Carta a Santa Claus

25/12/2010
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El 9 de octubre de 1874, con la firma del Tratado de Berna fue creada la Unión Postal General, que cuatro años después se convertiría en la Unión Postal Universal (UPU). Este organismo internacional fue creado con tres objetivos fundamentales, a saber: 1) uniformar el costo de enviar una carta a cualquier lugar en el mundo; 2) lograr que las autoridades postales de cada país dieran el mismo tratamiento al correo de origen internacional que al doméstico; y 3) que cada país conservara todo el dinero recolectado como resultado de las tarifas postales asignadas a este servicio. Así, con éstas reglas y otros estándares, la UPU se propuso lograr la eficiencia en el manejo del correo a nivel mundial. Y sí, México es miembro de la UPU a pesar de las penosas deficiencias del Sistema Postal Mexicano (SEPOMEX).
 
Mientras que el desarrollo de las nuevas tecnologías y en particular del correo electrónico y los sistemas de mensajería instantánea disponibles en cualquier teléfono portátil, han provocado la disminución de la correspondencia física, hay alguien que sigue recibiendo más y más cartas conforme pasa el tiempo: se trata de Santa Claus, sí, el regordete individuo vestido con ese atuendo rojo, cortesía de la Coca-Cola, de barba blanca y que lleva regalos a todos los niños que se portan bien.
 
Una primera pregunta en torno a la titánica tarea que desarrolla el señor Claus es ¿cómo sabe qué regalar a los niños? Bueno, la tradición señala que los infantes le escriben una carta en la que expresan lo que desean. Claro que hay diferencias en la manera en que los niños y las niñas solicitan sus regalos. Los niños pueden ser más rudos –por ejemplo, “Oye panzón, si no me traes la consola XBOX 360 de 4 GB con Kinect, me aseguraré de encontrarte y romperte las piernas”-, en tanto las niñas suelen ser más corteses a la hora de hacer sus solicitudes –“De mi mayor estima: seguramente entiendes lo importante que es para una niña como yo, socializar y estar a tono con los avances tecnológicos, por lo cual me ayudaría mucho a ser popular y apreciada por mis amigas, que me trajeras un iPhone 4G de 32 GB. Yo sé que una persona tan sabia como tú, entiende la importancia de que sea éste y no otro tipo de regalo, lo que reciba. Sí, entiendo que estarás tentado a darme un simple teléfono celular de 1 999 pesos marca Sony Ericsson W395 de Hello Kitty, pero eso me causaría problemas, tú sabes, de comunicación, de estilo, y hasta psicológicos. Debo añadir que este año me esforcé mucho en la escuela, aun cuando ello no se reflejara en mis notas, y que aprendí que a las personas no se les juzga a partir del carro que traen sus padres, sino del celular que portan sus hijos. Por todo ello, sé que tomarás la mejor decisión, que es, claro, cumplir con esta solicitud que te hago. En espera de mi regalo, aprovecho para decirte que sería bueno que bajaras de peso, porque tu colesterol malo debe andar por los cielos, y tampoco me extrañaría que te diagnosticaran diabetes, sobre todo por toda esa Coca-Cola que consumes.”
 
En fin. Volviendo con el tema de las cartas, efectivamente Santa Claus marca una contra-tendencia, dado que la forma de ponerse en contacto con él, el correo común y corriente, ha sobrevivido a la era digital. Así, según la UPU, en esta época del año cientos de miles de cartas llegan a destinos como Alaska, Estados Unidos; Canadá; Laponia, en Finlandia y otros países. Un hecho a destacar es que en esas y otras naciones hay cientos de “duendes” y/o “hadas” que son o empleados de sus servicios postales, o miembros de diversas fundaciones y asociaciones filantrópicas, a cargo de responder las misivas, claro, siempre que el (la) niño (a) que la envió, ponga un remitente.
 
