Revueltas populares en Egipto y Túnez

Hablan los pueblos, titubean los políticos

12/02/2011
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Y finalmente Mubarak fue eyectado por los millones que durante 18 jornadas coparon las calles egipcias e hicieron de la Plaza Tahrir su bastión. Literalmente, la mecha la inició el joven vendedor ambulante de frutas, Mohamed Bouazizi, cuando en diciembre se inmoló en la localidad tunecina de Sidi Bouzid.
 
Hosni Mubarak -un halcón de la política, benefactor en Medio Oriente de la política de Estados Unidos e Israel, a cambio de los 1.500 millones de dólares anuales que recibía por ser tan buen vecino de Occidente, con 30 años ininterrumpidos en el poder- huyó en helicóptero al complejo de lujo Sharm el Sheik, sobre el Mar Rojo.
 
Las imágenes por televisión mostraban a esa marea humana en las calles de El Cairo, en la ya histórica Plaza Tahrir, emitiendo un atronador eco de millones de voces. Se veían las banderas agitadas, los sombreros al aire, los saltos y las manos agitadas. Una alegría sin lazo, rienda suelta a la algarabía con la victoria conseguida. Mubarak huyó. No lo pudo sostener ni el silencio cómplice de Europa ni los pedidos de transición ordenada hasta septiembre de los Estos Unidos.
 
Los zapatos en el aire. Miles, millones. Es la muestra en este lado del mundo de desprecio. A eso llegó Mubarak y su régimen. Desprecio noqueador.
 
A puño limpio y coraje, este pueblo se desembarazó del miedo.
 
¿Occidente finalmente dejará de menospreciar a los pueblos africanos y asiáticos; dejará de estigmatizar todo lo que huela a mundo árabe; dejará de pensar que son inferiores? Lo dudo. Si Occidente sigue creyendo que estas revoluciones se producen gracias a las nuevas tecnologías como Facebbok, Twitter o las redes sociales quedará desorientado muchas veces más. No se equivoquen, poco y nada entra en 140 caracteres, los pueblos se movilizaban, se comunicaban, hacían reuniones y revoluciones antes de internet. Las nuevas tecnologías son solo una herramienta, todo depende de como se la utilice; nadie es un militante político-social anclado en una computadora.
 
Una vez más los políticos están a millones de años luz de sus pueblos. Ellos miran la geopolítica en un mapa frío; los pueblos se miran a los ojos, día a día, sin filtro. No viven en micromundos, viven en la hiperrealidad de andar centavo a centavo.
 
Desde el 25 de enero comenzaron a congregarse mujeres y hombres para decir basta. No más esto: desempleo, trabajos mal pagos e inhumanos, falta de certeza en el futuro, represión cotidiana, tristeza. El pueblo rectificó la historia. Y a pesar de los cientos de muertos, los heridos, los intentos de sembrar más terror por parte del régimen, no se fueron, acamparon en las plazas, en las calles, a la vera de los caminos.
 
Egipto -el del equilibrio en Medio Oriente, el del Canal de Suez, el que le pone freno a los sueños palestinos, el garante de la supuesta paz en la región, el que vela por los intererses de Washington y Tel-aviv en la región- perdió a su veterano halcón. Pero esto recién empieza (no lo duden, esto apenas es un capítulo), ambos centros de poder, que se pasan la vida hablando de democracia, hicieron lo imposible para que la democracia nunca llegara y Mubarak jamás cayera. Es buena la democracia, pero cuando nosotros decidamos y para quién lo decidamos. Por eso, ahora, no dejarán que el pueblo que trocó el mapa inmaculado genere sus líderes naturales ni dirija sus destinos. Taimados colaboradores, viejos lobos del sistema vigente, la logia de las fuerzas armadas, forman fila para ser bendecidos por el complejo militar-industrial norteamericano.
 
Bisagra. Días bisagra son los que están viviendo los países al sur del Mediterráneo en Africa. Y las cosas buenas también tienen efecto contagio. Literalmente, la mecha la inició el joven vendedor ambulante de frutas, Mohamed Bouazizi, cuando en diciembre se inmoló en la localidad tunecina de Sidi Bouzid. En países donde la clase política vive con lujos de jeque y los pueblos con los restos de los tachos de basura, un joven vendedor en Túnez fue el parteaguas. La policía no lo dejó ganarse su pan diario, vender sus frutas y se prendió fuego, se quemó en la impotencia y la bronca y construyó un hecho político de dimensiones épicas.
 
Los pueblos hablan.
 
¡Y como hablan!
 
Posdata: Como dijo Vladímir Ilich Lenin: “Sólo cuando los “de abajo” no quieren y los “de arriba” no pueden seguir viviendo a la antigua, sólo entonces puede triunfar la revolución.”
 
https://www.alainet.org/es/articulo/147535?language=en
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