Echelon, espionaje mundial
10/07/2010
- Opinión
Es del dominio público que la realidad supera siempre a la ficción. O mejor dicho, que la ciencia ficción se anticipa a aquella de un modo tan inexplicable como ineludible. Y Julio Verne, precursor del género, es buena muestra de ello. Pero sobran los ejemplos en la literatura. Ahí está lanovela1984 de George Orwell.
De ficción distópica (utopía perversa o socialmente llevada a extremos apocalípticos). Desarrollada en Inglaterra, es una apología de los regímenes totalitarios. Como instancias de gobierno, en 1984 hay cuatro Ministerios. Del Amor, para administrar los castigos y la tortura. De la Paz, para lo relacionado con la guerra hacia otros países. La Abundancia, del racionamiento para vivir al borde de la subsistencia. De la Verdad, para la destrucción de documentos para imponer la verdad única.
Aquí, el Gran Hermano (comandante en jefe) es el guardián de la sociedad; es la encarnación de los ideales del Partido único. Todopoderoso y vigilante de todas las actividades cotidianas de la población, al grado de colocar dispositivos en las calles para conocer siempre lo que hacen las personas. Están el tema de lavado de cerebro, como herramienta para el control físico y mental de los individuos, entre otros. También la división del mundo en tres grandes superpotencias. Oceanía: comprende al Reino Unido, América, Australia, Nueva Zelanda y sur de África. Eurasia: Unión Soviética y Europa. Eustasia: China, Japón y Corea.
El asunto es que 1984 no sólo describió a los regímenes totalitarios, sino que también se anticipó a otras modalidades de control, desde los gobiernos autoritarios hacia sus sociedades. Peor con el avance de las computadoras. De su novela diría el propio Orwell: “Yo no creo que el género de sociedad que describo vaya a suceder forzosamente, pero lo que sí creo (si se tiene en cuenta que el libro es una sátira) es que puede ocurrir algo parecido. También creo que las ideas totalitarias han echado raíces en cerebros de los intelectuales en todas partes del mundo y he intentado llevar estas ideas hasta sus lógicas consecuencias”.
Por otro lado, resulta que así como muchas de las aplicaciones de la técnica se desarrollan primero en la industria militar, y de ahí pasan al negocio de las empresas y/o al servicio de los gobiernos, así ha sucedido con la socialización de la computación y las telecomunicaciones. Repuntan en ello, precisamente, los países más desarrollados, como Estados Unidos. Incluso el boom de los años 90 en la Era Clinton, estuvo enmarcada por el crecimiento acelerado de la industria electrónica y sus exportaciones.
¿A dónde queremos llegar con esto? A que igualmente en materia de espionaje los países han avanzado hasta lo inimaginable. Precisamente los gobiernos han desbordado a la ficción en esta materia. Los argumentos de las novelas policiacas y de ficción han quedado en el olvido, o bien en el cajón de chácharas.
Y es de comprenderse por varias razones: 1) Desde que existe la propiedad privada, tanto reyes como emperadores, gobiernos y ahora magnates y presidentes, se han preocupado por el crecimiento de los bienes propios, así como por el resguardo de sus intereses en el exterior. 2) Para protegerse de los de afuera como para no verse rebasados en algún sentido, unos países han espiado siempre a otros para saber en dónde colocan sus intereses y al mismo tiempo descubrir sus nuevos inventos para no quedarse atrás. 3) Aún antes de las guerras mundiales, sobre todo cuando el mundo se hizo bipolar, durante la Segunda Posguerra hasta la caída del Muro de Berlín, el espionaje floreció entre los países en cuestión: Estados Unidos y la URSS.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) fue creada en 1947 con fines extraterritoriales a instancias de Harry Truman, luego de la experiencia del ataque a Pearl Harbor por la flota japonesa en 1941. Con un factor adicional de urgencia: EU surgiría de la Segunda Guerra como una gran potencia económica, y debía contar con servicios de inteligencia que estuvieran a la altura de dicha hegemonía. El FBI, como brazo operador del Departamento de Justicia de EU, había surgido en julio de 1908. En la URSS, la KGB sería creada después, en marzo de 1954, para contrarrestar las operaciones de la CIA y del mundo occidental.
La historia de espionaje de sendas agencias llena, seguramente, toneladas de reportes sobre sus actividades, cuya muestra la tenemos simplemente en los documentos “desclasificados”. Nada menos, la CIA tiene un negro historial de intervencionismo en las actividades de contrainsurgencia en América Latina, a partir de los años 50 del siglo XX a la fecha. Siempre en beneficio de su país de origen, sin importar que eso implique derrocar gobiernos o reprimir poblaciones enteras. Las guerras de Ronald Reagan en Centroamérica, auspiciadas por la CIA, no tienen parangón.
Pues bien, ahora el alcance del espionaje moderno no conoce límites. Hasta el investigador solitario estilo Sherlok Holmes o James Bond, son cosa del pasado. Espiar al otro es del tamaño de la desconfianza y de la lucha por la hegemonía y supervivencia del imperio estadounidense y sus aliados. Así es también la intromisión en actividades de países enteros, de gobiernos, de organizaciones, de líderes y de personas comunes y corrientes, donde hasta la CIA está fuera.
En el fondo, eso es Echelon. El sistema de espionaje internacional más grande de la historia, que sirve para recolectar información de inteligencia y se lleva a cabo por la alianza de naciones UKUSA (United Kingdom-United States Security Agreement). Integrada por Estados Unidos (National Security Agency [NSA]), el Reino Unido (Government Communications Headquarters), Australia (Defence Signals Directorate), Canadá (Communications Security Establishment) y Nueva Zelanda (Government Communications Security Bureau). Entre todos se reparten el mundo. Zigzag de José Carlos Somoza describe bien el proyecto de espionaje.
Creado inicialmente con fines militares y antiterroristas, Echelon se ha convertido en un sistema de espionaje global. Orientado hacia los satélites intelsat, copia todo “documento” vía télex, fax, mail, conversación telefónica. La información es enviada por satélite y se concentra en Maryland, EU, donde unos macroordenadores la procesan y depuran. Luego pasa a ser “controlada” a criterio de la NSA. Ni el Gran Hermano se lo imaginó. Por ello, de risa resultó el “canje de agentes”, espías a la antigüita, más grande desde la Guerra Fría entre EU y Rusia (11 vs. 4), en un aeropuerto de Viena el viernes 9 de julio. Ni tema de novela policiaca. Menos para la ficción.
https://www.alainet.org/es/articulo/142706?language=es
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