares de inocentes. Si las víctimas hubieran sido el enfoque de su Declaración, otras cosas hubieran dicho y hecho.
 
 El nuevo tiempo político democrático se abrió hace tiempo para ETA, pero estaba fuera de él. Hoy, quiere reconocerlo, pero sin admitir para nada sus errores y crímenes y sus consecuencias.
 
De cara al futuro y a rehacer la convivencia, es bueno aclarar y poner cada cosa en su puesto. Dos son los problemas: primero las víctimas, no los presos; o si se quiere, los presos pero desde la centralidad de las víctimas y de los incontables males y perjuicios a ellas unidos. Segundo: el proceso de recomponer pausadamente, y con tiempo, la relación recíproca, donde unos y otros logren liberarse: de la heridas recibidas (víctimas) y de los errores y odios acumulados (terroristas). Tarea ardua, humanísima y necesaria para reencontar la paz perdida y en la que todos debemos colaborar.
 
 
Sin razones para descalificar la homosexualidad
 
 Quizás el Sr. Durán i Lleida, tiene el valor de decir en público lo que otros muchos piensan y no se atreven. Un gay, ha sugerido, tiene el derecho de ir a un psicólogo que le ayude a modificar su inclinación homosexual. Eso no lo recomendaría el Sr. Durán si no creyera que, de alguna manera, la homosexualidad es “anormal”. ¿Cómo reaccionaría si le indicasen que adoptase él, o cualquiera otro, ese camino para modificar su inclinación heterosexual en homosexual?
 
En todo caso, la palabra de los políticos suele ser de relevante notoriedad y nos sirve para abrir un cierto debate. No dudo de la elevada cultura del Sr. Durán i Lleida, pero aprovecho lo dicho por él para aportar algunas ideas.
 
 La primera que en Occidente la homosexualidad ha recibido una valoración muy variada. El Dr. John Boswell en su libro “Las bodas de la semejanza” ( 640 páginas) documenta cómo en la Iglesia católica del siglo VI al XII existía como normal la celebración litúrgica de parejas homosexuales, según ritos y oraciones propias, presididas por un sacerdote. (Sorprendente, ¿no?)Es, a partir del siglo XIII, que la homosexualidad va revistiendo un carácter de vicio horrible (pecado innombrable), tan horrible que lo de innombrable no se aplica a otros hechos más importantes: “Asesinato, matricidio, abuso de menores, incesto, canibalismo, genocidio e incluso deicidio son mencionables”. ¿Por qué este horror que convierte la homosexualidad en el peor de los pecados?
Segunda: ha habido toda una construcción bíblico- teológica moral justificatoria de la gravedad de este pecado, hoy demostrada como precientífica y opuesta al contexto y sentido de los textos y que la dejan desprovista de este tipo de argumentos para ser condenada.
 
Tercera: las conclusiones de la investigación y asesoramiento científicos parecen ser hoy claras: “Ni desde la medicina, la psicología, la pedagogía, ni con medidas sociales o legales, ha sido posible cambiar la orientación sexual, aunque intentos no han faltado” (Juan L. T. Herreros, Aproximación a la realidad homosexual” pp. 133-134). Los estudios más diversos confluyen en la tesis de no poder calificar la homosexualidad como enfermedad, desviación psicosopática o perversión sexual. La orientación homosexual no afecta a la sanidad mental ni al recto comportamiento en el grupo social.
 
En razón de ello, la OMS ha suprimido la homosexualidad de la relación de enfermedades. Y el Consejo de Europa insta a los gobiernos a suprimir cualquier tipo de discriminación en razón de la tendencia sexual.
 
Cuarta: cristiana y teológicamente hablando, es bien fundada la posición de quienes sostienen que la sexualidad humana no tiene como modelo natural y meta últimos la heterosexualidad -ese es un presupuesto no probado- sino que se da también la homosexualidad como una variante natural legítima, minoritaria.
 
 Autorretrato de Angel Esteban Pons
 
Hace bien el Sr. Pons en hablar como lo hace. Se retrata y no deja lugar para que nadie se engañe. Dice que si alguien se siente ofendido, retira sus palabras de que “No hay ningún español tan idiota que vaya a dar continuidad al PSOE con su voto”.
 
Vd. no ofende, Sr. Pons, se ofende a sí mismo, al mostrar su incapacidad de entender y dialogar con quien no piensa como Vd, porque españoles que van a seguir votando al PSOE serán millones y no le dirán que les ha ofendido. Vd., profesor de derecho, senador, conseller, portavoz, diputado, vicesecretario general de comunicación, indignado con los indignados, no muestra vivir como demócrata ni estar preparado para ello.
 
Pero lo hace a tiempo, y en bien de nuestro futuro democrático, Vd. anuncia con simplismo asombroso cómo son los demás y cómo va a ser y proceder Vd. si sale elegido. Esa multitud idiotas y, acaso otros muchos, decidirán a tiempo apartarlo y le invitarán a trabajar y conseguir el título más importante y que aún le falta: el de demócrata.
 
Impostores hasta cuando lloran
 
Por casualidad pude contemplar anoche (24-Octubre-20011) la emisión de “El gato al agua” en el que se comentaba las lágrimas vertidas en un acto público por el lehendakari Patxi López y Rubalcaba y otros socialistas. Los interlocutores se pisaban unos a otros por abundar en lo mismo: pura pantomima, impostura, ficción, teatrismo. A porfía trataban de burlarse y zaherir cruelmente a personas que, con aciertos o equivocaciones, pero con responsabilidad habían trabajado por el bien y respeto de todos.
 
No daba crédito a los que estaba oyendo. Estos políticos eran considerados un atajo de cínicos y sinvergüenzas, subordinados a la criminal ETA, estúpidos negociadores y cómplices. ¿Qué les estaba pasando? ¿Por qué aquella amargura y desprecio que los convertía en jueces implacables?
 
Yo buscaba una explicación, algo envenenado había en su voz y en su corazón: el odio. ¡Qué manera de soltar lastre por todos los costados!
 
 Estaba desolado. Negaban lo que no se puede negar a un ser humano, aunque sea político, que en la circunstancia de que ETA, después de casi 50 años de estar matando, y de estar ellos asistiendo en mil ocasiones con el corazón destrozado al dolor y pérdida irreparable de seres queridos (familiares, compañeros, amigos, ) y conocer ahora el anuncio de la renuncia definitiva a la violencia y a las armas, no pudieran, ante tanta gente congregada y golpeada, recordar, sentir, estremecerse y llorar.
 
Seguían proyectando la imagen de un político sin entrañas ante la pobreza, la marginación, la injusticia, el crimen y, en consecuencia, el dolor, pesar y desamparo que todo eso puede acarrear. Los ridiculizaban por llorar. Eran puros farsantes.
 
Nunca he visto cosa igual. Me abrió los ojos verlo: allí era el espacio del dogma absoluto, sin más opinión que la suya. Todo lo demás queda fuera como inmundo y error. El odio cerraba toda puerta a la comprensión, que pasa por el amor. Su verdad, no la verdad, es válida para todos, la única que vale, libera y salva.
 
 - Benjamín Forcano es sacerdote y teólogo.
https://www.alainet.org/es/articulo/153530?language=es
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