Debates intelectuales en Brasil
26/06/2011
- Opinión
Estamos protagonizando una serie de discusiones muy interesantes en Brasil. Primero, entre el 22 y 24 de junio en la Universidad de Uberlandia, en el Estado de Minas Gerais. Somos unos 600 participantes para discutir 300 ponencias en el 16º Encuentro de la Sociedad de Economía Política (SEP), entidad donde se agrupan economistas críticos de una izquierda plural que reúne desde marxistas a quienes discutieron tempranamente el enfoque de la corriente principal, neoliberal, en los 80´ y 90´. En sí mismo es un acontecimiento novedoso y que expresan los nuevos tiempos que corren.
Muchas veces se piensa en tiempos de derrota, sin embargo, la magnitud de jóvenes de pensamiento reflexionando críticamente sobre nuestro tiempo habilita expectativas esperanzadas.
Junto a ese cónclave se organizó el coloquio de la SEPLA, Sociedad Latinoamericana de Economía Política, con 50 representantes de varios países de la región (Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, Uruguay), e incluso de Europa.
La cita siguiente fue en Guararema, cercano a San Pablo, en la Escuela Florestán Fernández del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra de Brasil, donde 70 participantes de 16 países de la región participaban de un curso de formación política. Allí pudimos presentar nuestros puntos de vista y discutirlos con un activo militante con práctica social y territorial de muy diversa experiencia, con los matices propios de la fragmentación en nuestro tiempo, sea para abundar en argumentos favorables o críticos a cada una de las situaciones que definen el cambio político en la región.
De especial interés fue el encuentro con parte de la dirección del MST y su Escuela, con los integrantes de la SEPLA y del ESNA, el Encuentro Sindical Nuestra América. Gran cantidad de protagonistas en todas las iniciativas, con una agenda de discusión muy amplia, que incluyen principalmente, los debates sobre la crisis capitalista en curso, la situación latinoamericana y obviamente las realidades nacionales, especialmente de Brasil. Una cuestión de interés sobre la crisis remitió a los alcances e impactos de la misma.
Evaluación sobre la crisis capitalista
Se llamó la atención sobre un discurso generalizado (en gobiernos y en cierta parte de la izquierda) que coloca a nuestra región por afuera de la crisis, motivado en los datos de la evolución macroeconómica, con registros por encima del promedio mundial durante el desempeño de la crisis desde 2007. La réplica transita el argumento de la funcionalidad de la economía regional a la demanda mundial de materias primas producidas bajo la dominación de las transnacionales de la alimentación, la biotecnología o la minería.
De alguna manera, las mismas razones del “éxito macroeconómico” en nuestros países, explican elementos esenciales de la crisis mundial. El alza de los precios del petróleo, que mejora los indicadores de los países productores de hidrocarburos; o la evolución de los precios de oleaginosas, granos o carnes respecto de los productores de alimentos; o del oro, cobre u otros minerales, explican las bonanzas de las cuentas nacionales de esos países, tanto como el incremento de la factura energética, o alimentaria de los países importadores. La realidad remite a una crisis diversa e integral donde los precios de los bienes primarios están asociados al modelo productivo y de desarrollo dominado por las transnacionales.
No se trata de reiterar diagnósticos de la crisis según experiencias anteriores, sean en el Siglo XX ó el XIX. En rigor, las crisis son del orden económico, y este es social, con lo cual existe el aprendizaje de los sectores dominantes, que en tiempo presente ponen en juego lo aprendido en crisis anteriores, y por ello no alcanza con diagnóstico de procesos de crisis previas. Las clases subalternas también necesitan aprender de experiencias anteriores y entender que de cada crisis surgen variaciones en el orden explotador o posibilidades de organizar un nuevo orden, máxime cuando además de las resistencias y acumulaciones populares en nuestramérica, ocurren las rebeliones en los pueblos árabes y europeos. Son expresiones de una dinámica de resistencia que conviene considerar, tanto como la debacle de organizaciones sociales propias de otra época que se encuentran rebasadas por la iniciativa de la nueva organicidad popular.
Las causas de la crisis aluden a múltiples causas, y tienen que ver con la producción y circulación de bienes, servicios y capital en conjunto. Esa es la razón para pensar que el alza de los precios de las materias primas está asociada a la especulación, sí, pero sobre todo a la forma dominante de la producción primaria, dominada por las corporaciones transnacionales. Es el orden productivo el que domina la acumulación y resuelve la dominación, y por ello cuando se discute la crisis, el centro de la crítica debe concentrarse en el orden productivo, o modelo de producción.
