Sigue la rebelión popular en Egipto
02/02/2011
- Opinión
A Mubarak le parece poca gente un millón de personas en la plaza Tahrir
Continúan las protestas en reclamo de poner punto final al régimen de Hosni Mubarak. Pero el presi-faraón se aferra al poder con las pocas uñas y pocos dientes que le quedan. Esta semana es clave.
Los 24 grupos opositores al presidente salieron airosos de la prueba mayor que se plantearon: llamaron a una marcha de un millón de personas y la concretaron. La mayoría se reunió en la plaza Tahrir de El Cairo y el resto en Alejandría, Ismaeliya y Suez que también han sido teatro de la rebelión.
Con semejante hecho consumado, se fortaleció políticamente la oposición. Allí resaltan los Hermanos Musulmanes, de Mohamed Badia; la Asamblea Nacional por el Cambio, laica y liderada por Mohamed El Baradei, y el Movimiento 6 de abril que empleó las redes sociales para convocar a las demostraciones.
Cada uno de los segmentos ha buscado fortalecerse de cara a las próximas batallas que se vienen en estos días.
Los Hermanos Musulmanes se han presentado ante los medios internacionales tratando de ablandar su imagen. Dicen no querer un estado islámico ni parecerse a Irán; que tampoco propician un gobierno basado en la sharia o ley islámica. Recalcan que tienen una profunda raíz en la población, pues se ufanan de administrar 50 centros médicos de distintos tamaños en el país, lo que les abre mucho crédito entre sectores populares pero también profesionales. Dicho sea de paso, la atención a la salud de los palestinos en Gaza fue una de las llaves que abrió a Hamas el camino hacia el gobierno de la Franja en 2006.
Por su parte El Baradei aprovechó para proyectarse como “presidenciable”. Ya había hablado con un pobre megáfono a los manifestantes en la plaza. Ahora, interesado en el apoyo del gobierno estadounidense y de los europeos, el diplomático que supo regentear la Agencia Internacional de Energía Atómica, recibió en su casa de El Cairo a la embajadora estadounidense Margaret Scobey.
Seguro que El Baradei le pidió a la diplomática que la administración Obama se decida a soltar la mano del tirano, antes que sea tarde; o sea antes que las mayorías monten en cólera contra la Casa Blanca a la que ya ven como socio mayor del rais.
El Departamento de Estado viene, con retardo, tomando nota de la declinación casi irreversible de su apreciado aliado en la región. En los primeros días de la revuelta Hillary Clinton había declarado que la situación del gobierno egipcio era “estable”. Quedó en ridículo porque en ese momento Mubarak ya caminaba sobre un piso enjabonado o, mejor dicho, resbaladizo no por el jabón sino por la sangre de decenas de personas asesinadas por la policía.
La marcha del millón de personas del martes 1, fue un hito de esta movilización. Sin embargo no fue suficiente para echar al faraón del poder, pues esa misma noche éste declaró que seguiría en el cargo hasta las elecciones de setiembre. Su consuelo para la gente fue aclarar que no se presentaría a la sexta reelección.
Semana clave
En su alocución televisada, Mubarak informó que su vicepresidente Omar Suleimán tenía directivas de reunirse con todo el espectro político para buscar soluciones. Confirmaba así la primera hipótesis planteada en esta columna el martes, en el sentido de buscar una negociación con la oposición que preservara lo esencial de su régimen.
Eso es similar a lo que ha comenzado a pregonar Washington, pues Barack Obama habló media hora telefónicamente con su aliado egipcio y luego declaró que “la transición en Egipto debe comenzar ahora mismo”. Bajo ese eufemismo se entiende que EE UU quiere un acuerdo entre el gobierno y la oposición para terminar cuanto antes con la rebeldía popular. Si la gente se acostumbra a salir a la calle y reclamar la dimisión de los presidentes, esa puede ser una costumbre muy peligrosa para EE UU y sus aliados en cualquier parte del mundo.
Por ahora Suleimán está solo y espera. Los manifestantes no quieren saber nada con una salida política que no contemple como primer punto la renuncia de Mubarak. Los otros tres reclamos son la disolución de la actual Legislatura, la reforma de la Constitución y nuevas elecciones.
