Jubilados del trabajo pero no de la vida
16/05/2011
- Opinión
No me imagino estar jubilado de la vida. Cuando veo adultos mayores sentados en las plazas, o en Buenos Aires en las plazas barriales jugando truco, damas o ajedrez para llenar el tiempo y viviendo desde una perspectiva del imaginario social como marginales o como un colectivo que debe cuidar, y debe hacerlo, sus pobres jubilaciones y nada más, siento bronca porque todavía tienen muchos que decir y hacer. Por ejemplo, denunciar el mundo oscuro que hoy tienen sus hijos y posiblemente peor sus nietos. Las familias los ubican en ese lugar cariñoso donde sean lo menos molesto posible, porque son de otra época. No entienden la sociedad del conocimiento, del celular, el ordenador, de las llamadas graciosamente redes sociales,… qué se puede hablar con ellos…
Esta sociedad del conocimiento que mata niños y ancianos con aviones sin pilotos, con laboratorios que producen fármacos que matan y guardan silencio, fungicidas que producen cáncer, científicos que niegan el cambio climático, economistas que comparten el modelo perverso para salir de la crisis del brazo de los generadores de la misma. Ya Ortega en España, que debe sufrir cuando le dan premios en su nombre a periodistas que dicen que en Chile hay plena libertad de prensa, enseñaba que los abusos son producto de lo usos sociales de modo que mientras no cambien las reglas del juego social, los usos económicos, del poder, maquillar los abusos es hipocresía total.
Habermas, una de las mentes más lúcidas del pensamiento actual tiene 82 años, el autor de Indignaos, breve trabajo pero excelente, StéphaneHessel, héroe de la Resistencia contra el nazismo y el autor del prólogo, economista y escritor José Luis Sampedro tienen 93 años cada uno y le ponen una vara muy alta a la vejez.
Este trabajo ofrecido gratis en Internet debieran las organizaciones de jubilados copiarlo y dársela a cada jubilado para leerlo y luchar por una vejez digna, de estatura social y no ser un colectivo aislado y no autoexiliarse y renunciar a defender el futuro de las nuevas generaciones que sufren ya el terrorismo financiero global. Tienen que ser adultos, ancianos no con la espalda curvada y con la cabeza para atrás, ganarse el respeto de los nietos, de los hijos, y aguantar los palos y las bombas lacrimógenas y mezclar la sangre vieja con la nueva para decir con firmeza, con altura, queremos otro mundo, sin ladrones, medios masivos sin operadores ideológicos que pervierten la profesión, con maestros que hagan de la escuela un lugar de diálogo, de maduración, y políticos que respeten a su pueblo y no los manipulen por sus intereses personales o partidarios.
Es hora que los jubilados se pongan de pie y muestren que sus esfuerzos de toda una vida no deben ser en vano.
- Walter Dennis Muñoz es Periodista
https://www.alainet.org/es/articulo/149769?language=es
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