¿Cae Gadafi en Libia?

21/08/2011
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En la noche que va del domingo 21 al lunes 22 la oposición libia ha avanzado hasta la capital Trípoli, donde habría capturado a dos hijos de Gadafi (Saif al-Islam y Muhammad) y a la plaza verde (donde éste solía congregar multitudes en mítines para apoyar a su régimen). Al Yazeera afirma que ya está pronta la victoria de los ‘rebeldes’, algo que tanto ansía Qatar (el país base de dicho canal árabe), mientras que el presidente de EEUU Obama y el premier británico Cameron declaran que se acerca el fin de Gadafi.
 
¿Eso significa que Gadafi va a caer? ¿Qué puede pasar si ello acontece? ¿hay alguna posibilidad para que Gadafi se recupere o se mantenga desafiante?
 
Cautela
 
Sin embargo, esas informaciones deben ser tomadas con pinza. La BBC afirma que Gadafi aún tiene 65,000 tropas en Trípoli y contra casi la mitad de Libia. Las imágenes de grandes celebraciones con multitudes en las calles y fuegos artificiales que ésta o Al Yazera transmiten no son tanto de Trípoli como de las urbes del este de Libia que son la base del anti-gadafista Consejo Nacional de Transición (CNT).
 
Un día antes de dicho avance diversos medios muy influyentes en Occidente alertaban contra la posibilidad de un excesivo optimismo. Stratfor, la principal agencia de análisis políticos y militares de EEUU, veía muy difícil una rápida caída del régimen debido a que las tropas ‘rebeldes’ que avanzaban sobre Trípoli son pocas (apenas en número de pocos miles), muy inexpertas, están desconectadas del eje del territorio que controlan al oriente del país y carecen de la moral y el entrenamiento para librar una prolongada lucha casa por casa en la capital contra los gadafistas.
 
Para Stratfor las fueras de Gadafi han mostrado mayor disciplina y apoyo de lo que inicialmente se esperó en yanto que con la de los rebeldes se ha presenciado lo opuesto. Esta agencia concibe que los bombardeos de la OTAN han jugado y jugarán un rol clave en ir minando a Gadafi, pero su poder de acción sobre la capital (en cuyo casco metropolitano residen entre 1 y 2 millones de los 6,5 millones de libios) es limitado si es que no quiere producir muchas bajas civiles, lo cual dañaría su reputación y sus justificativos contra Gadafi.
 
A pesar de los reportes que muestran celebraciones en Trípoli por la supuesta caída de Gadafi Stratfor propone tomar cautela pues mientras que las tropas de Gadafi mantengan su lealtad y el régimen no se desploma o huya a los rebeldes no les sería fácil reclamar la capital.
 
Las tropas de Gadafi están bien armadas y entrenadas y si deciden resistir será difícil derrotarlas plenamente mientras que Trípoli puede transformarse en un infierno. Una de las últimas alocuciones radiales de Gadafi (quien no quiere aparecer en video alguno ni da a entender dónde puede estar ocultándose) sugiere que la capital está bajo amenaza de ser destruida (no por él sino por sus contrincantes cuando intenten derrumbarlo). Algunos analistas han llegado a comparar la resistencia que él pueda liderar con la que tuvieron los alemanes en Berlín y otras urbes en la II Guerra Mundial donde se peleó casa por casa.
 
Un comentarista de Sky (Tim Marshall) sugiere que a la OTAN podría no convenirle una caída rápida de Gadafi a fin de no generar un vacío político, como el que se dio en Bagdad 2003. Cuando se dio el desplome de Hussein numerosos grupos locales adquirieron mucho poder dando paso a saqueos pero también al fortalecimiento de milicias islámicas que, a la postre, liberaron zonas de la capital y chocaron con las tropas anglo-americanas de ocupación.
 
La capturada plaza verde (Green Square), si bien tiene un carácter simbólico importante no queda ni en el centro de Tripoli ni cerca de donde esta el Ejecutivo, el Legislativo, la residencia o la TV de Gadafi
 
El avance sobre Trípoli
 
A fin de evitar un mayor derramamiento de sangre una posibilidad puede ser la de darle a Gadafi y a sus seguidores una ruta para que se rindan a cambio de inmunidad o protección contra represalias, algo que no parece verse como una real posibilidad.
 
