Israel. Ahora o nunca
25/09/2011
- Opinión
Desde que Reginald Coupland, profesor de la Universidad de Oxford y representante de la Comisión Real de la Palestina ocupada por Gran Bretaña, declaró a mediados de los años 30 que en Palestina existían dos culturas “claramente diferenciadas: una árabe de origen asiático y una judía de origen europeo”, y recomendó la partición de dos Estados distintos como solución, corrió mucha agua bajo los puentes del oriente cercano.
El 29 de noviembre de 1947, tras múltiples disputas diplomáticas, ya producido el holocausto judío en Europa y liberadas en su mayoría las colonias inglesas y francesas del oriente cercano, la ONU estableció, a través de su Asamblea General, el Plan de partición de Palestina en dos Estados, uno árabe, que ocuparía el 46% del territorio, correspondiente a 11.500 kilómetros cuadrados, y otro judío, que ocuparía el 54% del resto, 14.100 kilómetros cuadrados, incluido el desierto del Neguev.
En el mismo Plan se establecía que Jerusalén y su área circundante, incluida Belén, conformaría un “cuerpo separado” de 700 kilómetros cuadrados, bajo la Administración del Consejo de Administración Fiduciaria de las Naciones Unidas, además de prescribirse la retirada de las tropas británicas que ocupaban el área y la fijación de fronteras entre uno y otro Estado en la propia Jerusalén.
Un día antes de expirar el Mandato británico para el área, 13 de mayo de 1948, los judíos proclamaron la Independencia del Estado de Israel en la parte adjudicada a ellos por la ONU, lo que dio origen a una guerra con los árabes, que desconfiaron desde un primer momento de los sionistas: Según fuentes, David Ben Gurión, flamante primer ministro israelí, aceptó la partición de Palestina en dos territorios tal cual lo había establecido la ONU, pero a su vez, en una carta a su esposa, confió que “ el Estado judío ‘parcial’, un proyecto de 1937 del ocupante británico que nunca se llevó a cabo- era solo un comienzo y que planeaba organizar un ejército de primera y utilizar la coerción o la fuerza para absorber toda la extensión del país”, o sea, crear el Eretz Israel, el Gran Israel a costa de los palestinos.
Veinte años mas tarde de la fundación del Estado israelí y de la guerra árabe-israelí de 1948, y luego de varias escaramuzas bélicas, los israelíes desataron la denominada Guerra de los Seis Dias contra Egipto y Siria, que habían conformado la República Árabe Unida (RAU), conquistando los territorios palestinos de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, la península egipcia del Sinaí y los Altos del Golán, de Siria. Aunque existen varias interpretaciones sobre el inicio de esta guerra, las consecuencias fueron;- la migración forzada de mas de 300.000 palestinos de los territorios anexados por Israel hacia El Líbano, Jordania, Siria y los Estados del Golfo Pérsico; - la derrota militar, y por lo tanto política, del líder nacionalista egipcio Gamal Andel Nasser, quien había nacionalizado, en contra de los intereses británicos, franceses y norteamericanos el Canal de Suez, paso importante en la ruta del petróleo entre el Mediterráneo europeo y el mar Rojo asiático y africano.
La nacionalización de Suez que dio origen a la construcción de la represa de Assuan, financiada por la URSS ante la negativa de Francia y Gran Bretaña de llevarla a cabo, derivó en una agresión anglo-francesa solapada contra Nasser, que fue consumada militarmente por Israel.
En ese momento, y ya antes, Israel se había constituido en un Estado colonial.
Estado colonial tardío
En el marco de la lucha de las colonias del tercer mundo por liberarse de las cadenas que la habían mantenido al yugo europeo, Israel, conformado mayoritariamente por europeos, se constituyó en un enclave del occidente capitalista en la zona. Su política de liquidar étnicamente a la población palestina y anexarse definitivamente sus territorios coincidió con el interés de las potencias occidentales, fundamentalmente EE.UU., de mantener a Israel como portaviones fijo en el área, rica en fuentes energéticas de crudo y de una gran importancia geopolítica.
Aunque monarquías árabes como la de Arabia Saudí, Barheim, Qattar y Kuwait, que se sucedieron por años en un territorio abastecedor de gran parte del petróleo mundial, y que produciendo o restando sus producciones hicieron oscilar los precios del crudo a fin de beneficiar a grandes multinacionales dedicadas a su explotación, Israel fue y sigue siendo el socio privilegiado de EE.UU. en cuanto a defender sus intereses en la zona. La definición de “Estado colonial” no es antojadiza.
Todo Estado colonial, cuando se instala en territorio ajeno y sojuzga a otros pueblos, lo hace para:- incorporar a la zona ocupada al mercado mundial capitalista y extender el dominio del capital sin tener en cuenta ninguna condición, ni humana ni histórica;- llevar a cabo una limpieza étnica de la población existente previa a la ocupación, destruyendo su cultura, su economía y obligándola a elegir entre la integración subordinada al amo colonial o el exterminio.
