Turquía y el escudo antimisiles

03/10/2011
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El pierde prestigio regional al ceder su territorio para la instalación de radares de alerta temprana en el marco de la OTAN. Críticas de Rusia y de Irán.
 
El portavoz de la Cancillería turca, Selcuk Unal, confirmó que su país emplazará un radar transportable de fabricación estadounidense modelo AN TPY-2 para alerta temprana de ataques misilísticos.
 
El funcionario explicó que la decisión fue tomada el año pasado durante la cumbre de la OTAN en Lisboa, dónde Turquía ofreció su respaldo a las labores relacionadas con la materialización de tal iniciativa, motorizada por Estados Unidos.
 
El radar AN/TPY-2 -opera en la frecuencia de banda X- y es capaz de detectar rastrear e identificar objetos pequeños a gran distancia y gran altura -incluyendo el espacio-. Forma parte vital del Sistema de Defensa de Misiles Balísticos diseñado para la protección de Estados Unidos, aliados y fuerzas desplegadas en un Teatro de Operaciones.
 
El ingenio clasifica y categoriza el tipo de amenaza a enfrentar, también identifica el destino del vehículo atacante y proporciona actualizaciones en vuelo a los misiles interceptores. El AN/TPY-2 también contribuye con la toma de decisión frente a la disyuntiva entre enfrentar la amenaza con más interceptores o comprometer un sistema de defensa de nivel inferior.
 
El portavoz turco también sostuvo que con esta acción su país participará en el sistema defensivo contemplado en la nueva estrategia de la OTAN favoreciendo la defensa de su territorio. Además, las autoridades turcas han asegurado que la instalación de parte del escudo antimisiles de la OTAN en ese país no va en contra de ningún Estado.
 
Sin embargo, las palabras del vocero truco no ocultan lo evidente: el escudo antimisiles está diseñado pensando en Rusia, Irán y China.
 
Corroborando ese punto de vista, el representante de Rusia ante la OTAN, Dimitry Rogozin, consideró que la decisión es una amenaza para la seguridad nacional de Irán y el canciller ruso, Serguei Lavrov, afirmó que ni Estados Unidos ni la OTAN ofrecen garantías de que los ultramodernos misiles anti balísticos y los radares no apuntarán a su territorio.
 
Rogozin También subrayó que el uso de la palabra “defensivo” para este sistema bélico es un eufemismo que esconde una espada desnuda
 
Por su parte, el portavoz del Ministerio de Exteriores de Irán, Ramin Mehmanparast, anunció con cautela que su país insiste en el desarme y evitar todo enfoque militar, también agregó que Irán sostiene que decisión turca no contribuirá a la estabilidad y seguridad en la región, ni siquiera a la del país anfitrión.
 
De cualquier manera es evidente que el beneplácito turco a la instalación de los radares entorpece la iniciativa de Ankara que, sin perder sus vínculos con Occidente, apunta a posicionar a Turquía como un país líder en la región y, por tal razón, resulta a priori inexplicable tal medida en el contexto de las políticas desarrolladas en los últimos meses por el premier turco Recep Tayyip Erdogan.
 
Existen sin embargo razones basadas en fuertes presiones que el gobierno turco habría recibido en los últimos meses de parte de Estados Unidos y que justificarían la medida.
Parte de esas presiones provinieron de la Secretaria de Estado, Hilary Clinton, y del ex secretario de Defensa Robert Gates, y consistieron en insistir con que la aceptación de los radares era una necesaria prueba para medir el compromiso de Ankara con la seguridad de Occidente.
 
Además, la Casa Blanca extorsionó al gobierno de Erdogan con la amenaza de incluir en la agenda del Congreso la cuestión siempre latente de la responsabilidad turca el genocidio armenio durante tiempos de Imperio Otomano.
 
Lo cierto es que nada de lo que se sostiene desde Turquía para justificar el despliegue de los radares parece justificatorio.
 
No sólo es increíble que su uso no esté dirigido contra nadie sino que la nueva doctrina OTAN es éticamente cuestionable porque implica el avance sobre la integridad de las naciones a las que unilateralmente considera hostiles a sus intereses.
 
Conviene aquí recordar que la necesidad de un nuevo enfoque estratégico surgió en el seno de la OTAN con la caída de la Unión Soviética, a la sazón su principal enemigo.
 
A esos efectos, en 1991 la OTAN reformula sus objetivos reemplazando sus intereses conceptuales basados en la Defensa por los de Seguridad de todo el hemisferio norte.
 
En este marco la OTAN desarrolló la primera operación de agresión de toda su historia, el lanzamiento de 5 mil ataques contra Yugoslavia en 1999.
 
Durante esos ataques se destruyeron hospitales; escuelas; fábricas; edificios gubernamentales y se produjeron miles de víctimas. Además se utilizaron proyectiles de uranio empobrecido –ya probados en la I Guerra del Golfo- con lo que se estableció un escenario nuclear de baja intensidad en la propia Europa.
 
Actualmente –caso de Libia- la nueva estrategia de la OTAN se ha depurado de manera que existe un definido reparto de roles del que la OTAN aparece como brazo armado y la ONU como justificación jurídica de sus invasiones.
 
A esa estructura hay que sumar a las corporaciones internacionales de prensa, que desde sus coberturas han sido desinformadores parciales, contribuyendo a la construcción de un sentido común universal tendiente a criminalizar los gobiernos atacados y ensalzar el carácter democrático de operaciones criminales de invasión.
 
Resulta esclarecedor el testimonio del Secretario General de la Alianza Atlántica el danés, Anders Fogh Rasmussen: “La OTAN tiene nuevas amenazas para las que debe prepararse, contra los ataques cibernéticos, así como, la necesidad de garantizar los suministros energéticos de los países aliados”.
 
Garantizar los suministros energéticos es un claro objetivo de rapiña, puesto de manifiesto en el Teatro de Operaciones Libio, pero en el pasado inmediato en Irak y Afganistán y en el futuro cercano Venezuela, Irán o Rusia.
 
Agencia Periodística de América del Sur (APAS)
https://www.alainet.org/es/articulo/153018?language=en

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