El ser humano como combustible de la economía

28/05/2011
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El dinero, como las balas, no nació culpable. Fue el hombre con su enorme capacidad de transformación del entorno quien se ocupó de crear un escenario en el que ha sido posible que el dinero alcance conquistas que los propios derechos humanos solo pueden soñar.
 
A lo largo de su historia, el dinero ha propiciado la expresión de las más oscuras cualidades humanas. El dinero ha hecho posible que todo tenga un precio, desde una manzana hasta la propia vida humana, pasando por la honradez de un político o la imagen de un empresario.
 
Con una velocidad extraordinaria, el dinero pasó de ser una herramienta de progreso, un medio, a convertirse en el fin mismo, más allá del cuál no existe ninguna otra cosa. El camino recorrido por el dinero hasta su deificación por los más codiciosos de entre los hombres, está sembrado de víctimas, de dolor, de sufrimiento, de menosprecio a la vida humana, y todo en aras de la rentabilidad empresarial, del beneficio de unos pocos.
 
Uno de los ejemplos más vergonzantes es el caso de la compañía Telefónica, que pretende despedir, con ayuda del dinero público, a 8.500 trabajadores[1], mientras su contabilidad refleja unos beneficios multimillonarios y sus directivos ven premiado su “esfuerzo ahorrador” con deshonestas retribuciones[2].
 
Uno de los ejemplos más hirientes y denigrantes para el ser humano, es el curioso caso de una compañía tabaquera multinacional, de origen estadounidense, que presenta una demanda contra el Estado uruguayo, alegando que las medidas sanitarias antitabaco están perjudicando comercialmente a la compañía[3]. Es decir, una persona jurídica demanda al representante de 3,5 millones de personas porque… no gana suficiente dinero a costa de la salud de buena parte de esos 3,5 millones de personas. Baste decir que esta compañía obtuvo en el primer semestre de 2010 unos beneficios cercanos a los 3.000 millones de euros[4], un 22% más que en el mismo periodo del año anterior.
 
Y el mayor ejemplo de estulticia, es el protagonizado por el necio colaborador necesario para la culminación del poder del dinero sobre el Hombre: los medios de comunicación. En este caso se trata del diario ABC, que publica un artículo de opinión bajo la apariencia de noticia, y con el título: “¿Cuánto cuesta una revolución?[5]”, en el que hace una valoración del impacto que ha supuesto la revolución egipcia en la economía de aquel país, controlada mayoritariamente por multinacionales occidentales[6], dicho sea de paso. El simple hecho de anteponer el coste económico que supone para unos pocos la revolución, al coste social que supondría para la mayoría no haberla hecho, supone ya un escarnio para el Hombre. Nótese además la malintencionada advertencia que supone para otras revoluciones la generalización del título de un artículo de opinión que habla exclusivamente de la revolución egipcia.
 
Visto todo esto es fácil prever que el futuro del Hombre empeorará al mismo ritmo que mejore la economía de los más poderosos, los que viven más allá de las nubes de las crisis.
 
Puede que solo sean impresiones mías, pero creo que es urgente y vital para el futuro del Hombre, sustituir este sistema capitalista por otro cuyo combustible no sean las personas.
 
Notas
 
 
 
https://www.alainet.org/es/articulo/150067?language=en
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