La familia ambientalista: El nuevo paradigma

09/02/2010
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La imagen ambiental desde el punto de vista comunicacional y científico, es cada vez peor. Llega el momento del desarrollo de un rechazo de las aclamaciones ambientalistas por tanta bandera enarbolada denunciando o enfrentándose a cada debacle por doquier.
 
El tema ambiental es obviado o menospreciado en cualquier ámbito profesional o societario. Nosotros mismos hemos sentido el rechazo  a establecer el desarrollo de programas ambientalistas a través de los medios de comunicación o su permanencia en el tiempo.
 
Algunas personas ya ni quieren que les hablen del ambiente, quizás influidos por esta tendencia negativa. Cualquier encuesta pudiera detectar la presencia de un  conocimiento general de algunos problemas ambientales locales y globales, materiales o funcionales. Necesitamos una revolución, un cambio que garantice revertir la tendencia ambiental negativa y que garantice una más amplia participación ambiental.
 
Al situarse en el tema, si hacemos una revisión de los medios de comunicación, apreciamos que el sector está cargado de un sinfín de noticias ambientales, con alta carga negativa. Se puede decir que estamos ante una situación de la página roja ambiental, de un amarillismo ambiental que tiene base cierta. Líderes de la política, de las ciencias, de la filosofía, de las organizaciones ambientales, han llegado  a advertir que incluso está en juego la supervivencia de la especie humana.
 
Se pudiera decir que es un hecho,  desde la década de los setenta del siglo XX, a pesar del desarrollo de instituciones gubernamentales nacionales e internacionales, de las etiquetas ambientales industriales y comerciales además de la participación organizada del pueblo en forma de organizaciones ambientales, la situación ambiental no ha mejorado y al contrario, se ha deteriorado.
 
Uno de los paradigmas ambientales es la responsabilidad compartida instituida en la Cumbre de Río en 1992. Este precepto o principio da cuenta que cada uno de los sectores del estado (*) tienen responsabilidad en la salud ambiental y en el proceso de contraloría.
 
El otro paradigma establecido es la participación de personas en la membrecía y en el activismo las organizaciones ambientalistas. Siempre vemos que nuestras organizaciones ambientalistas llaman a formar parte de ellas a personas, en especial a los jóvenes. En cada una de las actividades de dichas organizaciones prevalece la persona humana, la mujer y el hombre, la muchacha y el muchacho, la niña y el niño.
 
Pero a partir de hoy, es mi propuesta y la de la organización ambientalista Naturaleza Azul (NATURAZUL), cambiamos el paradigma de la membrecía, de la actividad. Cambiaremos de sujeto para que sea la familia la base del ambientalismo. Revisemos el concepto.
 
La base de la sociedad es la familia desde el punto de vista estructural y funcional por qué entonces los grupos ambientalistas no están conformados por familias para cumplir con esa definición.  No se puede estar por encima de lo funcional y estructural, ante esa realidad hemos fallado por omisión de tomar en cuenta a las familias y no a las persona como parte de las estructuras y funcionamiento de las organizaciones ambientalistas.
 
En el artículo 75 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela reza que “el estado protegerá  a las familias como asociación natural de la sociedad y como espacio fundamental para el desarrollo integral de las personas”. El desarrollo lo consideramos como la obtención general del bienestar personal, social y ambiental, lo cual coincide con la definición de salud (completo bienestar biológico, psíquico, social ya ambiental y no la simple ausencia de enfermedad). Es decir que la familia es la base del bienestar personal, del bienestar social, del bienestar ambiental, de la salud y el desarrollo.
 
Con estas consideraciones proponemos que desde el punto de vista organizativo y funcional, pongamos a la familia como el nuevo paradigma del ambientalismo, de la educación ambiental, de las luchas ambientales, del logro de la supervivencia de la especie humana.
 
En forma personal y en las organizaciones se debe estudiar cómo desarrollar este paradigma, empezar a trabajarlo para ver si cambiando de paradigma se logre el respeto al ambiente, a nuestra especie y a toda la biodiversidad. Con el cambio de paradigma que coloque a la familia como objeto del ambientalismo quizás logremos una mejor armonía con nuestros ecosistemas, con nuestras biorregiones (**), con nuestro planeta.
 
Empecemos esta revolución que es simple: tomemos a la familia como objeto de estudio, de estructura organizacional, de base funcional del ambientalismo.
 
(*)Componentes del estado: gobierno, empresas y pueblo
 
(**) Biorregión: unidad biogeográfica que consta de una serie de ecosistemas interrelacionados entre sí y que conforma una unidad estructural y funcional, enmarcada dentro de un área geográfica determinada.
https://www.alainet.org/es/articulo/139350
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