Una carrera que la presidenta viene ganando por abandonos

07/05/2011
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Alguna vez Eduardo Duhalde fantaseó con que en 2011 ganaría por knock out o abandono. Como vienen las cosas ese podría ser el resultado, pero a favor de Cristina Fernández.
 
Duhalde pareció calzarse los guantes, porque subió al Luna Park a golpear duro a la presidenta. Si alguien esperaba alguna autocrítica por cuestiones de su gobierno provisional, habrá salido defraudado. Sigue convencido de que después del general San Martín y el general Perón sigue él en la lista de hombres providenciales que sacaron la Patria hacia delante.
 
 También se habrá quedado con las ganas algún presente o televidente por canal 26 (de Alberto Pierri) si creyó que aludiría al papelón de la interna federal.
 
 Nada de eso. La mitad del tiempo fue para plantarse en el rincón opuesto a Cristina Fernández, denostándola en algunos casos con letra de “La Nación”. Su crítica al plan “Carne para todos” fue copiada textualmente del editorial del 4/5 de ese matutino.
 
 La otra mitad fue para propagandear una propuesta que mezcla peras con basura. Nadie podría estar en desacuerdo con el primer punto, de “Hambre Cero”, pero muchos son críticos de la forma policíaca como Duhalde concibe la seguridad y cómo pide el fin de los juicios por derechos humanos. Esta desconfianza no se aplacará por haber suprimido esta vez su propuesta de un gobierno de unidad “con los que les gusta Videla, con los que no les gusta”.
 
 Además importan los hechos. En primera fila estaban Chiche Duhalde, Ramón Puerta, Luis Barrionuevo y su mujer Graciela, Momo Venegas, Miguel Angel Toma y otros impresentables del PJ. Que todos entonaran al final la Marcha Peronista con el hijo de Hugo del Carril no los convierte en abanderados de la justicia social. El orador había afirmado que Barrionuevo y Venegas son ejemplos de sindicalismo honesto. Fue una burla a los pocos trabajadores presentes.
 
 Si Tito Lectoure aún viviera y tomara decisiones en el Luna Park, le habría dicho a Duhalde: “Bajate del ring Cabezón, perdiste por abandono, vos sos peso mosca y la presidenta es peso completo”. Sin embargo, a pesar del fiasco, Duhalde, con su candidatura o acordando con Mauricio Macri o con quien fuera, va a dar pelea hasta el 23 de octubre y después también. Aún perdidoso por paliza, está animado de fuertes sentimientos de odio y revanchismo. Se considera depositario del verdadero peronismo; Cristina y La Cámpora vendrían a ser los “imberbes y estúpidos”. Convengamos que en el padrón justicialista hay gente que piensa así. Y se le suman los que vienen de otros orígenes –Cecilia Pando y los represores que la están pasando mal con los juicios por derechos humanos-, intereses económicos lesionados por el actual gobierno –AFJP, Techint y ahora las prepagas de medicina-, etc.
 
 Esos intereses políticos y empresariales no desaparecen porque el gobierno haya adoptado buenas medidas. Al contrario, van a reagruparse para dar pelea no sólo electoral. El duhaldismo seguirá en ese núcleo duro opositor, con una ventaja adicional: aunque pierda elecciones tiene la camiseta peronista.
 
 La otra bajada
 
 Otro que abandonó la carrera presidencial es Macri, la “esperanza blanca” (otra expresión pugilística de antaño) para terminar con los púgiles morenos, en este caso los “negros peronistas”. Macri confirmó ayer en una fiesta del PRO, con muchos globos y música, que disputará la reelección en Capital, donde las encuestas todavía le hacen guiños favorables. Claro que esa ventaja no es el abrumador 62 por ciento de los votos que los porteños, extraviados, le concedieron en el ballottage de 2007.
 
 Soñando con aquel pasado, y en parte enfurecido por este presente de dificultades para el PRO, Horacio Rodríguez Larreta dijo, soberbio y maleducado, que les romperían el tuje a todos los que compitan en la capital. El ex funcionario de la Alianza lo dijo con todas las letras, estilo barra brava.
 
 Macri querrá consolarse con que es joven y puede esperar a 2015. En principio tiene por delante muchos años de hacer política y negocios. Si hasta va a ser padre nuevamente con la dueña de la empresa Awada que figura en el lugar número 9 de las textiles denunciadas por la Cooperativa La Alameda por emplear trabajo esclavo.
 
 Pero ese hilo en el carretel no garantiza que tenga otra oportunidad como la que se le abrió en estos años. Fue jefe de gobierno con semejante aluvión de votos de la poco ilustrada clase media; armó una alianza con Francisco de Narváez y Felipe Solá ganadora de las legislativas de 2009 en la estratégica Buenos Aires; tuvo el apoyo de la Patria Sojera al punto de cooptar al titular de la Sociedad Rural, Luciano Miguens; lo mimaron Clarín y La Nación como su político favorito, etc. Hasta el peruano Mario Vargas Llosa vino a darle una mano con la excusa de abrir la Feria del Libro.
 
