15 octubre: unidos por una indignación común
17/10/2011
- Opinión
Pudo haber sido un día perfecto el 15 octubre de 2011. Más de 900 plazas en más de 80 países de todo el mundo respondieron a la convocatoria lanzada por los jóvenes españoles mas conocidos como el movimiento del 15M. Los indignados que el 15 de mayo pasado se habían reunido en la Puerta del Sol en Madrid y luego quedaron acampados unas semanas. Personas de diferentes orígenes e historias, pero unidos por una indignación común por una política global que no sabe dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos, y sólo se ocupa de la misma política y de los políticos, los bancos, de un sistema que ha demostrado ampliamente su fracaso.
Un experimento de convivencia continuó con reuniones, debates y talleres creativos para encontrar alternativas viables, luego se trasladó de la plaza a los barrios de Madrid. A partir de ahí otras respuestas en las plazas españolas, en las redes sociales, y a las otras plazas europeas que han tratado de inspirarse a la experiencia de la “Toma de la Calle” o por lo menos han iniciado un diálogo entre los distintos movimientos o entre simple ciudadanos, con el pensamiento de que "juntos podemos" cambiar.
Y cambiar las cosas no es fácil, especialmente si al frente están los gigantes económicos y financieros, aquellos que a pesar de la crisis continúan haciendo ganancias. Ahí están las agencias con sus calificaciones sobre la fiabilidad de los estados, las instituciones financieras internacionales que, sin ningún tipo de legitimidad democrática, siguen dando recetas a los países en riesgo de default, para que nunca salgan de la espiral de la deuda, mediante la concesión de préstamos, cuyos intereses serán pagados con recortes a los servicios sociales, a las pensiones, a los salarios de los trabajadores y con la promesa de eterna precariedad para todos aquellos que todavía tienen un trabajo.
Así que las protestas continuaron con las huelgas generales en Atenas, y las manifestaciones de Santiago de Chile, donde los estudiantes piden al gobierno de Sebastián Piñera que la educación sea pública y gratuita. Luego en septiembre en Nueva York salieron a las calles con el lema de Occupy Wall Street, no sólo para criticar el sistema financiero que mantiene en jaque a la economía real, sino para hacer una serie de propuestas como la introducción de la Tasa Tobin para todas las transacciones financieras. El sábado pasado, cientos de otros lugares se llenaron de ciudadanos, estudiantes, trabajadores precarios, jubilados, familias.
También en la Piazza della Repubblica en Roma se reunieron mas de 200.000 personas - alrededor de 500.000, según los manifestantes – solas o agrupadas en el Coordinamento 15 ottobre, con consignas diferentes, y casi sin banderas de los partidos políticos, listos para llegar hasta la Piazza San Giovanni. La violencia de unos pocos que echaron a perder las razones de los manifestantes es crónica de todos los periódicos, italianos e internacionales. Mientras que desde todas las plazas del mundo llegaban las imágenes de manifestaciones pacíficas, en Roma la noticia de la violencia - como ocurre siempre en estos casos - ha oscurecido la marcha y las razones de las personas que decidieron participar. Había grandes expectativas para el evento del sábado, incluso porque el día anterior pudo ser el día de la derrota del gobierno de Berlusconi, aunque no lo fue.
Ya unos días antes, había la sensación de que algo iba a salir mal. El miércoles 12 de octubre un grupo de jóvenes que se hacen llamar los "dragones rebeldes" (dragones por el apellido del presidente del Banco de Italia Mario Draghi) intentó entregar una carta al Presidente de la República, Giorgio Napolitano, con motivo de su visita al Banco de Italia. En esa carta se le pedía que el presidente sea una verdadero garante de la Constitución y que no confíe ciegamente en las recetas de Draghi y Trichet (presidente Banco Central Europeo) sin una redistribución justa de la riqueza. En esta ocasión hubo un despliegue de las fuerzas de seguridad, con el cierre al tráfico en la Via Nazionale, y vehículos blindados que impedía el paso incluso a los peatones, todo paraproteger a un centenar de personas que habían decidido acampar allí hasta el sábado y pacíficamente discutir alternativas a este modelo. “Yes we camp” fue el lema del campamento, pero sólo unas pocas docenas de personas se quedaron todo el tiempo.
Ahora se puede entender porque la violencia del sábado y la controversia sobre los esfuerzos insuficientes para evitar que las cosas degeneren, continuarán robando el show por muchos días, mientras se ocultan las verdaderas razones de los manifestantes. Un "día perfecto" pero insuficiente, porque los grandes cambios toman tiempo y no basta una gran manifestación -incluso si es mundial- para revertir el curso y cambiarlo todo. Pero queda la sensación de que estuvimos allí para manifestar muestra indignación y que hacia atrás no se puede volver. Las 200 mil o las 500 mil personas son la prueba de ello.
- Elvira Corona es periodista italiana.
https://www.alainet.org/es/articulo/153367
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