La concepción del desarrollo y la cuestión nacional
Es por eso que unos de los debates principales se asociaron a la discusión del modelo productivo o de desarrollo. No puede pensarse en la crisis presente sin considerarse las formas que asume el desarrollo económico contemporáneo.
Es más, al discutirse el crecimiento de la economía latinoamericana en el presente se puso en evidencia las características de ese proceso, cuyas respuestas centrales se vinculan al creciente proceso de primarización de nuestras economías, lo que permite importantes excedentes comerciales y fiscales. Son políticas que permiten contener el conflicto social con políticas sociales compensatorias. Son medidas que no modifican estructuralmente a nuestras sociedades pero que satisfaciendo ciertas necesidades de consumo popular contienen la protesta y conflictividad del orden social y político.
Un interrogante se vincula a si el modelo productivo en curso puede resolver las demandas sociales, o si por el contrario exacerba las condiciones actuales de crisis. El tema se puede considerar observando el comportamiento del sector primario y el industrial. Para el primer caso se observa un orden productivo dominado por las transnacionales de la agricultura y el sector exportador de bienes primarios, sean alimentos o minerales, cuyo destino es el abastecimiento de las necesidades del mercado mundial, sea para agro negocios, la especulación, o la energía en base de productos primarios. En materia de desarrollo industrial, el eje de las decisiones continúa siendo impulsado desde las casas matrices de las empresas transnacionales, y desde los principales Estados capitalistas.
La ocasión de la reunión de la SEPLA fue propicia para celebrar 40 años de la teoría de la dependencia, especialmente a aquellos, caso de Theotonio dos Santos, que desde el marxismo discutieron la posibilidad del desarrollo capitalista bajo la dependencia. La polémica tiene actualidad, pues existe una tesis que alude al desarrollo contemporáneo subordinado a las tendencias del mercado mundial. Allí no se puede pensar en términos de políticas alternativas, y menos aún, de instrumentos diversos puestos al servicio del gobierno y del pueblo.
No resulta menor discutir el modelo productivo, ya que de esa discusión depende el orden social a proponer por el capitalismo. ¿Cuál es el agro a desollar y promover? ¿Es la extensión de cultivos, como la soja? ¿Puede penarse en una promoción productiva autónoma de las líneas establecidas por la cúpula académica y política? Pretender instalar una lógica productiva alternativa supone discutir la subordinación de los sectores empobrecidos al ritmo que imponen el capital. La memoria del pensamiento crítico de los 60´ acudió a las reflexiones colectivas para pensar en la vigencia y actualidad de un pensamiento crítico que apunte a resolver los dilemas del presente.
Con esa base de pensamiento se reflexionó sobre la evolución de la economía de la región latinoamericana, especialmente el papel de Brasil. Según varios pensadores del país vecino, la concepción de “economía potencia” retornó al debate académico y político. En ese sentido se vuelve a utilizar la categoría de “subimperialismo” (instalada por Rui Mauro Marini) para designar el papel de Brasil en la promoción de sus experiencias de origen, sean empresas estatales o privadas. El BNDES del Brasil es un gran instrumento para viabilizar ese proceder, pues con una gigantesca cartera de créditos, estimula la presencia de empresas brasileñas en los mercados de los países vecinos y con ello disputa la ampliación y la consideración del sistema capitalista para su reconocimiento.
Conclusiones
La discusión de fondo pasa por la articulación de actores sociales y políticos que protestan contra variantes del proceso de acumulación. Para ello hace falta un proceso de investigación y de formación integral, con participación de los intelectuales como orgánicos del movimiento popular, una cuestión delicada por ambas partes. Es un dato que los movimientos utilizan los “servicios” profesionales del saber específico, con límites para integrarlos orgánicamente al movimiento, incluso a sus esferas de decisión. Tanto como que los intelectuales asumen un papel del saber sobre la praxis de la militancia social, auto asignándose una misión de transferencia unilateral y vertical del conocimiento.
Unos y otros necesitan ganar en confianza mutua para interactuar en la búsqueda de nuevas síntesis conceptuales que mejor permitan conocer la realidad para transformarla. Contribuir al debate intelectual y de la práctica cotidiana es fundamental para adicionar consenso consciente al proceso trasformador. La teoría del cambio y la revolución demanda de nuevos sujetos asumidos en la transformación social, dotados de un programa o rumbo tendiente a la desmercantilización y contra la explotación. Un proceso que requiere el ensayo de nuevas formas de organización de la respuesta de los sectores populares hoy fragmentados.
La renovación del pensamiento en la praxis compartida del saber específico y el saber popular es parte del camino a recorrer para hacer realidad la materialidad del cambio social.
Julio C. Gambina
Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP
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