Por el golfo se sabe dónde está el pelotazo

09/12/2010
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Al igual que pasa con el fuego, que resulta fácil de localizar gracias al humo, pasa con los negocios, que resultan fáciles de identificar por el moho de golfos y corruptos que brotan espontáneamente alrededor.
 
Es un hecho empírico y por lo tanto demostrable, que la guerra es un negocio. Abran un libro de Historia por cualquier página, señalen cualquier texto relativo a una guerra y no tardarán en encontrar pistas, más o menos subrepticias, de los intereses económicos que la originaron o incluso que la hicieron desembocar en un armisticio. En casos recientes, incluso actuales, las motivaciones económicas son tan fabulosas que llevan a los golfos y corruptos a mantener una guerra abierta, por más que no haya un enemigo tangible o de entidad o capacidad suficiente como para llamarlo guerra.
 
Es un hecho empírico y por lo tanto demostrable, que la reconstrucción de un país devastado es un negocio. Abran cualquier periódico y comprobarán cómo los países devastados, ya sea por desastres estadounidenses o por desastres naturales, resultan presa fácil para golfos y corruptos, tanto nacionales como de importación.
 
Es un hecho empírico y por lo tanto demostrable, que la salud es un negocio bestial en todos los sentidos. Es bestial porque unos pocos golfos, actuando como verdaderas bestias, mantienen a cientos de millones de personas conviviendo como bestias con enfermedades que solo son mortales en el tercer mundo. Y es bestial por la ingente cantidad de beneficios que reporta al golfo y al corrupto.
 
Es un hecho empírico y por lo tanto demostrable, que el hambre es uno de los más prósperos negocios de cuantos ha descubierto el hombre. Al igual que en el caso de la salud, en el negocio del hambre es necesaria la participación de un espíritu mezquino. Es el mismo espíritu mezquino que llevó a los estadounidenses a enterrar cientos de miles de bombas saltarinas en Camboya durante la guerra de Vietnam. Su objetivo no era provocar bajas en el enemigo, sino heridos. De esta manera, el enemigo debería destinar una parte considerable de sus recursos al cuidado de estos heridos. De la misma mezquindad resulta el mantenimiento artificial del hambre en el tercer mundo. Mientras haya hambrientos habrá negocio, pero su muerte podría provocar la quiebra del negocio del hambre.
 
Ahora, en un alarde de mezquindad, el cambio climático ha entrado en el punto de mira del Capitalismo internacional. Ahora sí hay cambio climático, ahora sí es algo de lo que preocuparse y mucho. La ayuda que el mundo esperaba del gran Capital y de los intereses industriales no pasaba precisamente por hacer del desastre global otro negocio más. Ahora es cuando los demás, debemos estar realmente preocupados por el futuro del planeta.
 
Puede que solo sean impresiones mías, pero creo que estos golfos y corruptos, olisqueadores de negocios mezquinos, no se han planteado que la herencia que dejarán a los suyos no es lo que construyan sino lo que no destruyan.
 
 
https://www.alainet.org/es/articulo/146110?language=es
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