Autoritarismo en tiempos de crisis

07/09/2011
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Una acelerada contrarrevolución política está teniendo lugar en los principales centros del capitalismo afectados por una grave crisis del sistema capitalista, y se manifiesta en el ya público deseo de enterrar sin ceremonias la democracia.
 
Nada menos que el primer ministro holandés Mark Rutte y su ministro de Hacienda Jan Kees de Jager publican esta semana en el diario Financial Times un artículo en el cual exhortan a la “expulsión forzada” de Estados miembros de la zona euro. El diario, en un artículo que acompaña esa declaración de Rutte y De Jager, afirma que ambos proponen el nombramiento de un “zar” con poderes para dictar la política fiscal y de gastos de los Estados miembros de la zona euro, y poder expulsar fuera de la zona euro a los Estados que no cumplan con el dictado. Tal propuesta, como la define el portal de economistas de Eurointelligence (1) implica el nombramiento de un dictador para la zona euro.
 
Mientras tanto en Grecia, España y otros países los gobiernos ignoran, por no decir que desprecian, la voluntad popular,  y como se ha vuelto corriente usan la aplanadora del Ejecutivo para adoptar o hacer adoptar en las legislaturas todas las medidas que permiten imponer un régimen permanente de austeridad favorable al sistema financiero, como es la “regla de oro” para evitar futuros déficits presupuestarios.
 
De lo que se trata es de limitar constitucionalmente la política del gasto estatal para asegurar el pago a los acreedores de una deuda estatal, formada en lo esencial por las deudas privadas del sistema financiero y asumidas por los Estados para salvar de la insolvencia a los bancos y especuladores financieros. Y para pagarle a los acreedores hay que cortar los programas sociales que alivian la situación de los desempleados, los pobres y desclasados por la crisis, las pensiones y el acceso a la educación y los cuidados médicos, por ejemplo.
 
Y esta automutilación del poder soberano se agrega a las efectuadas ya por los gobiernos, como por ejemplo la cesión del control de la política monetaria al Banco Central Europeo, que responde a los intereses de las finanzas privadas y no a los intereses de los pueblos o gobiernos europeos.
 
“Adiós a todo eso”
 
Mike Lofgren, un “staffer” profesional que en las últimas tres décadas trabajó al servicio de varios legisladores Republicanos en el Congreso de Estados Unidos, acaba de publicar (2) una severa crítica del sistema político estadounidense, o sea del sistema bipartidario que asegura la alternancia en el gobierno, y que define como “completamente infestado por los dineros de las corporaciones”, que ha capitulado ante las grandes empresas.
 
Lo que Lofgren denuncia, y que tiene relevante importancia porque es una crítica de alguien que durante tres décadas fue parte de esa maquinaria, es la “especie de terrorismo político”, la creación de “situaciones de toma de rehenes” como sucedió recientemente con el procedimiento legislativo para aumentar el plafón de la deuda pública, cuando los Republicanos “usaron la crisis fiscal y literalmente tomaron a las economías de Estados Unidos y del mundo como rehenes para lograr lo que realmente querían”, o sea continuar con el desmantelamiento de todos los programas sociales, algo que ese partido – a veces con el concurso de los Demócratas - ha venido aplicando desde la presidencia de Ronald Reagan.
 
“Debería haber sido evidente para observadores con una visión límpida que el Partido Republicano es cada vez menos un partido político tradicional en una democracia representativa, y que está deviniendo algo así como un culto apocalíptico, o uno de esos partidos intensamente ideológicos y autoritarios del siglo 20 en Europa. Esta tendencia tiene varias implicaciones, y ninguna de ellas placentera”.
 
Y más adelante añade que el Senado ha dejado de ser funcional porque “virtualmente cada proyecto legislativo, cada nominación que necesita ser confirmada por el Senado y cada moción (que requiere de un) procedimiento de rutina es ahora sujeto de un abuso (filibuster, en inglés) de las reglas del procedimiento por los Republicanos. No es sorprendente, bajo estas circunstancias, que Washington esté atascado: legislar se ha convertido ahora en una guerra () algo que uno habría podido observar hace 80 años atrás en el Reichstag (Parlamento alemán) de la República de Weimar”.
 
Luego Lofgren cita a Hannah Arendt, quien refiriéndose a la llegada de los nazis de Hitler al Reichstag, desde donde procedieron a la toma del poder, observó que una minoría disciplinada de totalitarios pueden usar los instrumentos de los gobiernos democráticos para minar la democracia en sí misma.
 