El domingo al mediodía el ministro de informaciones Moussa Ibrahim dio una conferencia de prensa en inglés donde dijo que ya había entonces 1300 muertos y 5000 heridos en Trípoli, aunque esta cifra se iba a agigantar a niveles inimaginables. Según él los contrincantes de Gadafi carecen de un proyecto propio y son bandas unidas en su odio contra el régimen y en sus deseos de vengarse de las tribus y pueblos que han apoyado a la revolución, los cuales solo han podido avanzar debido a que los bombardeos de la OTAN cuyo objetivo no es proteger civiles sino destruir totalmente al régimen nacionalista. Él propone un inmediato alto al fuego y resumir el diálogo con lo cual bien podría insinuarse un posible repliegue del régimen y un exilio de Gadafi a costa de ciertas concesiones y garantías. 
 
George Friedman, director de Stratfor, cree que la amenaza que la corte criminal internacional plantea a Gadafi en sentido que él pudiese correr la misma suerte de Milosevic y otros apresados y juzgados en La Haya, no permite ofrecer una salida negociada y, más bien, incentiva a que los que no tienen nada que perder persistan en el poder y se aferren a éste aunque los cadáveres se sigan amontonando.
 
Una carta importante que deben estar jugando los aliados es a la de querer provocar un levantamiento civil anti-Gadafi en la capital. Esto último dividiría a la resistencia del gobierno creando deserciones y provocando el colapso del régimen.
 
De allí que ahora el eje de las potencias occidentales no sea tanto el de derrotar a Gadafi con bombardeos militares sino mediante bombardeos de noticias que tiendan a desmoralizar a sus seguidores y a producir un levantamiento espontáneo en la capital.
 
Franco Frattini, canciller italiano, asegura que Gadafi controla menos del 15% de Trípoli, la cual habría ido cayendo con poca resistencia del régimen. No obstante, un reportero de la BBC le contradice al indicar que hay muchos francotiradores y atacantes que se han escondido en la capital buscando emboscar. El resistir en una gran urbe puede ser una forma de ir minando a unos contrincantes que ya no pueden tener la misma cobertura de aviones (para no generar mucho costo de vidas civiles) e irlos desmoralizando en un terreno adverso.
 
Las particularidades de Libia
 
La actual situación libia contrasta tanto con los dos países que la bordean (Túnez y Egipto donde sus dictaduras cayeron tras masivos levantamientos populares) como con los últimas dos repúblicas musulmanas que EEUU y sus aliados bombardearon hasta deponer a sus regímenes (Afganistán 2001 e Irak 2003).
 
A diferencia de los levantamientos masivos, espontáneos y relativamente pacíficos que tumbaron a los dictadores de Túnez y Egipto, en Libia (el país que está al medio de ambas naciones árabes del noreste africano) la OTAN no ha buscado llegar a un acuerdo con la debilitada dictadura que fue su tradicional aliada, sino que ha sido la fuerza motriz que ha armado y financiado al levantamiento.
 
A diferencia de sus vecinos Ben Alí o Mubarak, Gadafi ha sido capaz de mantener apoyo en varios sectores populares, particularmente en el oeste y centro de Libia.
 
A diferencia de Kabul y Bagdad donde los EEUU y sus aliados derrocaron a sus gobiernos mediante tropas de ocupación que las capturaron y que las siguen controlando, en Libia la OTAN se ha cuidado de no aparecer como un ‘ocupante’ o de haber destinado tropas suyas. Su estrategia se ha basado en dominar los aires desde donde han ido bombardeando a los gadafistas (incluso tratando de producir un magnicidio) y en enviar armas, dinero y entrenadores para desarrollar una fuerza armada local que puedan utilizar como su peón.
 
