Ética periodística
31/03/2011
- Opinión
La lucha por las audiencias ha llevado a algunos periodistas a romper todos los principios éticos. Obtener el máximo número de espectadores, oyentes o visitantes lleva a los medios de comunicación a deformar la realidad, forzar las noticias e incluso crearlas de forma artificial.
Hace unos días un programa de la cadena española Telecinco, propiedad de Silvio Berlusconi, emitió en directo las declaraciones de Isabel García. En ellas denunciaba que su marido había matado de forma accidental a la hija de ambos. La televisión se convertía en un Tribunal de Justicia, con los periodistas como jueces y el público como jurado. La parte de la grabación que no fue emitida por Telecinco, pone en evidencia que ciertos tipos de periodismo han rebasado los límites de la ética. Isabel García, a punto de desmayarse, suplica el fin de la entrevista. La reportera que cubre sus declaraciones la consuela y asiente a sus peticiones mientras hace señas a cámara para que no se detenga la grabación. Ana Rosa Quintana, directora del programa declaró:”hemos dado la noticia que todo periodista hubiera querido dar”.
El sufrimiento y la miseria humanas generan atención. En un panorama comunicativo en el que imperan los intereses económicos, el público es soberano. A mayores índices de audiencia, mayores ingresos por publicidad. Algunos medios favorecen los intereses de las masas, por muy descabelladas que sean sus peticiones. La audiencia no debe definir los contenidos, no debe sustituir al Consejo Editorial en el organigrama periodístico. Menos aún, si los programas que atraen a más personas son aquellos que vulneran la dignidad de las personas.
Los medios tienen la doble función de informar y entretener, pero en el entretenimiento no cabe todo. Ha de ser cívico y respetuoso. Se ha de fomentar una diversión enfocada al ciudadano y no al espectador. Un ocio que no atente contra los derechos fundamentales, y que apueste por el diálogo en lugar de por el griterío.
La carrera por la exclusiva provoca que los medios sobrepasen los límites de la ética. Se ha generalizado la idea de que ser el primero significa ser el único, el mejor. La prisa y la competencia feroz parecen haber adelantado a la corrección y el respeto en la deontología periodística. Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura y periodista defiende que: “primicia es ser el primero que lo cuenta bien”. El derecho a recibir información veraz debe primar sobre los intereses económicos. El periodismo ha de hacerse para los ciudadanos y no para los accionistas. Los medios tienen un enorme poder y su papel en la democracia es fundamental. Una sociedad que no goza de un periodismo moral no puede lograr una democracia sana.
En 2005 se produjo la detención en México de un grupo de secuestradores entre los que se encontraba Florence Cassez, de nacionalidad francesa. Fue acusada de secuestro, posesión de armas y delincuencia organizada. Se enfrenta a una pena de 60 años en prisión. Televisa y TV Azteca emitieron del arresto. Las autoridades mexicanas confesaron semanas más tarde que las imágenes pertenecían a una recreación realizada al día siguiente de la operación. Se dio luminosidad al “escenario” y la policía interpretó los hechos ante las cámaras. Televisa y TV Azteca sobrepasaron los límites del periodismo para ofrecer una noticia vistosa e impactante, que atrajese la atención de los telespectadores. La televisión ha influido de manera decisiva en el proceso judicial. "Hay un cambio radical en las declaraciones de los testigos que se da unos días después de que en un programa de televisión se descubra que la detención fue un montaje. Fueron detenidos 24 horas antes y después se preparó un montaje mediático y jurídico" declaraba Agustín Acosta, abogado de Cassez. Además ha provocado una discusión diplomática entre México y Francia. El periodismo debe favorecer la labor de los poderes democráticos, no entorpecerla ni valerse de elementos del Estado para aumentar sus beneficios.
La capacidad de definir los contenidos no puede recaer en el público. Los medios tienen la obligación de proporcionar información veraz. Miserias personales y deformaciones de la realidad no tienen cabida en empresas periodísticas éticas. No todo vale por una primicia, no todo vale en periodismo.
- Javier Fernández Díaz es Periodista
https://www.alainet.org/es/articulo/148710
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