Envalentonado por la histórica marcha del millón, El Baradei declaró que están listos para negociar con Suleimán pero a condición de que el presidente se vaya del país. Dejó picando la posibilidad de que sería lo mejor porque de lo contrario la población no se contentará con la renuncia y querrá que se lo juzgue por varios delitos. Uno de ellos sería la muerte de 300 personas durante estos diez días, según el cálculo de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay
El Baradei advirtió que el odiado rais debe irse antes del viernes. Esto demuestra que está viva la segunda hipótesis planteada en esta columna: una negociación que termine bien para la oposición, con fuga del mal presidente y formación de un gobierno provisional.
Esta semana es clave para saber si Mubarak consigue pilotear la tormenta con cambios menores o si la oposición logra conformar un gobierno distinto. Como aquél está muy desprestigiado y debilitado, con las manos manchadas de sangre y una situación económica que provoca muchos padecimientos a la población, es muy improbable que consiga reponerse.
Un cable de ANSA informó que la esposa del presidente y sus hijos se mudaron a Londres, a una mansión valuada en 13 millones de dólares. Una bicoca teniendo en cuenta que su patrimonio personal ascendería a 40.000 millones de dólares. ¡Y pensar que la revista Forbes mintió en 2006 al ubicar a Fidel Castro entre los multimillonarios con una supuesta fortuna de 1.400 millones nunca demostrada! ¿Por qué no hizo esa campaña contra el egipcio?
Flojito Timerman
La realidad confirma hasta ahora que la tercera alternativa, la de una revolución popular, es la menos probable. Revolución popular en sentido estricto, con derrocamiento de una clase por otra, destrucción del viejo estado y confiscación de los bienes de las clases dominantes, y un gobierno de los sectores explotados. Eso no se ve cercano en el milenario país. En muchas crónicas cairotas se menciona una “revolución popular” como se hablaba en la Argentina de 2001. Son procesos valiosos pero inferiores a una revolución social. Esta última requiere que se hayan agotado todas las instancias previas y que exista un grado superlativo de conciencia y organización.
El desenlace de la crisis egipcia tiene dos factores bien clarificados y otros dos que aún no lo están.
Es evidente es que Mubarak no se quiere ir y propone negociar su “sucesión ordenada”. Israel es uno de los pocos que se mantiene firme de su lado. Acaba de permitir un desplazamiento de 800 soldados de Egipto en el Sinaí por simpatía con su aliado en dificultades.
Las masas egipcias no quiere saber nada con la continuidad del casi faraón y la oposición, considerándose con buenas cartas, tampoco.
¿Cuáles son los dos elementos indecisos?
Uno es EE UU y la Unión Europea, que vienen en tránsito a soltar la mano de Mubarak pero aún no se han desprendido de la misma. Recién están explorando la opción El Baradei, pero sin jugarse por un gabinete de transición conducido por éste. Con su tradicional pragmatismo y oportunismo (léase cinismo), la Casa Blanca puede terminar inclinándose por una u otra alternativa. Puede ayudar a Mubarak en una negociación o bien, lo más probable, presionar por el exilio dorado de aquél y un gabinete provisional surgido de diálogos entre Suleimán-El Baradei.
El otro factor de dudas es el Ejército egipcio, de 470.000 hombres en armas y un número similar de reservistas. Fue una palanca del presidente, que también es militar como Suleimán y el primer ministro designado. Pero esa fuerza armada no ha salido indemne de las extraordinarias protestas populares. Es más, al principio dijo que las demandas eran legítimas y no las reprimió como sí hizo la policía.
¿Se volcará el Ejército hacia una coalición de los opositores? Suena posible y hace diez días era una hipótesis delirante. Eso sí, la fuerza tendrá sus propios reclamos de participación, teniendo en cuenta que los cuatro presidentes -desde que Gamal A. Nasser derrocó al rey Faruk- fueron militares. Para que los oficiales egipcios den ese paso también resultará decisivo Washington, si les promete que seguirá la “ayuda” de 1.500 millones de dólares anuales.
En este momento es muy importante el apoyo internacional al pueblo egipcio. Resulta decepcionante la postura del gobierno argentino. “Hay que traer más democracia y no tenemos por qué calificar o descalificar a nadie. Es una situación muy álgida y delicada, difícil para todos”, sostuvo el canciller Héctor Timerman. ¿Tan difícil le resultaba dar aliento a los egipcios y calificar a Mubarak de cuasi dictador? Héctor T. se copió de su amiga Hillary C.
Fuente:
https://www.alainet.org/es/articulo/147247?language=es
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