En diciembre de 2007, Santa Claus recibió unos siete millones de cartas. Por lo tanto, el esfuerzo que hacen los “duendes” y/o “hadas” para dar un poco de alegría a otros tantos millones de infantes, es encomiable. Por ejemplo, la UPU señala que en una oficina postal finlandesa localizada en los linderos del Polo Norte, Rovaniemi –justo en la zona conocida como Laponia-, en 2009 fueron respondidas 600 mil cartas físicas procedentes de 198 países. Cierto, también hay mensajes enviados electrónicamente con atención al Señor Claus, pero las cartas tradicionales son la vía preferida.
 
También el año pasado, en Canadá, los “duendes” y las “hadas” respondieron 1. 1 millones de cartas y 39 500 correos electrónicos en más de 30 idiomas, incluyendo el sistema Braille, para niños y niñas de todo el planeta. En Canadá, Santa Claus tiene el siguiente domicilio: Santa Claus, Polo Norte, Canadá, código postal H0 H0 H0 (de hecho en Canadá todos los códigos postales son de seis letras y números, pero en este caso la feliz coincidencia es la “risa” del Señor Claus, el tradicional “jo, jo, jo”).
 
En Brasil, todavía gobernado por un simpático Santa Claus (Lula Da Silva), las autoridades postales han cerrado filas con escuelas públicas e instituciones sociales para alentar a los niños y niñas a que escriban cartas, no precisamente a Lula, sino al Señor Claus del Polo Norte. El año pasado, Correios administró dos millones de misivas respondidas a otros tantos infantes, además de que se logró reunir 414 mil regalos para niños y niñas de escasos recursos.
 
En Alemania, la oficina postal a donde llegan las cartas al Señor Claus se localiza en la ciudad de Himmelpfort en el estado de Brandenburgo y entre “duendes” y “hadas” se dio respuesta a 280 mil cartas en 17 idiomas en 2009.
 
Estados Unidos, según la UPU, cuenta con el sistema más antiguo de atención al correo dirigido al Señor Claus: desde 1940 existe, en el Servicio Postal de Estados Unidos (USPS) –que es uno de los mejores del mundo-, la llamada Operación Santa. La oficina postal que recibe las cartas tiene la siguiente dirección: Santa Claus, North Polo Holiday Postmark, Postmaster, 4141 Postmark Drive, Anchorage, AK 99530-9998.
 
Este tipo de iniciativas tienen impactos muy importantes en los niños, dado que de esta forma, aprenden a escribir cartas, en lo que viene siendo su primera experiencia con la correspondencia física. Esto, a su vez, estimula la alfabetización, dado que para poder hacer una carta, hay que saber escribir, y para entender qué dice la respuesta, hay que saber leer. Asimismo, gracias a esta experiencia, los niños conocen cómo se escribe una carta, y cómo se emplea un domicilio y un código postal. Para decirlo pronto: los niños del mundo escriben cartas y aun cuando muchos de ellos se encuentran inmersos en el mundo de internet, y pueden inclusive enviar misivas al Señor Claus por correo electrónico desde algunas oficinas postales, reciben, en todos los casos, una respuesta física por escrito.
 
En México, SEPOMEX reconoce que recibe cientos de cartas dirigidas a Santa Claus, y afirma que está garantizada su entrega en el Polo Norte. En 2009, SEPOMEX recibió cuatro mil cartas, y este año se espera una cifra posiblemente mayor. En el Palacio de Correos, ubicado en el Centro Histórico, frente a Bellas Artes, se habilitó, desde el 1 de diciembre, un buzón especial para las cartas a este personaje y por siete pesos, un (a) pequeño (a) puede comprar una estampilla para su cartita y recibe, como regalo, una postal con el mismo motivo navideño del timbre. Es un buen esfuerzo, aunque siempre queda la sensación de que el correo mexicano puede mejorar muchísimo. Y es que parece poco probable que algún (a) niño (a) pida a Santa Claus un servicio postal más eficiente en México, frente a atractivos obsequios como un XBOX o un iPhone. Pero, dicen que la navidad es la época en la que se producen milagros inesperados. ¿Será? Mientras tanto, sirva la ocasión para desear a todos los lectores una feliz navidad y un próspero 2011.
 
- María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
https://www.alainet.org/es/articulo/146495?language=es
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