Los venezolanos tenemos acceso a nutrientes expendidos a bajo costo

Soberanía alimentaria: meta del Gobierno Bolivariano

06/08/2010
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“Garantizamos la cesta básica venezolana y el abastecimiento de los productos.”
Richard Canán, ministro de Industria y Comercio
 
Pocas cosas deberían avergonzar tanto, a esto que llamamos “civilización”, como el hecho estadístico cierto de que cada día, en promedio, fallecen cerca de 25.000 niños por hambre, desnutrición o sus consecuencias. ¡Uno cada cuatro segundos!.
 
¿Y qué dicen al respecto los voceros, representantes, escribas y defensores del neoliberalismo?. ¡Nada!. Un sistema cuyo fin es acumular las riquezas de todos en las arcas de unos cuantos, que en el fondo son “unas cuantas” porque no son personas naturales sino empresas trasnacionales, no podría “cumplir” sus objetivos si se pusiera a darle de comer a todos. Sólo aquellos que tienen ingresos suficientes, para comprar alimentos a precios de oligopolio, pueden asegurarse una dieta calórica apropiada.
 
Es necesario entonces garantizar a todos los venezolanos el acceso permanente a los nutrientes requeridos para una vida sana y saludable. Esa “seguridad” sólo es factible si somos soberanos.
 
Al respecto, Rhaitza Mendoza, nutricionista de vasta experiencia, nos recuerda que “La Soberanía Alimentaria es el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos, garantizando el derecho a la alimentación a la población, con base en la pequeña y mediana producción, respetando sus propias culturas y la diversidad de los modos campesinos, pesqueros e indígenas de producción y comercialización agropecuaria, y de gestión de los espacios rurales basados en tecnología ecológicamente sustentable.”
 
Garantía de abastecimiento
 
Tres hechos sirven de muestra del suministro de alimentos a la población venezolana:
 
Las estadísticas señalan que, comparado con el año 1998, el venezolano promedio duplica hoy su entonces consumo de pollos, huevos y carne de cerdo.
 
En septiembre, cuando los niños regresen a las aulas, el Estado lanzará nuevamente el proyecto de alimentación en escuelas públicas y bolivarianas.
 
El Fondo Bicentenario, creado para impulsar la sustitución progresiva de importaciones, asigna primera prioridad al sector alimentario.
 
Protección contra transgénicos
 
Los precios de los alimentos, en el último lustro y a nivel mundial, especialmente en los países del Norte, han subido bastante más que la inflación particular de cada país. Como los ingresos de la mayoría no sube ni siquiera el porcentaje inflacionario, por allá la gente tiene sólo dos opciones: comer menos o gastar más en comida, con el consiguiente deterioro en otros aspectos. Como solución el neoliberalismo nos ofrece los transgénicos: productos de la “ingeniería genética”,
 
Los alimentos transgénicos son el resultado de modificaciones en los genes de ciertos vegetales, con la intención de acrecentar su producción e incrementar su resistencia a enfermedades y plagas. Su cultivo aumenta la ganancia por hectárea sembrada, pero ocasiona serios problemas ecológicos, sanitarios y económicos.
 
Se han denunciado efectos letales de varios herbicidas, dependencia continua de los proveedores de semillas, generación de nuevas enfermedades en los consumidores y monopolio impuesto por grandes trasnacionales al implantar un sistema neoliberal cuyo único beneficiario, a mediano plazo, es la empresa. En pocos años el país queda con suelos más pobres, y poco o ningún impacto positivo en la economía de la nación.
 
Tierra para quien la trabaja
 
A principios del pasado siglo, un mexicano levantó un movimiento revolucionario dirigido a la devolución de las tierras agrícolas a sus verdaderos propietarios: los campesinos. Con “la tierra es para quien la trabaja”, Emiliano Zapata anticipó un grito de libertad que mantiene su vigencia cien años más tarde.
 
Venezuela ha sido víctima del latifundio que, desde la colonia y por la fuerza y la simple ocupación, asignó las mejores tierras para quienes se impusieron por la fuerza, las armas y el miedo, éste último bajo diversas formas, amenazas y circunstancias.
 
A mediados del Siglo XX, la versión de democracia impuesta desde el Norte llegó al poder utilizando consignas de “reforma agraria” y “poder campesino” que jamás se concretaron. Las antiguas tierras nunca cambiaron de propietario y los nuevos “asentamientos” y “colonias”, beneficiados con sistemas de riego mecanizados, terminaron en manos de los nuevos amos y/o con sistema monopólicos de producción, recolección y venta.
 
Cuatro siglos después de la llegada de Colón, el dueño del camión que en una noche traía los vegetales del campo, al “mayor de Coche”, ganaba más que el campesino durante todo el tiempo de su cosecha. Y quien la recibía en ese mercado, sin salir de su oficina, obtenía más que los dos juntos.
 
El Gobierno Bolivariano ha recuperado centenares de miles de hectáreas para establecer unidades de propiedad social que las mantienen en plena producción. Y las ayudas se concretan en “servicios de mecanización al campesino, financiamiento oportuno, semilla, fertilizantes e insumos a cada productor”, según declara Juan Carlos Loyo, Ministro de Agricultura y Tierras.
 
Pero aún falta mucho. Y las leyes deben revisarse y modificarse para garantizarnos que las anteriores situaciones no se repetirán.
 
Convenios internacionales
 
En la ruta de la soberanía alimentaria, tras siglos de acumulación de tierras productivas en pocas manos, Venezuela recurre a convenios bilaterales con países amigos para incrementar nuestra producción agrícola.
 
En tal sentido, recientemente la Patria firmó sendos acuerdos agroalimentarios con la República Popular de China y la República Cooperativa de Guyana.
 
Con China acordamos 10 proyectos por 886 millones de dólares y con Guyana la compra de 50.000 toneladas de arroz que serán pagados con petróleo subsidiado, a través del acuerdo de cooperación energética Petrocaribe.
 
Igualmente con el país vecino, se designó una comisión bilateral para la prevención, investigación y solución de accidentes pesqueros en la zona.
 
Futuro socialista
 
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 305, establece que “El Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral, a fin de garantizar la seguridad alimentaria de la población, entendida como la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a estos por parte del público consumidor”.
 
Agrega dos conceptos estratégicos importantes para la Patria: “la seguridad alimentaria se alcanzará desarrollando y privilegiando la producción agropecuaria interna” y “la producción de alimentos es de interés nacional y fundamental para el desarrollo económico y social de la Nación”. En consecuencia, el Poder Público Nacional debe encargarse de tales acciones, estando totalmente autorizado por ser de su competencia, según el Artículo 156, numerales 23: seguridad alimentaria y 25: producción agrícola, ganadera, pesquera y forestal.
 
La Revolución está en permanente superación. Es necesario entonces que la Asamblea Nacional, a elegir el domingo 26 de Septiembre, revise a profundidad las leyes de la república para alcanzar y sostener la seguridad nutricional y soberanía alimentaria de todos los venezolanos, contra el ataque permanente del neoliberalismo internacional y sin hipotecar el futuro de la Patria.
https://www.alainet.org/es/articulo/143280?language=es
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