Algunos aspectos claves en los proyectos sociales

09/11/2010
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Elaborar proyectos para encaminar propósitos de desarrollo es algo cada vez más común en nuestro medio y se ha tendido a generar toda una “cultura” de trabajo en torno a ello, dada la diversidad de mecanismos ideados para el mismo fin.
 
Hablamos de proyectos de desarrollo social y no de proyectos económicos. Éstos últimos se definen por una lógica de inversión que busca un propósito de rentabilidad económica para ser exitosos. En los proyectos sociales hablamos principalmente de la posibilidad de generar procesos de cambio que permitan ampliar las capacidades de una población a favor de hacerse más protagonistas de su propio destino, teniendo a la base un sentido de fortalecimiento de la institucionalidad democrática, de justicia y de bienestar y desarrollo compartido.
 
Ahora bien, ¿qué elementos pueden ser significativos para un buen propósito de diseño o formulación de proyectos? Pienso que podemos considerar varias cuestiones:
 
 a) Tener un conocimiento adecuado de la realidad y el medio en el que se quiere actuar, contrastado con elementos teóricos en torno a la sociedad, la política y la cultura, desde los cuales poder encaminar una lógica de construcción democrática y desarrollo.
 
b) Todo proyecto social debe de hablarnos de instrumentos que buscan operar el cambio social respecto a una situación determinada, ya sea necesidad, problema oportunidad o desafío.
 
c) Saber establecer, participativa y creativamente, una idea de algo (idea de proyecto) que se piensa importante para un grupo poblacional, dentro de una zona determinada, y poderla traducir en un propósito concreto valorizado en recursos intervinientes.
 
 d) Todo formulador de proyectos debiera ser un experto acotador, un gran establecedor de límites, respecto de lo que se quiere encaminar como propósito. Saber acotar el tiempo, el grupo poblacional, los fondos requeridos, los alcances de la propuesta, la relación coherente entre fines y medios, entre otros.
 
 e) Lo principal de la formulación de un proyecto no esta en el diseño técnico, si bien ello es también muy importante. Tampoco lo esta en los parámetros de medición para establecer sus “factores de éxito” y seguimiento (a través de indicadores). Lo principal esta en cómo uno sabe establecer una adecuada sintonía y creatividad con la realidad y la proyección que se quiere dar a ésta para desencadenar procesos de cambio social o reforzar los ya existentes que permitan una mejor convivencia social.
 
 f) Por eso, un buen proyectista es ante todo un buen arquitecto social. Hacer proyectos es aprender a hacer diseños artísticos en la sociedad, aunque los aspavientos técnicos o tecnicistas muchas veces nos dibujen sentidos distintos.
 
g) Los proyectos sociales son cosa seria porque ponen en juego las expectativas de grupos más o menos grandes de gente, con las cuales se hace experiencia (se experimenta se podría también decir) de tejido social y cultural. Con los cuales se invierte fondos que, normalmente, no nos pertenecen y sobre los cuales debemos saber dar cuenta.
 
h) Un buen proyecto debiera dar lugar a encontrar pistas para organizar mejor a la población en su capacidad de dar respuesta a una situación, problema o necesidad determinada; a ayudar a encontrar y tejer políticas sociales; a establecer posibilidades más universales de encaminar situaciones de conflicto y adaptación social, cuestiones que siempre van a emerger frente a las posibilidades de cambio que se planteen.
 
i) Un buen proyectista es alguien con capacidades pedagógicas y capacidad de aprender de todo cuanto acontece en la realidad. Alguien con la posibilidad de ayudar a encaminar propuestas y a saber rendir cuentas, empoderando a los protagonistas más directos de la realidad y medio que corresponda.
 
j) Como se podrá entender, todo proyecto es una apuesta, más o menos válida de lo que uno puede proyectar en el tiempo. Mientras más extendido (más años), más difuso. Sobretodo en una realidad tan cambiante y llena de incertidumbres como la que nos ha tocado vivir en el mundo globalizado que tenemos. Por ello, más que aferrarse a una idea fija descrita en un “proyecto”, lo principal puede estar en cómo uno establece un monitoreo / seguimiento de su respectiva ejecución abierto a los cambios que en él se puedan presentar y sobre los cuales habrá que establecer las pautas correspondientes que permitan encaminar mejor el logro de los objetivos.
 
k) Lo anterior exige creatividad en el manejo de un proyecto, aunado a un correcto manejo de las reglas de juego con las cuales ello funciona. Me refiero, a que nada debe hacerse con sentido de arbitrariedad, por más buena voluntad que se tenga en la ejecución de una propuesta. Por eso la comunicación con el donante (o su representante en cada caso) es muy vital para que se valide y concrete a tiempo los cambios que uno se pueda encontrar en el camino.
 
l) Alguien entendido en proyectos sabe manejar con flexibilidad todos los criterios que se puedan establecer en el proceso de formulación de una propuesta, sabiendo que muchos de éstos obedecen a formas de aproximarse diferente a un mismo propósito. Siempre el principal criterio que debe primar es la necesidad – problema - desafío que un grupo poblacional se plantee y la manera como intuye que es mejor resolverlo. Desde allí también se tendría que establecer todo proceso de valoración de resultados.
 
Algo adicional que debo mencionar es que un proyecto social normalmente se va a encontrar con cuestiones de manejo político y es inevitable. Frente a ello, lo que podemos decir es que deberá buscarse los mejores equilibrios que se puedan establecer, la prudencia que corresponda, aunque muchas veces nos dejaremos influir por las apuestas que intuimos como más válidas. Siempre estaremos ante aprendizajes y formas de aproximarnos a la realidad. Saber ser críticos de nuestras propias decisiones y saberes normalmente nos ayudará a avanzar.
 
- Guillermo Valera Moreno
8 de noviembre 2010
https://www.alainet.org/es/articulo/145385
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