Qué hacer ante un terremoto? La experiencia de Turquía

25/07/2010
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Estambul, Turquía.- El 17 de agosto de 1999, se produjo un terremoto de 7. 6 grados en la escala de Richter en Izmit, Turquía, con una duración de 37 segundos. Se trata de uno de los sismos más poderosos que se han registrado en la parte occidental del país, y su epicentro se localizó a 11 kilómetros de la ciudad de Izmit, o bien, a 90 kilómetros de Estambul. Los geólogos señalan que en la zona donde se produjo el terremoto hay una falla muy similar a la falla de San Andrés, en California, Estados Unidos, lo cual convierte a esta parte de Turquía en una de las más estudiadas por parte de los especialistas. De hecho el terremoto de Izmit tiene grandes similitudes, según los expertos, con el gran terremoto de San Francisco de 1906. Y si bien, para el momento en que se produjo el terremoto de Izmit, la calidad de sus construcciones era inferior a la que poseen países como Estados Unidos o Japón, los efectos que tuvo el movimiento telúrico en una zona tan densamente poblada de Turquía, permiten derivar importantes lecciones respecto a lo que se debe hacer antes, durante y después un fenómeno natural de esta envergadura.
 
 El terremoto de Izmit provocó la muerte de 40 a 45 mil personas y dejó un saldo de un millón de personas sin hogar, amén de que produjo un extenso daño a las construcciones: se estima que 20 mil de ellas se colapsaron y/o enfrentaron daños estructurales. Cabe destacar que la mayoría de estas construcciones incluyeron instalaciones tanto comerciales como residenciales y que supuestamente fueron erigidas con concreto reforzado para resistir temblores en el rango de 6 a 8 grados en la escala de Richter. La pregunta obligada es: si Turquía tiene una larga historia de terremotos devastadores ¿por qué el movimiento telúrico de 1999 causó tanta destrucción?
 
Los especialistas señalan problemas como la violación de los reglamentos de construcción (¿suena familiar?), incluyendo diseños poco resistentes a los temblores, por ejemplo, con el empleo incorrecto de acero reforzado. Otra dificultad que salió a relucir tras las investigaciones posteriores al terremoto de Izmir es que normalmente el ingeniero que diseña las estructuras, y que es un empleado del contratista, rara vez inspecciona la construcción para verificar que reúna los estándares requeridos, lo que lleva a que en ausencia del ingeniero “diseñador” se tomen decisiones que comprometen la resistencia de los edificios a los temblores.
 
Un problema relacionado con los anteriores es que gran parte de las construcciones fueron edificadas con materiales inadecuados y baratos, amén de que emplearon mano de obra de baja calificación. Por si fuera poco, varios edificios se construyeron en zonas de alto riesgo, y la cereza en el pastel es que en muchos casos las edificaciones no se hicieron conforme a criterios ingenieriles específicos y modernos, sino que solamente se procedió a hacer edificios “a la antigüita.”
 
 Dicen que hay que aprender de las malas experiencias y quizá algo positivo que resultó de este devastador terremoto fue que los turcos se sensibilizaron respecto a los riesgos que enfrentan en un país de alta sismicidad y, por lo tanto, las autoridades y la sociedad trabajan en diversos proyectos para responder de mejor manera a fenómenos naturales de esta envergadura.
 
 Tanto los ciudadanos como los gobernantes reconocen que la sensibilización en torno a los terremotos ha progresado, pero que aún falta mucho por hacer. Por ello hay proyectos de responsabilidad social en marcha, para “educar” a la población, entre los que destaca uno denominado “La vida sigue, Turquía” (Hayata Devam Turkiye) a cargo de la Asociación de Búsqueda y Rescate de Turquía (AKUT).
 
A través de esta iniciativa, AKUT ha logrado visitar 10 provincias (el país tiene, en total, 81) y unos 50 pueblos y aldeas a lo largo de dos meses, para invitar a la población a estar atenta, prepararse y contratar seguros que protejan sus viviendas. Se estima que este proyecto es conocido por más de un millón de personas, dado que AKUT se apoya en un camión tridimensional, el primero en su tipo, mediante el cual se llevan a cabo simulaciones de terremotos.
 