La heterogeneidad del anti-gadafismo libio
 
No obstante, el gran problema que tiene el conglomerado de fuerzas que se han unido a la OTAN para tumbar a Gadafi es que éste es muy heterogéneo.
 
Esto no es algo nuevo. Basta ver que el actual mandatario afgano fue un aliado talibán y que varios de sus ministros fueron sanguinarios criminales de guerra que durante el conflicto se masacraron entre sí mutuamente. Empero, en Afganistán todo ese arco heterogéneo está bajo la supervisión directa de EEUU que ocupa dicha nación.
 
En Libia los aliados deben buscar controlar la situación sin tener tropas suyas en el suelo.
 
El Consejo Nacional de Transición (CNT) es el gobierno libio que la mayoría de los países europeos y norteamericanos reconocen. Sus principales componentes fueron ministros de Gadafi hasta el inicio de la revuelta de febrero 2011, por lo que todos ellos tienen las manos manchadas con todos los crímenes que ellos quisieran enrostrarle a su ex líder.
 
Éste está presidido por Mustafá Abdul Jalil quien fue ministro de justicia de Gadafi desde el 10 de enero del 2007 al 27 de febrero del 2011 y su primer ministro es Mahmoud Jibril, quien fue el jefe de la junta nacional de desarrollo económico de Gadafi en ese mismo periodo.
 
El comandante de las fuerzas armadas de dicho Consejo era el general Abdul Fatah Yunis, quien había sido hasta Febrero 2011 el ministro del interior de Gadafi y su número dos. No obstante, hace menos de un mes él fue asesinado en el 28 de julio.
 
Tal hecho produjo la remoción cupular de todos los ministros del Consejo, lo cual evidencia la poca homogeneidad, consistencia y democracia de dicho organismo.
 
Mientras el CNT oficialmente acusaba a Gadafi de haberlo matado, Trípoli afirmaba que él fue ejecutado por un ala del propio Consejo.
 
De hecho los diferentes grupos islamistas que conforman diversos destacamentos armados anti-Gadafi no le perdonan a Younis y a otros ex funcionarios de Gadafi por haberles masacrado cuando estuvieron en el poder en Trípoli.
 
Estos últimos tienen abiertamente una agenda que busca hacer que la ley coránica (Sharia) sea el código de justicia teocrático de la nueva Libia. Mohammed Busidra, quien lidera una coalición de fuerzas islamistas que van desde los ‘Hermanos Musulmanes’ libios (ligado al partido del mismo nombre en Egipto que fue la mayor fuerza contra Mubarak y al Hamas palestino) hasta el comando 17 de Febrero de los hermanos Al-Sallabi, quienes quisieran tomar la presidencia y sacudirse de los ex gadafistas. El Grupo de Combate Islamico Libia (antigua sección de Al Qaeda) es parte de la coalición armada contra Gadafi.
 
El vicepresidente del CNT, Abdul Hafiz Ghoga, es un abogado de derechos humanos que representa a otro sector más interesado en la democracia política y diferente de ex ministros del régimen o islamizantes.
 
Posibles escenarios
 
Mientras Al Yazeera informa que hay en curso una serie de tratos para buscar un lugar donde Gadafi podría asilarse (como puede ser Angola o Zimbabue) en tanto que Venezuela condena las acciones de la OTAN y la OTAN condena la resistencia de Gadafi, el escenario puede cambiar rápida, drástica o impredeciblemente de acuerdo a muchos factores.
 
No se descarta una prolongada resistencia de Gadafi o que él vuelva a retomar la iniciativa (como antes pasó durante este conflicto) o que se produzcan guerrillas urbanas o rurales que reivindiquen la revolución verde de 1967.
 
El buscar dar con Gadafi ya sea para capturarlo u obligarlo a que se refugie es una movida clave.
 
Sin embargo, no se puede saber qué pasará en Libia en caso de que caiga Gadafi. Mientras la OTAN buscará que allí se imponga un gobierno con credenciales liberales que abra las puertas a un sistema multipartidario y una economía abierta que haga que el Estado se retire de la inversión petrolera para dejar que ésta se vaya traspasando a una serie de consorcios extranjeros, será inevitable una lucha por el poder entre la heterogénea oposición y las tribus que la conforman.
 
