El problema fundamental de nuestros tiempos

26/12/2010
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En aquellos tiempos, hace aproximadamente 200 mil años, aparece sobre la Tierra una nueva especie de animal, el Homo Sapiens, nuestro ancestro. Y todo indicaría que no aparece solo. Ya constituye un grupo social. Y se encuentran desnudos, desde el punto de vista económico. ¿Cómo superviven si no cuentan ni con herramientas de trabajo, tierra cultivable o máquinas que les permita obtener o producir sus bienes alimenticios?
 
Nuestros ancestros de aquella época, como todos su congéneres, utilizan su cuerpo y, muy especialmente sus manos, para aprovisionarse de los víveres necesarios para la reproducción del grupo social. De una forma muy natural, comparten todo lo adquirido con todos los miembros del grupo social. Una cosa elemental pero de mucha trascendencia para nuestros tiempos.
 
Lo que ellos compartían, en términos más o menos igualitarios entre todos los miembros del grupo social (grandes y chicos, recién nacidos y ancianos, trabajadores y el resto del grupo social), era precisamente la totalidad del resultado del esfuerzo colectivo. En nuestros tiempos, a ese total le llamamos Valor Agregado, o simplemente Producto Bruto Interno (PBI). Visto que no utilizaban ni herramientas de trabajo u otros medios de producción, a ese total no había nada que descontar o disminuir para cuantificar el Valor Agregado por ese grupo social.
 
Lo importante a remarcar es que el fundamento de la harmonía, cohesión social, paz social de aquellos tiempos se sustenta en el hecho de que la totalidad del resultado del esfuerzo del grupo social vuelve sobre la totalidad de los miembros del mismo grupo social, en condiciones más o menos igualitarias. Todos disfrutan del PBI en igualdad de condiciones.
 
La evolución de la actividad socio-económica hace que el hombre cree e innove herramientas como el mazo, la lanza, el arco y la flecha para incrementar su estándar de vida. Es a partir de ese momento que, si queremos cuantificar el monto del PBI generado por ese grupo social, le debemos descontar las horas de trabajo utilizadas en la producción de esas herramientas. Caso contrario, una vez gastado o destruido sus herramientas de trabajo, tendrían que volver a sobrevivir solamente con el uso de sus manos y, por consiguiente, el nivel del PBI alcanzado forzosamente se reduciría.
 
No obstante, a pesar de que en cada ejercicio económico estaban obligados a mantener en buen estado sus herramientas, la totalidad del PBI se continuaba a revertir sobre la totalidad del grupo social en partes más o menos iguales. Y en su afán de seguir aumentando su estándar de vida, el grupo social crea lo más grandioso de aquella época: la tierra cultivable, y con ello la agricultura y la ganadería. Pero, el desarrollo de esta nueva forma de obtener bienes alimenticios, conduce a la mayoría del grupo social, convertido en sociedad, hacia una horrible noche de tragedias y de desigualdades que dura, hasta la fecha, algo más de diez mil años.
 
Sucede que aparecen los señores feudales, gamonales o esclavistas que se apropian la totalidad de las tierras cultivables y, con ello, la totalidad del PBI una vez descontado o renovado los productos intermediarios, la tierra cultivable y las herramientas. De ese PBI, a los trabajadores de esas tierras les daban una porción de bienes alimenticios que les alcanza escasamente para sobrevivir y seguir trabajando. Y este esquema de distribución del resultado de la actividad económica es el mismo que existe en nuestros tiempos modernos.
 
Ahora, en una economía de intercambios con precios expresados en unidades monetarias, el patrón de la empresa se apropia el total del PBI, una vez descontados los bienes utilizados en la producción. De ese PBI, destina una fracción al pago de salarios de los obreros, lo mismo que los feudales, gamonales o esclavistas destinaban parra la alimentación de los siervos o esclavos. Es decir, el patrón o los accionistas, sin haber movido un dedo, se apropian el 100% de las utilidades, Resultado Neto de una actividad económica generada por toda una sociedad.
 
Díganme, sinceramente, ¿qué político se interesa en resolver este problema fundamental de nuestros tiempos y de nuestra sociedad moderna?
 
Caraz, 25 de diciembre 2010
 
Hugo Salinas
 
https://www.alainet.org/es/articulo/146606
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