El bloqueo comercial, la solución militar, el ocultamiento de la situación opresiva que vive el pueblo colonizado mediante la guerra des-informativa, el ocultamiento y falseamiento de su historia y las intrigas para fraccionar la lucha de los oprimidos y explotados por el colonialismo, forman parte de esta política. Israel, en relación con el pueblo palestino, ha llevado a cabo todas estas acciones. Sin embargo, el colonialismo israelí es “tardío” en cuanto aparece en un momento de la historia de la humanidad donde:- las redes informativas se expanden por el mundo informando en tiempo real lo que ocurre en cualquier parte del globo; -los países del Tercer Mundo se hallan organizados y actuando en común contra todo atisbo colonial, aunque EE.UU. y su brazo europeo, la OTAN, se empecinen en hacer retroceder las ruedas de la historia en el caso de Libia, Afganistán, Irak y otros;- los pueblos del mundo, informados sobre la situación de colonialidad y matanzas de, en este caso, Palestinos, se oponen a que subsista esta situación que ha causado miles de muertos entre los palestinos y muertos y paranoia colectiva entre los israelíes.
La camarilla fascista que hoy gobierna Israel propone la solución final para Palestina y la confrontación militar con aquellos que se opongan a sus objetivos, lo que alimenta sus negocios armamentísticos y los de sus socios mayores imperialistas, los EE.UU.
Hablando de roma
Los EE.UU., como los demás países de Indoamérica Latina, se establecieron a través de la fuerza y la matanza hacia y de millones de indígenas que habitaban el continente americano. La expansión del mercado capitalista y la necesidad de incorporar al mundo, aún a las regiones periféricas y remotas, a la producción y circulación de mercancías, incluidas las materias primas e insumos, fue la partera de Estados coloniales como los de EE.UU. y la Argentina, entre otros, que hoy no son cuestionados como tales.
Pero su situación actual- a nadie se le ocurriría destruir al Estado norteamericano, argentino, boliviano, paraguayo o cualquier otro para devolver la tierra usurpada a los aborígenes, liquidando a los descendientes de los colonizadores- no niega sus orígenes coloniales, coercitivos y genocidas, que han convertido a los aborígenes en parias en su propia tierra, viviendo en reservas, guetos o reducciones virtuales o reales. El avance de la “civilización” hacia el oeste “bárbaro” de los EE.UU. desde mediados del siglo XIX- luego del descubrimiento de oro en California- similar a las Campañas del Desierto y El Chaco en nuestro país, se consumaron a través de la instalación de ferrocarriles y la llegada de colonos que ocuparon, como hoy los “colonos” judíos ocupan los territorios palestinos, las tierras de los antiguos habitantes liquidados, desplazados o reducidos.
Los colonos americanos y sus homólogos de todas partes del mundo, al igual que hoy en Israel, justificaron siempre la intervención genocida del Estado hacia los oprimidos, por cuanto impusieron al mismo Estado, representante de sus intereses, sus leyes: sobrevivir a costa de la muerte de los que hasta ayer ocupaban los territorios donde se asentaron. Eso es lo que ocurre hoy en Israel, a pesar de las protestas de miles de opositores a las políticas de exterminio y asentamiento ilegal de colonos en tierra palestina.
La liquidación de las bases materiales de subsistencia de los aborígenes- ejemplo el bisonte, que exterminaron por medio de cazadores profesionales-, la destrucción de la organización tribal a fin de convertir al colonizado en un “occidentalizado” productor individual, la adjudicación de las peores tierras luego de sus derrotas y la mentira en cuanto a Tratados de paz que los colonialistas nunca cumplieron, son parte de la historia de los EE.UU., principal aliado de Israel, que como dijimos repite estos métodos colonialistas, en todas las aventuras y exterminios impunes en que ha incurrido ese Estado y en la actual negativa a aceptar un Estado Palestino en la reunión de la ONU que se está celebrando en estos días en Nueva York.
Ahora o nunca
El pueblo judío, que sabe de las discriminaciones, genocidios y persecuciones que sufrió a lo largo de la historia, no debe ser indiferente en cuanto a la liberación del pueblo palestino “Un pueblo que oprime a otro no puede ser libre”, decía Tupaj Katari, mártir aymara de la independencia del yugo español y representante genuino de los miles que lo siguieron luchando contra el colonialismo, la exclusión, la opresión étnico-cultural y la explotación.
Porque el colonialismo, a no dudarlo, tiene su sine qua non en la explotación de unas clases sobre otras, que se justifican, en el plano de la conciencia del opresor, anatemizando al “distinto”, al “otro”. Los judíos, conocedores de los horrores de la “otredad”, deben desenmascarar a la camarilla fascista que dirige los destinos de Israel y obligarla, junto a todos los pueblos del mundo, a reconocer de una vez y para siempre al Estado Palestino, en el marco del regreso a las fronteras de 1967, la partición de Jerusalén y el cese de toda agresión militar, económica, política, cultural y económica contra el pueblo de Palestina.
Ahora o nunca. Como dijo Mahmud Abbas, representante de la Autoridad Nacional Palestina en la ONU: la paz sin colonias, o no habrá paz.
https://www.alainet.org/es/articulo/152805
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