Crisis global: espectro del fascismo del siglo XXI y desafíos para agendas populares

28/09/2010
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Hablar de respuestas a la crisis del capitalismo global y alternativas requiere un análisis de la naturaleza de esta crisis. Por cierto, es una crisis sin precedentes, por su magnitud, su alcance global, por el grado de agotamiento ecológico y social. Es una verdadera crisis de civilización y nos exige analizar el sistema capitalista, el cual se ha ido transformando en las ultimas décadas, pasando a una etapa superior, una etapa transnacional o global. No podemos cambiar lo que no entendemos.
 
Esta nueva etapa superior de capitalismo como sistema mundial – el capitalismo global o transnacional – tiene tres rasgos novedosos que sobresalen”
 
1. Un nuevo sistema globalizado de producción, finanzas, y servicios en el cual todos los países y pueblos han sido integrados. El capitalismo ha penetrado más profundamente. Ha surgido el capital verdaderamente transnacional y es la fracción hegemónica de capital a escala mundial.
 
2. Una nueva clase capitalista transnacional, se trata de la fracción hegemónica en la gran mayoría de los países;
 
3. Aparato del Estado transnational, cuya función es buscar las condiciones para la libre acumulación de capital transnacional, incluyendo la pacificación de las resistencias. El G20 y otros aparatos convierten al sistema en una dictadura de los poderosos, organizan el poder estructural del capitalismo transnacional para imponer la lógica y la voluntad del sistema.
 
Enfrentamos un sistema mucho más integrado, y grupos dominantes con una insólita acumulación transnacional de poder y dominio sobre los recursos y las instituciones globales. Sin embargo, este sistema sobresalta de crisis en crisis, y ahora enfrentamos una crisis de mayor envergadura, en pleno desarrollo, y con cuatro ejes que podemos identificar:
 
1. Una crisis social de desigualdades mundiales sin precedentes, una extrema concentración planetaria de riqueza. La masa de la humanidad enfrenta una crisis de su reproducción, es decir, de sobrevivencia, un colapso del tejido social. Un aspecto novedoso aquí es el abandono por el sistema de amplios sectores de la humanidad, una población sobrante. La masa de la humanidad se encuentra envuelta en un circuito mortal de acumulación-explotación-exclusión. Desde 2008 hay una aceleración de despojos y exclusiones. El capital transnacional no necesita explotar un tercio o más de la humanidad para reproducirse. El sistema ni intenta incorporar la población sobrante sino busca como aislarla y controlar o neutralizar su real o potencial rebelión, con tendencias hacia el genocidio en algunos casos.
 
2. Una crisis de sobre-acumulación. Más que una crisis cíclica, es estructural. La polarización social e imiseración, imposibilidad sostener la acumulación global. La respuesta del capital transnacional y sus agentes al estancamiento crónico ha sido una desenfrenada especulación financiera junto con la acumulación militarizada organizada por el estado norteamericano. Hemos entrado en una economía global de guerra.
 
3. Una crisis de legitimidad de los estados, crisis de dominación política, de control social, lo que genera presiones hacia el control militarizado, hacia estados de control social o estados policíacos. El sistema es cada vez mas violento.
 
4. Una crisis de sostenibilidad, el colapso ecológico. Estamos llegando a los límites ecológicos a la reproducción de capital. Las sendas reuniones, una desde arriba y otra desde abajo, en Copenhague y en Cochabamba, evidenciaron de que la elite transnacional no puede resolver la crisis ecológica, les toca a los de abajo.
 
Respuestas a la crisis en disputa
 
En su conjunto, la crisis presenta amplia oportunidades pero peligros muy graves para la humanidad. Si queremos aprovechar de esta crisis para cambiar el sistema hay que preguntar: frente a la crisis, ¿dónde están los puntos débiles del sistema? ¿Dónde se presentan grietas? ¿Dónde se abren espacios para las clases populares? El reto es, ¿cómo convertir una crisis estructural en una crisis sistémica? Una crisis estructural no se convertirá en crisis sistémica por si sola. Las crisis orgánicas abren las posibilidades de un cambio sistémico o bien del colapso.
 
En la actualidad podemos identificar tres respuestas a la crisis:
 
1. Reformismo desde arriba, dirigido a estabilizar el sistema, a contener y canalizar la resistencia desde abajo hacia salidas no amenazantes al sistema. Las elites transnacionales reformistas proponen regular los mercados financieros, reimponer el capital productivo sobre el especulativo, y algunas medidas redistributivas. Algunas abogan por una reestructuración mas profunda del sistema. Sin embargo, en los últimos dos anos desde que estallo la crisis, el proyecto de reformismo desde arriba se ha tropezado con el poder desmesurado del capital financiero transnacional y su proyecto parece estarse estancando.
 
2. Resistencia y proyectos transformadores populares e izquierdistas desde abajo, los que enfrentan sus propias contradicciones y fuertes desafíos.
 
3. Fascismo del siglo XXII. La ultra derecha neo-fascista es una fuerza insurgente en muchos países – en Estados Unidos, varios países europeos, en Colombia, Honduras, y México, entre otros. 
 