El atascamiento como “golpe de Estado”
 
La parálisis política, que se manifiesta en la incapacidad de adoptar los cambios para permitir los reclamados y necesarios progresos socioeconómicos, no es algo nuevo para quien haya observado la política de Estados Unidos desde mediados de los años 60. No solo ha habido un atascamiento político sino un franco retroceso en todos los aspectos imaginables de la vida social, política y económica que son vitales para el pueblo trabajador estadounidense. Un proceso similar – con la pérdida de relevancia y de funcionalidad de las legislaturas y el control cada vez más concentrado en las manos del Ejecutivo – viene asimismo manifestándose en los demás centros del capitalismo mundial, como el Reino Unido, Alemania, Francia, Japón, Italia, Canadá, España y otros países de la Unión Europea.
 
En el caso estadounidense Lofgren destaca que las circunstancias históricas “fabricaron la materia prima”: la desindustrialización y la financiarización de Estados Unidos desde los años 70 produjo una baja del nivel de vida de la clase media blanca, que se halla sin seguridad laboral (o incluso sin empleos), con pensiones y acceso a cuidados médicos que se evaporan y con su principal haber (la casa) perdiendo valor por el colapso de la burbuja inmobiliaria. Los temores de esta clase media blanca “no son imaginarios; su nivel de vida está hundiéndose”. Y los Demócratas, constata, nada han hecho para remediar la situación, sino más bien al contrario, porque ellos fueron los grandes promotores de los desastrosos acuerdos de libre comercio en los años 90 que desplazaron los trabajos al exterior: el TLCAN, la Organización Mundial del Comercio, el estatuto de “la nación más favorecida” para China.
 
La crítica de Lofgren fue alabada por otro “staffer”, en este caso un Demócrata que comenzó a trabajar en el Congreso en 1985 y acaba de retirarse (Ver The Atlantic, 6 de septiembre 2011: ‘People Don’t Realize how Fragile Democracy Really Is’, por James Fallows).
 
Lofgren enfatiza que los Republicanos, que se alimentan de esta situación para seguir ampliando la coalición de fuerzas ultraconservadoras, no están divididos en dos facciones – el ala de los “negocios” y la de los grupos religiosos -, como opinan algunos analistas liberales: “no hay desacuerdos fundamentales entre las dos facciones sobre hacia donde llevar el país, sino solamente en cuán lejos en esa dirección quieren llevarlo. Los plutócratas (del ala de negocios) quisieran hacerlo retroceder hasta la “Edad Dorada” del siglo 19 (3), y los teócratas (el ala religiosa) quieren retrocederlo hacia finales del siglo 17, a los juicios contra las “brujas” de Salem. De cualquier modo, esos consumados plutócratas, los hermanos Koch (4), están bombeando grandes sumas de dinero en la campaña presidencial de (la Republicana) Michele Bachman, por lo cual nadie debería ver diferencias entre plutócratas y teócratas”.  
 
Y concluye su larga y bien fundamentada crítica al sistema político estadounidense afirmando que los Republicanos han perfeccionado una “nueva forma de (hacer) política que es exitosa electoralmente al tiempo que desata grandes desastres políticos” y que eso es una indicación del “crepúsculo del proceso democrático como del estatus de Estados Unidos como la principal potencia mundial”.
 
En busca del poder total
 
Jean-Luc Mélenchon, candidato del Frente de Izquierda para las elecciones presidenciales del 2012 en Francia, alerta en su blog (5) contra “la tentación autoritaria” y “el golpe de Estado de los financieros” que amenaza a su país y al resto de Europa: “Una nueva etapa de la tentación autoritaria fabricada por los dirigentes liberales comienza en Europa con la imposición de la ‘regla de oro’. Esta es la consecuencia de su visión política de cual es ‘la única política posible”.
 
Mélenchon es uno de los pocos políticos europeos que analiza y denuncia claramente la peligrosa coyuntura socioeconómica, de que sólo hay una política posible, destacando que “estamos viviendo el momento político del divorcio entre el capitalismo mundializado y la democracia”, y cita al autor y periodista Hervé Kempf, quien en su libro L’oligarchie ça suffit, vive la démocratie (Editions du Seuil, Paris, 2011) recuerda frases que evidencian el sueño autoritario, por no decir totalitario, de la plutocracia dominante.
 
