Confesiones de un sicario económico
13/05/2010
- Opinión
John Perkins, ex Jefe de Economía de una gran transnacional que opera en países con recursos naturales y mano de obra barata, confiesa su modo de operar y sus palabras navegan por Internet; por eso es preciso escucharlo.
“La técnica que seguimos”, dice “es que primero identificamos un país que tiene recursos, como petróleo. Después concertamos un enorme préstamo a ese país por parte del Banco Mundial o una de sus organizaciones hermanas. Pero el dinero nunca llega realmente a ese país sino que va a parar a nuestras grandes corporaciones para construir infraestructuras, plantas eléctricas, parques industriales, puertos. Cosas que benefician a una minoría rica de ese país y a nuestras corporaciones.
Sin embargo, el país entero se queda soportando una enorme deuda que no pueden devolver. Así que nosotros les decimos, “Has perdido mucho dinero y no puedes pagar tu deuda, véndele tu petróleo muy barato a nuestras compañías petrolíferas, permítenos construir bases militares en tu país, o envía tropas a apoyar a las nuestras en algún lugar del mundo como Irak, o vota a nuestro favor en la próxima decisión de la ONU”.
Entonces, procuran privatizar la compañía eléctrica del país y su sistema de aguas y alcantarillado, vendiéndoselas a corporaciones multinacionales. Como no pueden pagar su deuda, les ofrecen refinanciarla y pagar aún más intereses exigiéndole “buen gobierno”, que consiste en que ellos tienen que vender sus recursos, incluyendo muchos de sus servicios sociales, sus servicios públicos, sus sistemas penales, sus sistemas de seguros… a corporaciones extranjeras.
Perkins pone ejemplos comprobables: Ecuador estuvo controlada durante años por dictadores dirigidos desde Estados Unidos. Cuando se decidió tener elecciones democráticas, Jaime Roldós se presentó como candidato en 1979 y dijo que su objetivo principal sería garantizar que los recursos de Ecuador fueran usados para ayudar al pueblo. Ganó y empezó a desarrollar estas políticas apoyándose en los recursos del petróleo. Y, cuenta Perkins, “como eso no gustó en Estados Unidos me enviaron como uno de tantos sicarios económicos a cambiar a Roldós. A corromperlo. A persuadirlo”.
“Está bien”, dijo al Presidente, “puedes volverte muy rico si tú y tu familia jugáis nuestro juego, pero si intentas continuar con estas políticas que has prometido tendrás que irte”. No quiso escuchar. Fue asesinado. Apenas su avión se estrelló, toda el área fue acordonada. Los únicos autorizados fueron militares de una base estadounidense cercana, y algunos militares ecuatorianos.
De esa manera han creado un imperio, pero muy sutilmente. Los imperios se construían militarmente en el pasado y todo el mundo sabía que era así. Los británicos sabían que estaban construyendo uno, los franceses, los alemanes, los romanos, los griegos…y estaban orgullosos de ello.
Siempre tenían alguna excusa para extender la civilización o alguna religión, aunque sabían lo que estaban haciendo. La mayoría de la gente de Estados Unidos no sabe que viven de los beneficios de este imperio clandestino. De que hoy hay más esclavitud en el mundo que nunca en la historia.
“De algún modo, nuestro gobierno es invisible y son las corporaciones las que llevan a cabo las políticas. Es la Corporatocracia la que forma las políticas del gobierno. Esta gente no tiene que juntarse a conspirar para hacer cosas. Trabajan bajo el supuesto fundamental de maximizar los beneficios sin importar el coste social o medioambiental”.
El Banco Mundial y el FMI juegan ese papel a escala global. La trampa básica es simple: provocar el endeudamiento de un país, bien por su propia imprudencia o corrompiendo al líder de ese país. Entonces imponen “políticas de ajuste estructural”, como devaluar la moneda. Cuando el valor de la moneda cae, lo mismo ocurre con todo lo valorado con ella. Esto pone los recursos locales a disposición de los países depredadores a una fracción de su valor real.
Grandes recortes en la financiación de programas sociales, que incluyen la educación y el sistema sanitario comprometiendo el bienestar e integridad de la sociedad dejando a los ciudadanos vulnerables a la explotación.
La privatización de empresas públicas significa que sistemas socialmente importantes pueden ser adquiridos y regulados por corporaciones extranjeras que sólo buscan beneficios.
El Banco Mundial es de hecho un banco que apoya intereses estadounidenses. Ya que Estados Unidos tiene derecho a veto sobre las decisiones como máximo proveedor de capital.
De ahí las proféticas palabras de John Adams (1735-1826): “Hay dos formas de conquistar y esclavizar a una nación, una es con la espada, la otra es con la deuda”.
- José Carlos García Fajardo es Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del CCS
https://www.alainet.org/es/articulo/141437
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