AKUT efectúa seminarios en cada lugar que visita, incluyendo escuelas e instituciones gubernamentales, donde aborda temas como los desastres naturales y la educación en torno a la adquisición de seguros para las viviendas. Dado que muchas personas carecen de un seguro que proteja su patrimonio, AKUT considera que al abordar este tema, contribuye a hacer de la sísmica Turquía una nación mejor preparada.
 
En Turquía, al igual que en otros países del mundo, se piensa que un seguro patrimonial es un lujo. En ese país, un seguro capaz de proteger la vivienda de una familia, se cotiza en 150 liras turcas (unos 1 300 pesos) anuales, lo cual no es oneroso. Los ciudadanos pueden inclusive contratar un seguro para sus casas pagando 12 liras por mes (o 100 pesos). Sin embargo, la ignorancia, la desidia o simplemente las percepciones equivocadas en la sociedad turca explican que sólo el 20 por ciento de la población tengan asegurado su patrimonio.
 
Es muy interesante observar que, a pesar de que la mayoría de los turcos no adquieren un seguro para sus viviendas, sí lo hacen para sus automóviles. Esto se explica, según AKUT, porque los individuos que poseen un vehículo están conscientes de la frecuencia con la que ocurren los accidentes. Sin embargo, pese a que Turquía se asienta en una zona de alta sismicidad, no existe el mismo nivel de percepción en torno a la posibilidad de que un terremoto destruya su patrimonio.
 
 El proyecto de AKUT incluye también recomendaciones para quienes adquieren o alquilan una vivienda. Desafortunadamente, las personas, cuando están en tratos para mudarse a un nuevo hogar, se preocupan más por los colores de las losetas, el tipo de piso, y el color de las paredes y, en contraste, casi nunca indagan acerca de las regulaciones y los reglamentos que existen en las construcciones de cara a los sismos que pueden ocurrir.
 
El camión tridimensional ha tenido un gran impacto en las zonas a las que AKUT ha acudido para sensibilizar a las personas. Así, antes de la simulación de un terremoto de magnitud 7. 4 en la escala de Richter, AKUT explica a los presentes que los sismos son un asunto de vida o muerte, y que a sabiendas de que se está expuesto a ellos, es necesario tomar las precauciones necesarias. Un fenómeno natural puede derivar en desastre si las personas –incluyendo a los gobernantes y la sociedad- no toman la medidas precautorias pertinentes, y de hecho se puede evitar que un fenómeno se convierta en desastre con acciones de concientización y procedimientos muy sencillos en la vida cotidiana.
 
En el camión tridimensional, se hace la simulación de un terremoto sumamente destructivo, con duración de 45 segundos. En la simulación se muestran dos habitaciones: una en la que los muebles se encuentran asegurados a las paredes y el suelo y se evita tener objetos rompibles o frágiles cerca de los lugares en los que las personas buscarían resguardo; y otra en la que los muebles no están asegurados a nada y hay objetos que al caer pueden lastimar a los presentes. En la primera habitación, no pasa nada, en tanto en la segunda todo cae al suelo, los muebles se mueven y aun cuando hay una preparación psicológica de las personas, el susto es mayúsculo.
 
Turquía, igual que México, espera que en algún momento ocurrirá un (o más bien, dos) terremoto (s) devastador (es). En el caso turco, se sabe que el Mar de Mármara plantea un enorme peligro en el caso de un sismo de gran intensidad. México, por su parte, sabe que el gran terremoto que tendrá su epicentro en Guerrero, ocurrirá en cualquier momento. Dado que el próximo 19 de septiembre se cumplirán 25 años del terremoto que causó tanta devastación y desolación en la ciudad de México –y en otros estados- es muy buen momento para seguir trabajando en la sensibilización de la población respecto a lo que hay que hacer antes, durante y después de un movimiento telúrico de gran magnitud. El proyecto AKUT parece una buena idea más allá de los simulacros de evacuación -en los que las personas, en la capital del país, tardan hasta 20 minutos para ponerse a salvo-, dado que en México, igual que en Turquía, falta mucho para crear una cultura de prevención y responsabilidad social, tanto de las autoridades como de las personas, de cara a los fenómenos naturales que cotidianamente afectan a estos países.
 
- María Cristina Rosas es profesora e investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México
 
Fuente: etcétera, 26 de julio, 2010 - http://www.etcetera.com.mx/articulo.php?articulo=4492
https://www.alainet.org/es/articulo/143017?language=es
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