Merkel es también Özil

04/11/2010
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“La perspectiva de una sociedad multicultural, de vivir juntos y disfrutar del otro ha fracasado totalmente en Alemania”. Así de tajante se mostraba Ángela Merkel durante un encuentro con representantes de la organización juvenil de su partido la Unión Cristianodemócrata. “La imagen cristiana de humanidad es lo que nos define, quienes no lo acepten están de más aquí”. Estas declaraciones son ejemplo de las fuertes tensiones que viven los inmigrantes que pretenden integrarse en Alemania.
 
El futbolista Mesut Özil es hijo de inmigrantes turcos y ciudadano de pleno derecho alemán. Se vio envuelto en una polémica sobre su elección de jugar con la selección alemana. El respondió dedicándole un gol a la media luna turca. “Özil es un buen ejemplo de integración y aporta lo suyo para el entendimiento turco-germano”, dijo Ángela Merkel en unas declaraciones populistas tras un partido entre Alemania y Turquía.
 
Un estudio de la Fundación Friedrich Ebert demuestra que la crisis acentúa la discriminación racial en Alemania. En un país en el que viven 4 millones de musulmanes, el 58% de la población está a favor de limitar sus libertades religiosas. Un 55% declara que los musulmanes le son “desagradables” y un 58% considera que “habría que prohibir la práctica de su religión”. Asimismo, el 34% de los encuestados considera que la mayoría de los inmigrantes mahometanos abusa en exceso de las prestaciones públicas.
 
La ola de declaraciones racistas no cesa. El presidente de Hesse sostiene que “el Islam no pertenece a la República”. Otra curiosa declaración es la del presidente del de la CDU, Volker Kauder: “El Islam no reúne los requisitos de nuestra constitución basada en nuestra tradición judeocristiana”.
 
El estudio sugiere que ha habido una transferencia del antisemitismo al Islam, que muchas veces sólo refleja pura ignorancia y miedo provinciano. Mientras, el libro Alemania se disuelve del ex consejero del banco central alemán es un superventas. En él, sostiene que la presencia de inmigrantes de otras culturas tiene una nefasta influencia en la educación de los alemanes. Para echar más leña al fuego, Horst Seehofer presidente del partido socio de la coalición de gobierno de Merkel declaro ‘Los inmigrantes de culturas extranjeras como Turquía o los países árabes lo tienen difícil. Eso me lleva a la conclusión de que no necesitamos más inmigrantes de otras culturas’
 
Estos dirigentes olvidan que también son responsables del fracaso. Turcos y demás pueblos llegaron a Alemania bajo el plan Gastarbeiter para trabajar en el milagro económico de la posguerra. Estos inmigrantes eran necesarios, sobre todo en la industria. Pero no hubo la planificación necesaria. No se pensó en las consecuencias sociales, culturales y políticas. Se les dio la residencia, pero se les negó la ciudadanía completa y quedaron excluidos de ciertos puestos de trabajo. “La segunda y tercera generación de inmigrantes turcos es más radical políticamente que la primera. No son necesariamente mas religiosos que la generación de sus padres ni cuidan tanto los preceptos del Islam. La cuestión guarda más relación con la sensación de ser discriminado”, afirmaba el sociólogo Thomas Laqueur.
 
El Informe Raxen 2010 del Movimiento contra la Intolerancia advierte de que la crisis económica está alimentando de manera importante los prejuicios xenófobos hacia la inmigración. La expulsión de los gitanos de Sarkozy, el conflicto árabe-israelí, la ley de Arizona, los Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE), el muro de la vergüenza. Son algunos ejemplos del odio racial que vive el mundo entero. Hoy, la convivencia de diferentes etnias esta fracasando. El multiculturalismo reconoce que toda sociedad es diversa culturalmente hablando. La cultura es dinámica y va configurándose por influencia de clase, género y grupo étnico. El debate debe plantearse siempre con una premisa básica: el respeto a los valores de la sociedad de acogida y a la exigencia de integración al que viene. La discriminación racial es un ataque a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Medidas para la convivencia intercultural son más necesarias que nunca. Los políticos olvidan que al mundo del que hoy disfrutan contribuyeron millones de emigrantes. Que ellos también son esos emigrantes. Que la identidad no se formula sobre el miedo, de un “Nosotros” frente a “el otro”. No Merkel, nosotros somos también el otro.
 
- Manuel Molina Prados es Periodista
https://www.alainet.org/es/articulo/145279?language=en

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