Sentido de la comunicación en la era digital
01/02/2011
- Opinión
Durante la fiesta de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, el Papa Benedicto XVI dio a conocer el tema hilo conductor para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2011. En esta ocasión la temática es “Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital”. El mensaje comienza por la constatación de un hecho: la propagación de la comunicación a través de Internet con sus extraordinarias potencialidades y la complejidad de sus aplicaciones. Y en efecto, según datos difundidos por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU, por sus siglas en inglés), en la actualidad hay al menos tres celulares por cada cuatro personas en el mundo, mientras que 29% de la población (un poco más de 2,000 millones) es usuaria de Internet, sobre un total de 6,980 millones de habitantes que calculó la ONU el año pasado. Este hecho, según el mensaje, ha modificado no sólo el modo de comunicar, sino la comunicación en sí misma y exige con creciente urgencia una seria reflexión sobre el sentido de la comunicación en la era digital. Para tal propósito nos propone los siguientes elementos de análisis:
En primer lugar, nos presenta un criterio de carácter ético señalando que las nuevas tecnologías de comunicación deben ponerse al servicio del bien integral de la persona y de la humanidad entera. “Si esas tecnologías se usan con sabiduría, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano”, sostiene el mensaje del Papa. Este planteamiento hace referencia a una necesidad actual y con frecuencia descuidada: el carácter esencialmente humano de la comunicación. Una vez más debemos repetir que “el ser humano es el gran medio de comunicación, después vienen los medios”. Y la ética de la comunicación puede llevarnos a un paso más: no se trata sólo de buscar el bien de la persona considerada abstractamente, sino del bien de aquellos y aquellas cuya realidad y cuya palabra ha sido sometida a la inexistencia. Por eso, garantizar la centralidad de la persona en el uso de las nuevas tecnologías implica, por un lado, superar la brecha digital que todavía sigue existiendo entre grupos y naciones (las mayorías no tienen acceso a la red); y por otra parte, se hace necesario implementar reglamentaciones y autorregulaciones para evitar las conductas delictivas o contrarias a la dignidad humana.
La segunda reflexión del mensaje está relacionada con el acto de comunicar. “Transmitir información en el mundo digital significa cada vez más introducirla en una red social, en la que el conocimiento se comparte en el ámbito de intercambios personales. Se relativiza la distinción entre productor y el consumidor, y la comunicación ya no se reduce a un intercambio de datos, sino que se desea compartir”. Lo anterior es posible por las características propias que tiene Internet: es instantáneo, inmediato, mundial, descentralizado, interactivo, capaz de extender ilimitadamente sus contenidos y su alcance, flexible y adaptable en grado notable. Pero el mensaje también nos advierte de peligros sobre los cuales hay que estar vigilantes: “una interacción parcial, la tendencia a comunicar sólo algunas partes del propio mundo interior, el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la autocomplacencia”. Ciertamente Internet puede conectarnos con millones de personas sin que tengamos que encontrarnos con nadie. Se puede comprar, vender, realizar pagos, trabajar, pedir comida, etc. sin hablar con nadie. Por eso se afirma que el mundo virtual ha creado un nuevo hábitat para el ser humano, caracterizado por el encapsulamiento en uno mismo. Para superar este peligro el mensaje nos exhorta a “recordar siempre que el contacto virtual no puede y no debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida”.
En tercer lugar, se reconoce que la red está contribuyendo al desarrollo de nuevas y más complejas formas de conciencia intelectual y espiritual, de comprensión común. En ese contexto, se invita a los hombres y mujeres de fe a comunicar el Evangelio en dicha plataforma. Y eso significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él. En este aspecto el mensaje propone que “la proclamación del Evangelio implica una forma de comunicación respetuosa y discreta, que incita el corazón y mueve la conciencia; una forma que evoca el estilo de Jesús resucitado cuando se hizo compañero de camino de los discípulos de Emaús (cf. Lc, 13-35)…”.
Ese estilo de Jesús ofrece grandes posibilidades para que la comunicación virtual sea una comunicación humanizadora, es decir, para que esté efectivamente al servicio de la comunicación, de la persona humana, de la verdad y de la solidaridad. Para que fomente la justicia y la paz, el crecimiento espiritual e intelectual, la participación ciudadana y el ejercicio de sus derechos, y la comprensión mutua entre pueblos y naciones. No está demás recordar que Internet también puede llevar a un mayor egocentrismo y a una mayor alienación, puede unir a la gente, pero también puede separar y enfrentar; ya se ha usado de modo agresivo, casi como un arma de guerra. De ahí que el mensaje propone un sentido distinto: “que la red no sea instrumento que reduce las personas a categorías, que intenta manipularlas emotivamente o que permite a los poderosos monopolizar las opiniones de los demás”. Por el contrario, se propone que la red tenga su contrapeso en la verdad, la autenticidad y la creación de relaciones positivas.
- Carlos Ayala Ramírez, director de radio YSUCA
https://www.alainet.org/es/articulo/147185?language=en
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