España, hacia un peor futuro

23/05/2011
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Para quienes suponen, incluso los mismos votantes de este domingo 22, que con el triunfo de la derecha en España, la ultra de José María Aznar y Mariano Rajoy —ganó el PP, el Partido Popular por amplia mayoría las elecciones locales, “municipales y autonómicas”; el preludio del fin de la era José Luis Rodríguez Zapatero— sacará al país de la situación crítica en la que se encuentra, mejor que comiencen a mudar sus esperanzas. Todo lo contrario; la situación será peor, como siempre resulta con la derecha enquistada en el poder. Y las razones son varias.
 
Porque las condiciones de ahora escapan a los cánones tradicionales en por lo menos dos asuntos: 1) Los planteamientos desde los partidos políticos para resolver la crisis económica son inexistentes, sobre todo por sus orígenes que están más allá del contexto español, y; 2) Las exigencias de los jóvenes del 15-M —la protesta social generalizada, apostada en la Puerta del Sol de Madrid— que van más allá de los políticos corruptos, los empresarios, los medios de comunicación coludidos y el bipartidismo; es decir, una movilización que demanda un cambio generalizado en el modelo político, económico y social español. Y no se ve sencillo.
 
Es decir: ni lo uno, ni lo otro. Primeramente, es claro que si los socialistas no tuvieron el atino o el diagnóstico, como le ocurrió a funcionarios de primer orden en muchos países, siquiera de prever la profundidad y el alcance de la crisis económica que azota hoy a los españoles —una responsabilidad del presidente Zapatero, acostumbrado a decidir solo cuestiones fundamentales de conducción durante su gobierno—, menos harán los derechistas a los que representa Rajoy. Y por lo tanto, cualquiera de las políticas que resulten aplicadas por alguno de los dos partidos y sea únicamente en el contexto nacional, quedará rebasada por las circunstancias.
 
Del desempleo, los al menos 5 millones, seculpa al PSOE. Al igual que de las medidas restrictivas tomadas por el gobierno, la política social y las exigencias presupuestales impuestas por los programas de rescate por la [des]Unión Europea y organismos financieros como el propio Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Pero a España, al igual que al resto de los eslabones más débiles de la CE, como Grecia, Portugal, Irlanda, les tomó por sorpresa la crisis y para ninguno hay otra solución que la ortodoxa; es decir, las medidas restrictivas que impactan a la sociedad, de la mano del abandono de los demás países ricos, como Alemania y Francia [porque ahora la Gran Bretaña también tiene graves problemas].
 
Porque está claro: con todo y que los mercados financieros son los causantes del hundimiento en todo el mundo capitalista, sus intereses están siempre por encima del bienestar de la población. Es decir, que como siempre a la derecha no le interesa el Estado de bienestar, sólo los hilos del poder.
 
Los movilizados en Madrid que seguirán apostados una semana más, según acuerdo de asamblea general celebrada tras los comicios electorales que hicieron resurgir el proyecto de la ultra española —quien ganó 10 de las 13 comunidades en disputa con 10 puntos por arriba de los socialistas; para un total de 13 de las 17 comunidades gobernadas por el PP—, tienen pocas alternativas de avanzar si no se fortalecen.
 
Es decir, que las opciones que tienen los indignados convocados vía la red y exigen un “cambio de rumbo y un futuro digno”, y “¡Democracia real ya!”, siguiendo la oleaje árabe norafricano, sólo es de dos sopas: 1) Ser desoídos por el gobierno encabezado por Zapatero —como no lo ha hecho desde que surgieron las protestas y menos ahora que está perdido—, o; 2) Enfrentar la intentona de desalojos violentos de la Puerta del Sol, porque en el horizonte avanza la intolerancia, la ultra nacional/catolicista y xenófoba.
 
Y de eso se podría agarrar Zapatero, porque si bien su periodo presidencial se acaba en marzo del 2012, no tiene ya la fuerza suficiente para negociar cambios por el tiempo que le queda y la carga de la derrota. Ni qué decir que tampoco cuenta con los recursos presupuestales para satisfacer las exigencias sociales, merced a las deudas contraídas por los préstamos del rescate.
 
La derecha avanza en varios países, pero no son la opción a la crisis. En tanto la derrota de Zapatero en España se mira con resignación y se anticipa la pérdida del poder presidencial en el 2012, tras las elecciones generales, ello no significa la muerte del PSOE. Sólo que ahora las preferencias sí las tiene en su contra. En otras palabras: por un lado, arrecian las posturas de la derecha, incluso radical en países de la UE, como en Hungría, Italia, Francia, Suecia, Dinamarca, Austria, Eslovaquia, Bulgaria, Letonia, Reino Unido, Finlandia y Grecia.
 
Por el otro, los partidos tradicionales no representan opción alguna para las personas de a pié. Por eso el desgaste de los partidos socialistas; pero igual ocurre con la derecha, porque tampoco representa la salida de la situación de crisis social. Se trata de una crisis de representatividad en aquellos países que se miran azotados por la debacle mundial; pero también una crisis al interior de los mismos partidos políticos. Porque ya no representan los intereses de amplios sectores de la sociedad. Incluso se compite en elecciones sin propuestas concretas.
 
Eso sucede en todo el mundo. Porque los partidos políticos se han quedado atrás con respecto a la atención de las demandas sociales. Pero porque tampoco está en puerta ninguna política como la del Estado de bienestar. Lo contrario: seguirá el desmantelamiento de los Estados en aras de satisfacer la voracidad de los sistemas financieros del mundo, los auténticos ganadores de las crisis económicas y sociales de la llamada globalización.
 
Eso lo deben tener muy en claro los jóvenes rebeldes del mundo. Porque de lo contrario, los políticos seguirán usurpando el poder sólo a beneficio personal y de los hombres del dinero. Y las demandas de cambio pueden quedar en el tintero. A la oposición no se le permitiría llegar a la apropiación del aparato estatal para impulsar proyectos destinados a la satisfacción de la población en general. Pero esa es precisamente la utopía que no debemos perder todos. Sobre todo ahora, los jóvenes españoles que demandan cambios en las estructuras del poder. Apretar en las demandas, y no abandonar la lucha reivindicatoria; esa es la única salida por ahora. Tan sencillo como abandonar la vieja ortodoxia.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/149954?language=es
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