Temo que si el reformismo fracasa y la izquierda no logra conquistar la iniciativa, se abrirá el camino al fascismo del siglo XXI. Ahora, los proyectos fascistas se definen, entre otras cosas, por una fusión de poder político reaccionario con sectores de capital. En la coyuntura global actual enfrentamos sobre todo tres sectores del capital transnacional mas retrogradas y peligrosos, mas susceptibles a prestarse al fascismo del siglo XXII. Estos son:
     
1. El sector militar-industrial-seguridad. Este sector es guerrerista, se nutre de los conflictos, de las mal llamadas “guerras contra el terrorismo y el narcotráfico”, las agresiones contra los palestinos, la guerra contra los inmigrantes y la militarización de la frontera EEUU-México, etc. 
 
2. El sector financiero transnacional, que es cada más basado en la frenética especulación y es totalmente rapaz y parasítico.
 
3. El sector energético y extractivo, que barre comunidades enteras y hace estragos de la madre tierra en su inapagable sed de recursos.
 
Cualquier programa de resistencia y transformación tiene que lidiar con estos sectores; debe buscar la desmilitarización de la economía global, la subordinación del capital financiero al productivo, y detener el pulpo extractivo.
 
Ahora bien, no hay consenso entre la elite transnacional. Esta muy dividida. Las fuerzas desde abajo tenemos una ventana de oportunidad, ventana que no estará abierta por mucho tiempo. Hay que pasar de la defensiva a la ofensiva. Las agendas populares desde abajo deben buscar como evitar la consolidación de la agenda fascista. Estas podrían incluir alianzas con sectores reformistas desde arriba, pero sin subordinar las agendas populares a ese reformismo, es decir, hay que luchar por la hegemonía de las agendas populares dentro de cualquier configuración de alianzas o frentes. En este sentido, pareciera cada vez mas que la elite global reformista no puede resolver la crisis – les toca a los sectores populares desde abajo pasar a la ofensiva……si no, la respuesta fascista comenzara a ganar espacios entre las masas sufriendo los estragos de la crisis y susceptibles al discurso del populismo reaccionario.
 
La crisis también presenta oportunidades. Aquí destaco dos, entre otras.
 
Primero, la hegemonía ideológica del neo-liberalismo se ha roto y al parecer el neo-liberalismo llega a sus límites materiales e ideológicos. El bloque de poder neo-liberal que se conformo a raíz de la última gran crisis de los años 70 esta en descomposición. El nuevo bloque dominante post-neo-liberal aun no se perfila, no se ha cuajado. ¿Cómo aprovechar de este vacio, de la perdida de legitimidad del sistema, de la deriva en que se encuentra? Es un momento para plantear propuestas anti-sistémicas.
 
Segundo, la crisis facilita la rápida neo-liberalización en EEUU y otros países del Norte y la cada vez mayor destrucción de la clase media tradicional – la llamada “tercermundialización” del Norte. Se extiende la imiseracion entre amplios sectores en el Norte – descomposición de la infraestructura, el desempleo, la flexibilización y casualización del trabajo, los recortes en el salario social, embargos a las casas, despojos y desamparo social. La clase trabajadora acomodada en el Norte (la “clase media”) comienza a experimentar la plena brutalidad del sistema de capitalismo mundial. En la nueva geografía del capitalismo global hay múltiples polos de acumulación y polarización social y clasista en cada país, mientras las nuevas desigualdades clasistas transnacionales atraviesan Norte-Sur.
 
Este panorama abre las posibilidades de desmantelar la alianza histórica de los grupos dominantes con las clases medias en el Norte, es decir, el bloque histórico de poder que se cuajo en el siglo XX. Nos permite buscar nuevas alianzas y coaliciones orgánicas Norte-Sur y transnacionales. Es decir, se presentan nuevas bases objetivas para la unidad global, para luchas globales.
 
Construcción de Proyectos Alternativos
 
Finalmente, valen algunos planeamientos para debate en pos de la construcción de proyectos alternativos frente a la crisis. No se trata de una lista de demandas puntuales o de plataformas, esas tenemos muchas y ya sabemos el mundo que queremos. El reto es como luchar por ellos, llegar a ello, comenzar a pensar en la transición. Entre otros, ofrezco aquí seis planteamientos para discusión:
 
1. Transnacionalización de los movimientos sociales. Para liderar con la estructura transnacional de poder los movimientos sociales y de izquierda tenemos que desarrollar agendas transnacionales, la acumulación de una masa critica de fuerzas sociales a nivel transnacional. No existen soluciones locales ni nacionales. El cambio del sistema requiere de nuevas modalidades transnacionales de lucha y agendas comunes transnacionales de lucha. Algunos hacen hincapié en las diferencias y hasta aducen que estas imposibilitan un programa común de acción a nivel global, pero semejante perspectiva nos destina a la ruina. El desafío es, ¿cómo articular los movimientos: local-nacional-regional-global? ¿Cómo lograr una coordinación entre estos niveles? ¿Cómo construir frentes populares transnacionales y redes de movimientos trans-fronteras?
 