 Tuvo todo eso y mucho más, y desperdició la ocasión histórica. Ahora vuelve vencido a la casita de mis viejos, como dice el tango. Incluso si gana, habrá perdido más de lo ingresado. No pudo instalar su figura a nivel nacional en un nivel de votación aceptable y el PRO quedó reducido a un aparato porteño ligado a la constructora Caputo. De partido nacional, poco o casi nada. Así es muy difícil que pueda conseguir en 2015 lo que no logró en 2011.
 
 Lejos de atraer sectores afines, el ingeniero es una máquina de expulsar gente. En vez de seducir a su ex socio De Narváez para reflotar la alianza de dos años atrás, parece haberlo empujado en brazos de Ricardo Alfonsín. Macri es una suerte de Rey Midas al revés: todo lo que toca lo convierte en las malolientes aguas y orillas del Riachuelo.
 
 En tren de reconsiderar destinos personales, el ingeniero debería revisar si además de ir por la alcaldía no le conviene presidir otra vez Boca. Si lo dejan…
 
 ¿Con quiénes dialogar?
 
 En un país que sufre la dependencia, por más que los precios de las commodities hayan subido, y que siempre estará a tiro de imperios que proceden con métodos terroristas, como se vio en el asesinato de Bin Laden, es en principio auspicioso que el gobierno convoque a un diálogo político.
 
 Se lo ha denominado “Diálogo Social”, un sucedáneo del “Consejo Económico y Social” más ambicioso que la presidenta intentó sin éxito hace un par de años.
 
 La idea es buena porque aspira a sumar distintos sectores de la vida nacional, y articular ciertos objetivos sobre los que Raúl Alfonsín solía pontificar como “denominadores comunes”.
 
 Los más entusiastas de esos diálogos los consideran una vía hacia la “unidad nacional”. Los peronistas suelen estar entre los que propugnan ese objetivo, difícilmente logrado o sólo por momentos, como cuando las tropas argentinas recuperaron fugazmente las islas Malvinas, al margen de la desastrosa conducción política y militar.
 
 El problema es que el convocante, en este caso el gobierno, debería precisar cuál es el objetivo del diálogo y cuáles las fuerzas convocadas. Sólo con estos interrogantes aclarados se podrá deducir si la iniciativa es buena, regular o mala.
 
 Juzgando los hechos, se podría decir que hay una ronda de conversaciones preliminares, donde el gobierno dice su parecer sobre temas económicos y sociales y los interlocutores dan sus propias opiniones.
 
 No está mal que haya esas aproximaciones. Volviendo al boxeo, son como el primer round “de estudio”.
 
 Pero después hay que entrar en los temas concretos, que pueden ser, entre otros, la real distribución del ingreso, la solución al alza del costo de la vida o inflación (por más que al gobierno no le guste la expresión), el límite a los monopolios nacionales y extranjeros, el avance de los proyectos de ley progresistas presentados para distribuir ganancias (proyecto Recalde) y para anular la ley de entidades financieras de la dictadura (proyecto Heller), el comienzo de una reforma agraria para que los pobres del campo y los pueblos originarios no tengan que estar 5 meses acampando en Buenos Aires sólo para ser recibidos por un ministro, el crédito a las pymes y empresas medianas de carácter nacional sin subsidios a las multinacionales, la defensa del medio ambiente poniendo coto a la megaminería contaminante (que no es lo mismo que negar la minería en general como hace cierto ecologismo bobo), etc.
 
 Si hubiera un temario similar a ese, se desprende que no deberían ser convocados lobbies monopolistas como la UIA, AEA, la Asociación de Bancos, la Bolsa de Comercio, la Sociedad Rural, la Cámara de la Construcción y la Cámara de Comercio. Estos son pesos pesados de verdad, y del bando contrario.
 
 Sin embargo la UIA fue la segunda participante del diálogo, el 4 de mayo, después de la CGT y antes de la CTA. ¿Las otras cámaras de los monopolios, donde operan Paolo Rocca y Héctor Magnetto, también serán citadas? Estos intereses boicotean a la Anses, bloquean la ley de medios, se oponen a los proyectos Recalde y Heller, etc. ¿Acaso Cristina Fernández cree que podrá convencerlos? Sería un error. Ella puede ganar fácilmente en primera o segunda vuelta. Pero convencer a los monopolios de que dejen de serlo, eso sí que es imposible. Salvo que se crea que cuando el grupo Ezkenazi compra un 10 por ciento más de Repsol YPF –ya tiene el 25 por ciento- entonces se está frente a monopolios buenos y “nacionales”. La reestatización de YPF es otra cosa.
 
 
 
https://www.alainet.org/es/articulo/149584?language=en
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