Información departamental

06/05/2010
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El centralismo y la exclusión son una mancuerna a la que estamos acostumbrados, a pesar de que hemos experimentado, a través de la historia, que estas aberraciones generan formas de convivencia indeseables que frenan cualquier intención de desarrollo o de avance de la democracia.

Estos dos fenómenos se expresan también en los medios de comunicación, en donde la información del área rural y de sus habitantes no encuentra los espacios que en equidad le corresponden. Hay numerosas explicaciones para estas ausencias informativas que tienen que ver con los dictados del mercado; sin embargo, ninguna es legítimamente aceptable.

Actores como las mujeres, los campesinos e indígenas, los pobladores de los departamentos y sus agendas no están debidamente reflejados en las páginas de los periódicos, ni en las ediciones radiales y de televisión. Usualmente son noticia si hay suceso, nota roja o con enfoques folklóricos. Gran cantidad de notas sobre reinas de belleza, de tomas de carreteras o de ocupaciones de fincas, en el caso de los campesinos, y visiones folklóricas, si se trata de grupos étnicos, son las noticias que usualmente se publican.

En el ámbito de la prensa, es preciso construir relaciones igualitarias en los perceptores y en las audiencias a quienes dirigimos nuestro trabajo; buscar la bidireccionalidad y retroalimentar los productos informativos con una pluralidad de visiones.

Un ejercicio periodístico bien llevado contribuye a la construcción democrática que favorece la resolución de conflictos por vías no violentas, pero también la prensa puede ayudar a que la conflictividad social, las demandas ciudadanas y las denuncias sobre hechos incorrectos sean visibles.

El/la periodista son actores sociales que tienen el privilegio de contribuir al cambio y a la búsqueda del equilibrio. Trabajar de forma incluyente con los procesos comunicativos, ponerlos al servicio de los conglomerados, coloca al profesional de la información como un actor con un protagonismo clave en la edificación del futuro. Un periodismo superfluo demerita la profesión. El amarillismo y el sensacionalismo denigran a la sociedad, fomentan el morbo y destruyen valores. La prensa puede contribuir a allanar el camino hacia la gobernabilidad, a generar alternativas, tender puentes de entendimiento y a respetar el disenso.

El periodismo tiene la gran ventaja de mantener el vínculo con la realidad económica, política, social, étnica y de género, pero también con la ambiental, cultural, deportiva y de otras naturalezas; abre las puertas del Estado, penetra en la organización social, escudriña hechos, los observa y los traslada al público.

Las formas de generar ganancias en detrimento de aspectos estratégicos del desarrollo nacional son incompatibles con la ética periodística.

Como sociedad estamos obligados a la búsqueda de una convivencia más armoniosa, a luchar por el bien común, trabajar por la justicia y la equidad; eso es lo que hará la diferencia y favorecerá el alejamiento del peligroso rumbo por el que vamos.

El ideal es hacer prevalecer el derecho de libertad de expresión que implica una lucha compleja que se debe afrontar con firmeza y decisión. El trabajo periodístico profesional es un puntal para esos objetivos. Es necesaria una auditoría social sobre las publicaciones departamentales y demandar más y mejor información.

Hay que buscar el equilibrio en las noticias.


- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, es directora de la Agencia CERIGUA.- http://cerigua.info/portal/

https://www.alainet.org/es/articulo/141230
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