2. Un nuevo concepto de sindicalismo, correspondiente a naturaleza de la nueva clase obrera global. El sindicalismo debe incluir la organización del sector informal, de los desempleados, de la población sobrante, de los trabajadores temporales y contingentes, y de los trabajadores inmigrantes. El sindicalismo tiene que transnacionalizarse y debe tener un liderazgo femenino que refleja en nuevo rostro femenino de la clase obrera global. Hay que retomar y extender el sindicalismo social que une las luchas sindicales con las comunitarias. En las nuevas condiciones el sindicalismo debe luchar tanto en los puntos de producción como en los de la reproducción social. Hay que impedir en normal funcionamiento del sistema, estorbar su capacidad de funcionar con la identificación de “ejes de lucha” simultáneamente en muchos puntos.
 
3. La lucha inmigrante tiene una importancia estratégica para cualquier alternativa. El capitalismo global primero despoja y desplaza para luego cosechar ese despojo y desplazamiento para captar mano de obra en condiciones de super-explotación, peonaje, terror y exclusión. La economía global depende cada vez más de la mano de obra inmigrante transnacional. Es la fuerza laboral más vulnerable a la super-explotación sin derechos políticos, sociales, y laborales, envueltos en el circuito mortal de la acumulación-explotación-exclusión. El capital transnacional logra combinar la super-explotación con la exclusión social-política gracias a este sistema de mano de obra inmigrante transnacional, y mediante el doble mecanismo de la criminalización y el control militarizado de los inmigrantes. El nuevo eje de desigualdad es la división de la clase obrera global entre ciudadano e inmigrante. El trabajador y la trabajadora inmigrante, sin derechos, criminalizados, controlables y deportables es la mano de obra ideal para el capitalismo global. Y ahora los inmigrantes son el chivo expiatorio que las fuerzas derechistas utilizan frente a la crisis. La guerra contra los inmigrantes facilita y justifica la militarización y el estado policiaco. Por ende, la lucha inmigrante esta en la cúspide de las luchas populares transnacionales de resistencia a los estragos del capitalismo global. Las fronteras no convienen a las clases populares; convienen al capital transnacional. Hay que abolir la división ciudadano-inmigrante, exigir la ciudadanía universal.
 
1. Las redes de economías sociales y solidarias surgen entre los excluidos que buscan crear espacios socio-económicos alternativos y contra-hegemónicos en los intersticios del sistema. Es importante la descentralización de la producción alimenticia y energética, de los circuitos de distribución y de consumo, la desarticulación del régimen agro-industrial global. Sin embargo, las economías solidarias no pueden simplemente retirarse o desenredarse del capitalismo. Cualquier programa socio-economito popular debe buscar la redistribución mas allá de lo local, vincular la producción con la reproducción social, ir reapropiando recursos usurpados y privatizados, y revertir la lógica de la mercantilización o de la acumulación en una lógica social (la desmercantilización). Las economías locales no resuelven el problema del poder. Hay que enfrentar y disputar el poder! En este sentido:
 
2. Un nuevo concepto de relación entre movimientos sociales, partidos, y estado: ni “vanguardismo” ni “horizontalismo.” Los movimientos sociales no pueden transformar el sistema por si solos, sin organizaciones políticas que unifican muchas luchas y frentes, y sin disputar el poder estatal. No puede haber cambio de sistema sin enfrentar el estado como eje organizador del poder de los grupos dominantes. Los retos son muchos: ¿o colonizar o aplastar el estado capitalista? ¿Cómo combinar luchas electorales y extra-electorales? ¿Como no caer en el electoralismo que subordina la agenda popular a la meta de ganar espacio electoral? No basta “hablar la verdad ante el poder” sin enfrentar el poder con contra-poder. El nuevo modelo de lucha revolucionaria son los movimientos sociales en movilización permanente desde abajo que subordinan y controlan los partidos (y los estados si acaso se les conquista) y no al revés.
 
3. Hay que levantar la bandera del socialismo del siglo XXI. No obstante todas sus contradicciones internas y sus problemas, la Revolución Bolivariana y los otros procesos andinos plantean alternativas. Ahora más que nunca la crisis desprestigia al capitalismo. No es suficiente el anti-capitalismo; hay que luchar para el socialismo del siglo XXI. Venezuela esta bajo el asedio contrarrevolucionario; es el epicentro de la contra-ofensiva de la derecha transnacional y de EEUU. Quieren destruir la Revolución Bolivariana como piedra angular del intento de revertir el repunte popular desde abajo. Mas allá de la solidaridad con Venezuela, el reto es, ¿Cómo despertar la conciencia socialista? ¿Combatir el individualismo, el consumerismo, y el fatalismo? Hay que reclamar la bandera de la democracia para el socialismo; destacar lo antagónico que es el capitalismo a la democracia. Hay que recuperar las utopías e imaginarios, las culturas anti-sistémicas, contrahegemónicas y humanizantes.
 

- William I. Robinson es Sociólogo, Universidad de California en Santa Bárbara. Presentación ante la Red Mexicana Frente al Libre Comercio (REMALC), México, D.F., 24 septiembre 2010

https://www.alainet.org/es/articulo/144476

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