César Brie, ahora sobre Pando

12/03/2010
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Muchos ya agradecimos y gozamos desde hace años las bellas creaciones del Teatro de los Andes que César Brie nos regaló durante años desde Sucre. Era y es su faceta artística en el teatro.

Muchos más, dentro y fuera de nuestras fronteras, pudimos comprender, lloramos y nos indignamos junto con él cuando vimos y meditamos una y otra vez su oportuno documental "Ofendidos y Humillados" sobre lo que sufrió un grupo de campesinos quechuas en Sucre el 24 de mayo de 2008. Era una nueva faceta de César que le brotó, de manera totalmente imprevista e improvisada, cuando se tropezó con aquella turba en la plaza central de Sucre, frente a la Casa de la Libertad. Por casualidad cargaba una pequeña cámara porque retornaba de un festival escolar en que participaron sus hijitas.

Nació allí, sin haberlo previsto y casi por necesidad, Brie el documentalista. En apenas un mes y sin sofisticados recursos añadió material visual de otras fuentes, incluido el del propio Comité Interinstitucional, entrevistó a varias de las víctimas y lo pudo compaginar y difundir en apenas un mes. Hubo intentos fútiles de descalificarlo y de bloquear su proyección, provocando incluso un incendio cerca de las antenas del cerro Sica Sica. Pero la evidencia de la información e imágenes logradas se ha impuesto.

Los 11 de septiembre tienen algo especial: la rebelión de los segadores contra la invasión borbónica en Cataluña en el siglo XVIII; el golpe de Pinochet con la muerte de Allende en La Moneda, Chile 1973; el ataque y destrucción de las torres gemelas de New York el 2001… Y ese mismo día del 2008, ocurrió en nuestro país la masacre de Pando.

Esa vez, César Brie se compró el pleito y decidió consolidar su vocación y compromiso de documentalista, tomándose el tiempo que hiciera falta para arrojar luz sobre aquel hecho que ha sido objeto de tantos argumentos y contra argumentos.

Después de casi un año y medio, ese 2 de marzo, horas antes de un viaje largo al exterior, nos ha presentado su resultado en el acucioso y detallado documental Morir en Pando que estos días sigue proyectándose en el cine municipal 6 de Agosto. Allí, durante más de tres horas me sentí como si estuviera física y anímicamente en aquel 11 de septiembre en Pando.

César y su equipo han logrado los originales no editados de casi todo lo entonces filmado (incluida la banda sonora original de la célebre secuencia de la baleadura sobre el río Tahuamanu). Lo complementó con más de cien entrevistas con protagonistas, testigos y otros de todos los bandos implicados. En la pantalla contextualiza y nos confronta imparcial y críticamente diversas versiones del mismo hecho, de las mismas muertes. Contrasta testimonios ocultos y contradictorios, tanto en opositores como en algunos del grupo MAR, entonces aliado al MAS. Aparecen detalles poco divulgados y contrapuestos de la muerte de Oshiro por un disparo a quemarropa cuyo autor aún no es claro. Se siente hondamente el racismo visceral que se vivió en Porvenir y Cobija; la angustia vivida por las víctimas desarmadas; y también la arriesgada solidaridad de los “ángeles” que salvaron bastantes vidas en el río y entre los llevados a Cobija.

Se destapa otra masacre oculta: la de los informes forenses de entonces que desfiguraron o eliminaron pruebas, como hace patente el médico forense argentino Alberto Brailovsky, que ya dilucidó casos semejantes en la Argentina: una bomba jurídica. Como ya había advertido César, no oculta datos, molesten a quien sea. Quedan aún interrogantes. Pero sobre la brutal masacre a campesinos indefensos (más de los hasta ahora enumerados) no queda duda.

Existen ya varios documentales sobre la masacre de Pando y algunos añaden todavía otros detalles y matices. Pero desde ahora no sería serio tomar una posición sin haber visto —mejor dos o más veces y mejor aún con papel y lápiz— este documental. Brie nos adelanta que seguirá refinándolo y anuncia también un libro complementario.

Gracias, César, italiano-argentino por tus raíces, pero también boliviano pleno por tus largos años aquí y, sobre todo, por tu corazón y compromiso vital. Otra alma gemela, Luis Espinal —al que celebraremos el próximo 22 de marzo en el 30 aniversario de su inmolación— ya nos lo recordó hace años: “Dar la vida por un país da más carta de ciudadanía que haber nacido en él”.
 
- Xavier Albó es antropólogo, lingüista y jesuita.
https://www.alainet.org/es/articulo/139966
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