En las citas de Kempf figuran algunas del semanario The Economist, como por ejemplo la siguiente: “los electores europeos son el mayor obstáculo a las ambiciones (de Europa) de devenir más dinámica y performante;  o de Christophe Barbier, redactor jefe del semanario L’Express, quien al referirse a la necesidad de un nuevo “tratado europeo” escribió que como “los pueblos jamás validarán tal tratado (…), un putsch (golpe de Estado constitucional) legítimo es necesario”; o la propuesta de una  “dictadura bien intencionada” que Alexander Adler, comentarista de France-Culture y miembro del equipo editorial de Le Figaro, recomienda para que Grecia pueda pagar a sus acreedores – bancos alemanes y franceses en particular -una fraudulenta deuda concebida y organizada por nada menos que Goldman Sachs.
 
Lo que estamos viviendo, según Mélenchon, es un proceso que comenzó en los años 70, con el golpe de Estado contra el presidente electo Salvador Allende y la instauración de una larga dictadura por el general Augusto Pinochet, el mismo que abrió las puertas a los “Chicago boys” de Milton Friedman para transformar la economía chilena en la primera experiencia de las políticas neoliberales.
 
En efecto, América latina ha sido la tierra donde Estados Unidos – como afirma el historiador estadounidense Greg Grandin – experimentó todas las políticas imperiales y económicas que luego aplicó al resto del mundo.
 
Que la democracia, aun burguesa, es un obstáculo para el desenfreno capitalista fue señalado, como refresca la memoria Kempf, por la no siempre recordada Comisión Trilateral (1973), como deja constancia el informe de esa Comisión que en 1975 escribió Samuel Huntington: “muchos problemas de gobierno en Estados Unidos actualmente son producto de un exceso de democracia”.
 
Y el politólogo cubano Roberto Regalado también refresca nuestra memoria al referirse a lo que Huntington escribía en ese mismo informe de la Comisión Trilateral a propósito de la apatía política necesaria para el “buen funcionamiento” de la democracia: “una de las características inherentes a la democracia, burguesa por supuesto, es que una franja de la población no participa, señalando que para que funcione el sistema democrático tiene que haber una cantidad x de individuos, de personas, que no participe, que no esté interesada o en condiciones de ejercer sus derechos democráticos” (6).
 
La apatía política reinante en muchos países puede estar terminando, como dejan ver las movilizaciones de “indignados” en España y otros países, y desde un ángulo negativo también está el aumento del voto de extrema derecha que se manifestó en las recientes elecciones en los países europeos y en Estados Unidos, un voto que se alimenta del sentimiento de impotencia que sienten los ciudadanos frente a un sistema político que no los representa, no los escucha ni atiende sus necesidades.
 
El autoritarismo está afincándose en muchos países y por su naturaleza de clases pronto se manifestará bajo alguna de las formas políticas que los regimenes autoritarios adoptaron en el pasado.
 
¿Será un corporativismo nacido de la fusión entre la oligarquía global (que representa los intereses de las finanzas, de los monopolizados medios de difusión, de las grandes empresas transnacionales) y los partidos de gobierno?
 
Esto no es imposible porque esa fusión funciona cotidianamente en la práctica y todo indica que el marco de la democracia le queda muy estrecho, en los asuntos interiores y también en los exteriores, con el retorno a las políticas colonialistas. Y por eso manifiesta claramente que para consolidar sus planes de seguir enriqueciéndose hasta el infinito a costa del aumento de la pobreza y la miseria en el mundo tendrán que deshacerse de lo que resta de esa democracia burguesa.
 
Todos los indicios apuntan a que “el vientre que ha gestado la bestia inmunda, todavía es fecundo”, como hace seis décadas decía el dramaturgo alemán Bertolt Brecht al enfatizar que no podía excluirse la posibilidad de que en algún momento en Europa resurgiera alguna forma de totalitarismo fascista.
 
La Vèrdiere, Francia.
 
- Alberto Rabilotta es periodista argentino.
 
Notas
 
3.- La llamada “Gilded Age”, entre 1870 y 1890, fue una “era” de auge económico por el desarrollo del ferrocarril, y de enorme crecimiento del sistema financiero y de la especulación, lo cual provocó la gran crisis financiera de 1873.
4.- Los hermanos Koch han influido política y financieramente en la formación del Tea Party, han financiado muchos “think tanks” y causas ultraconservadoras, y acaban de declarar la “madre de todas las guerras” a la Administración de Barack Obama:
5.- Jean-Luc Mélenchon es diputado ante el Parlamento Europeo y candidato a la presidencia del Frente de Izquierda – formado por el Partido de Izquierda y el Partido Comunista Francés – para las elecciones presidenciales del 2012 en Francia.
La tentación autoritaria: http://www.jean-luc-melenchon.fr/
6.- ALAI; Entrevista a Roberto Regalado, por Osvaldo León,  http://alainet.org/active/32256
https://www.alainet.org/es/articulo/152403

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