Al igual que se vio en Irak van a darse una serie de milicias con una agenda islámica aunque, posiblemente, no tanto ligados al Irán chiita como a los Hermanos Musulmanes de Egipto y al Hamas palestino (el cual en estos días llegó a romper su tregua de 2 años y atacar a Israel).
 
La tesis de que éste va a ser un nuevo movimiento democratizante en la región es discutible. Por una parte el desplome de Gadafi no es tanto un producto de un levantamiento interno como de una intervención militar de todas las potencias occidentales. De otro lado, las credenciales democráticas de los principales líderes del CNT son nulas debido a que hasta el inicio de este mismo año fueron ministros de la misma ‘tiranía’ que hoy llaman a deponer. Además, gran parte de los países árabes que apoyan al CNT son petro-monarquías autocráticas, en tanto que la bandera y el himno nacionales que emplea el CNT son los de la monarquía autocrática de Idris : el rey de Libia de 1951 a 1967 (ver figura del costado). Mientras la actual bandera oficial libia es de un solor color (verde) y carece de motivos religiosos, la del CNT es la de la depuesta familia real con la estrella y la media luna musulmanas.
 
Una Libia post-Gadafi se convertirá en un nuevo campo de batalla entre quienes quieran una economía lo más abierta posible a la inversión extranjera y quienes quieran mantener varias de las altas formas de intervención estatal sobre el mercado y el petróleo, lo que en el pasado gestó un sistema de beneficios populares y clientelismos; entre quienes pidan una mayor apertura democrática y los antiguos funcionarios reacios a ello o los partidarios de una república islámica; entre quienes quieran conservar y extender los derechos de la mujer (Libia es el país musulmán donde hay más leyes favorables a la independencia de este género) y quienes quieren restituir el velo o la ley coránica; y entre quienes propongan una economía y democracia liberales tipo Europa y los sindicalistas que apunten a una agenda social.
 
Repercusiones internacionales
 
Lo que pase en Libia definirá cómo evolucione la ola de levantamientos populares dentro de los países árabes y lo que pueda pasar en Israel.
 
Algo que llama la atenciones es que, a diferencia de lo que pasó con Irak cuya invasión produjo masivas protestas (incluyendo marchas que sumaron más de 10 millones de personas en diversas ciudades de Europa y EEUU), los bombardeos en Libia no han producido mayor ola de rechazo en occidente. Esto en parte se explica porque no se han enviado tropas, se mantiene un discurso de apoyo a una insurgencia democrática local, no se ha pasado por encima de la ONU y quien dirige estas incursiones es el primer presidente negro de EEUU cuya agenda anti-Gadafi es secundada por la Internacional Socialista.
 
En cierta manera también tendrá repercusiones en América Latina donde los 8 países del bloque del ALBA cuestionan la intervención de la OTAN (y Venezuela o Nicaragua han mostrado preferencias por Gadafi) y han puesto como miembro observador de su bloque bolivariano a Siria.
 
Lo acontecido en Libia puede ser tomado como una advertencia de lo que EEUU puede hacer frente a regímenes contestatarios con mucho petróleo.
 
A todo ello debe sumarse una nueva lección. El castigo a Gadafi debería indicar una tarjeta amarilla para diversos gobiernos críticos a EEUU en el mundo o a Irán para que no se siga armando.
 
Sin embargo, en Irán y Corea del Norte hay algo que sus regímenes pueden ir estando evaluando. Los dos últimos países que han sido bombardeados son aquellos que voluntariamente auto-desmantelaron sus armas de destrucción masivas, los mismos que, a cambio, en vez de recibir un buen trato, fueron ‘recompensados’ con una masiva intervención extranjera, la cual ganó confianza al saber que no habría muchas armas letales para hacerle frente.
 
Isaac Bigio es analista internacional. Ha enseñado ciencias políticas en la London School of Economics & Political Sciences. www.bigio.org
 
https://www.alainet.org/es/articulo/152001?language=es
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