Acampados

17/05/2011
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Estaban. Nos mentían quienes les proclamaban como reyes de la indiferencia y el pasotismo. Ya salen de sus escondites dónde tomaban fuerzas y planeaban estrategias.
 
Conocen. Nos engañaban quienes decían que no entendían de democracia, legalidad y política. Que sabían mucho del fuera de juego futbolístico y nada del juego político.
 
Colectivizan. Nos decían que eran las generaciones del yo, yo y sólo yo. Que las pantallas táctiles, los facebook y los tuiters los deshumaniza. Pero resulta que les conecta -a la velocidad del mundo de hoy- uno, con otro, con otro, hasta el infinito.
 
Coinciden. Una mirada cómplice, una mochila de trekking y pulseras hippies en las muñecas son suficiente para reconocerse. Es su uniforme secreto y anónimo. Y son muchas y muchos.
 
Saben. Se organizan en espontáneas asambleas donde todas y todos pueden hablar, opinar y proponer. Se entienden sin chillar y sin faltar al respeto. Parlamentos populares donde reina el orden sin guardaespaldas. Se ceden la palabra amablemente y con gestos sordos aplauden o desaprueban. 
 
No heredan fortunas, ni derechos sociales y humanos. Adquieren deudas que no provocaron. Combaten con mecanismos del pasado, muy vigentes: la no violencia, el boicot, la huelga y la acampada.
 
En las avenidas de Wall Street, frente a los banqueros y las corporaciones; en Santiago de Chile, frente a los gobiernos que venden la Pacha Mama al empresariado; en las plazas del estado Español, denunciando una clase política corrupta e incapaz que se perpetúa en los escenarios de la democracia falseada; en las calles del mundo árabe derrocando dictaduras…
 
…han vuelto, porque no se fueron: la juventud revolucionaria.
 
- Gustavo Duch Guillot es autor de Lo que hay que tragar y coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas.
https://www.alainet.org/es/articulo/149801

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