El fantasma de la crisis sobre los mercados

02/09/2011
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La crisis económica internacional, surgida en 2008, se profundiza. Todos los países han hablado en estos años sobre la reactivación de sus economías nacionales y el fin de la crisis, gracias al éxito de sus políticas económicas, entre ellos México, pero la realidad ha sido que no ha habido voluntad política para enfrentar globalmente los desequilibrios económicos mundiales, puestos al descubierto por la crisis de los subprimes en Estado Unidos y las cumbres del Grupo de los 20 (G20), han sido incapaces de llegar a acuerdos concretos para reformar la economía mundial y establecer las normas para regular los mercados financieros.
 
El G20, que agrupa a los siete países más ricos del planeta y a los países en desarrollo o emergentes como Argentina, Brasil y México en América Latina, se ha atribuido el derecho a reformar la economía mundial para restablecer el equilibrio perdido, a espaldas de la mayoría de los países del planeta, pero sin resultados, a no ser porque logró revivir al Fondo Monetario Internacional (FMI) y sus viejas recetas, para solucionar los problemas de endeudamiento en los países europeos y el establecimiento del sistema de medición de la stress o pruebas de resistencia de las autoridades bancarias.
 
Para no sucumbir ante la crisis y compartir la suerte del capitalismo en crisis, el FMI ha cedido parte del poder de su Directorio a las potencias emergentes del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), que ahora tienen más voz y voto, siguiendo los pasos del Banco Mundial (BM) que en 2010 aprobó una reforma de su sistema de representación, para dar más peso a los países emergentes, que ahora cuentan con un 3.13% más de derecho de voto, aumentando su cuota a 47.2%, frente al 53% de los industrializados.
 
No ha sido la crisis de 2008, sino la profundización de la misma y la aparición de nuevos rasgos en ésta, como la crisis de la deuda en los países desarrollados de Europa y Estado Unidos, lo que está haciendo entender a los países del G20 que la globalización de la economía exige a los gobiernos del planeta una mayor coordinación para tomar medidas para contener la crisis y restablecer el equilibrio, pues ya no pueden tomar medidas unilaterales sin considerar el impacto que éstas tendrán en el resto del mundo, tal como lo está haciendo Estado Unidos, que al aumentar la circulación mundial de dólares pone en riesgo la recuperación económica y la salud del comercio mundial.
 
En el olvido quedó el intento del presidente de la Asamblea General, Miguel D'Escoto Brockman, en 2009, de buscar en la ONU soluciones a la crisis que tomaran en cuenta el interés de todos los países y no sólo el de las naciones ricas, cuando los 192 países miembros aprobaron convocar a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la crisis financiera y económica y sus efectos en el desarrollo, del 24 al 26 de junio de 2009, pero los países desarrollados le dieron la espalda y sólo algunos mandatarios latinoamericanos acudieron a la cita.
 
Ahora la crisis económica se profundiza y la alimentaria, que en 2007 advirtiera la FAO de la urgencia de atender, se agiganta ante la lentitud de las reformas. De nuevo el planeta sigue dependiendo de la suerte de la economía de Estados Unidos y cada día somos testigos del desplome de las bolsas de valores, donde los inversionistas siguen refugiándose en el oro ante la incertidumbre mundial, haciendo que la onza de oro alcance nuevos récords al venderse el 18 de agosto en 1,825 dólares.
 
Ahora el mundo continuará pendiente del plan económico que presentará en septiembre el presidente Barack Obama, con el fin de crear empleos e impulsar el crecimiento, plan que enfrentará la resistencia de los republicanos, pues no permitirán que se convierta en héroe, frente a las elecciones presidenciales de 2012, en una crisis que ellos provocaron al cerrar los ojos en el gobierno de Bush. Uno de los ejes del plan de Obama será el compromiso para reducir el déficit presupuestario de más de 1,500 millones de dólares en ahorros en 10 años, lo cual tendrá repercusiones sobre la demanda de importaciones mexicanas a la larga; un déficit que se espera llegue este año a 1,600 millones.
 
Fuente: Forum en línea
https://www.alainet.org/es/articulo/152349

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