A partir del golpe de estado en Honduras:
Hacia una nueva teoría feminista latinoamericana
24/11/2009
- Opinión
A las Feministas en Resistencia de Honduras
1) El golpe de estado civil-militar en Honduras inicia una nueva era política para la región marcada por un doble proceso: el intento de su recolonización tanto desde el interior por las maras políticas de la ultraderecha que buscan reconquistar los poderes del estado allí donde lo han perdido, como del exterior, por el bloque colonial/moderno occidental bajo el mando de los EEUU que igualmente busca recuperar el terreno perdido; por otro lado, la movilización popular continental que marcha hacia la descolonización efectiva y definitiva de América Latina.
2) El protagonismo de las feministas hondureñas en la resistencia contra el golpe replantea y realiza un giro en la política de la izquierda en Honduras, pero también de la región, en la cual se reconoce al feminismo desde el comienzo como un actor clave en la democratización y pacificación de las sociedades, y no solo como un actor mas; el nuevo activismo político feminista las reposiciona tanto dentro del espectro político local como transnacional; su papel protagónico las desmarginaliza, visibiliza y las coloca al centro de la lucha, la denuncia, la demanda, el análisis político y el quehacer teórico.
3) El nuevo rol de las feministas dentro de la nueva era política contribuye a sentar nuevas bases para la reconstrucción de una teoría feminista latinoamericana que puede enmarcarse dentro de la nueva Epistemología del Sur y su proyecto de descolonización de la teoría. La Epistemología del Sur surge de la producción de un conocimiento “Otro” de los nuevos movimientos sociales que convergen en lugares como en el Foro Social Mundial y de la producción intelectual y teórica de las clases medias latinoamericanas identificadas con las luchas de los nuevos movimientos sociales. El golpe de estado y la resistencia en su contra abre nuevas vías del saber desde la subalternidad.
4) Como toda construcción teórica insertada dentro de la lógica de la colonialidad del poder, el eurocentrismo, y el masculinismo, la construcción de una nueva teoría feminista latinoamericana pasa primero por una deconstrucción de la teoría feminista occidental que hasta ahora ha sentado las pautas del pensamiento feminista lationoamericano y luego se reconstruye como una teoría feminista descolonial y postoccidental pautada esta vez por su propio contexto geopolítico-cultural.
5) El movimiento o Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe dentro del cual las feministas hondureñas emergen como una de las actoras principales articula de una manera singular y quizá inusitada en la región, un bloque contrahegemónico que conglomera a campesinxs, obrerxs, estudiantes, amas de casa, lumpen pobretariado (ambulantes, auto, sub y desempleados), feministas, gays y lesbianas, indígenas, Garífunas, gremios magisteriales, abogados, médicos, artistas, académicos-intelectuales etc. y al bloque popular no organizado. Este bloque contrahegemónico y anti-colonial se acerca más al concepto de pueblo que Dussel utiliza para referirse a la comunidad de intereses que se unifica como un todo diversificado (que dice no dejar a nadie fuera). Este pueblo se unifica con el único afán de terminar con la necropolítica (política de la muerte) de la razón genocida eurocéntrica tanto en su expresión criolla-mestiza (árabe) como la foránea, euro-estadounidense y europea continental. El concepto de pueblo aquí por primera vez se abre a la diversidad y denuncia, condena a la vez que demanda el fin de la violencia contra las mujeres.
6) La necropolítica occidental por definición excluye al pueblo diversificado unido y busca aniquilarlo; la necropolítica se caracteriza por decidir quién vive, quién muere. Qué muertos duelen, cuáles no merecen duelo. La necropolítica es eurocentrada, hipermasculinista, furibundamente racista, heterosexista, y cada vez mas latinamericanofóbica. Es expresión de un capitalismo moribundo fundado en el odio, la violencia, el militarismo y la egología Occidental, que se resiste a caducar y cuenta aun con gran capacidad destructiva.
7) La necropolítica occidental practicada por las maras políticas criollas-mestizas (y árabes en Honduras) eurocentradas le niega el estatus de personas humanas a los pueblos que la resisten al desproveerlos de derechos. Le elimina las condiciones sociales necesarias para la sobrevivencia humana al negarle condiciones dignas de alimento, abrigo, trabajo, salud, educación, derechos de movilización y de expresión, y protección contra la violencia y la opresión.
8) La necropolítica occidental determina quién puede llevar una vida vivible y distingue entre aquellos que tienen una vida que merece ser vivida y aquellos que tienen una vida que merece ser destruida. Los pueblos latinoamericanos vulnerabilizados resultan en este sentido precarizados al grado de no poder contar con las condiciones necesarias para llevar vidas vivibles y al convertirlas en indignas de duelo cuando se pierde la vida como en el caso de lxs hondureñxs caídxs bajo la dictadura de Micheletti recientemente, así como el pueblo Mapuche bajo Bachelet, los indios amazónicos bajo Alan García, los caídos en Colombia de los últimos decenios e incontables casos más de nuestra América. (Lxs migrantes latinxs que buscan vida en el imperio forman igualmente parte de ese pueblo y representan de la misma manera esas vidas no vivibles e inmerecibles que dicta la necropolítica.)
9) La necropolítica occidental asumida por el militarismo criollo-mestizo en América Latina y árabe dentro del contexto del golpe de estado en Honduras en alianza con los EEUU maximiza la precariedad en la que depende la vida humana, en particular del pueblo, y minimiza la precariedad de la vida de los ricos y poderosos. Los indignos de vida y duelo son condenados a la hambruna, desempleo, limbo legal y son en forma desproporcionada expuestos a la violencia y la muerte. Cuando el Estado y las fuerzas militares toman en sus manos las vidas del pueblo y utiliza la ley para darle tramite a su muerte; cuando nulifica su muerte al negar su existencia en el discurso público; cuando niega su ocurrencia, el pueblo queda absolutamente desprotegido dentro del cuerpo social y legal. La política de la muerte se convierte en razón de estado. Es claro que existe una distribución inequitativa de la muerte dentro de la lógica del necropolitismo de graves consecuencias.
10) Cuando el Estado y las fuerzas militares y policiales ejercen su “violencia legal y letal” y se ensaña contra los cuerpos de las mujeres y precariza sus vidas mediante el abuso y las violaciones, la tortura sexual y la muerte como se ha visto en Honduras con las múltiples violaciones sexuales de las mujeres en resistencia, y la epidemia de femicidios en el subcontinente, las fisuras del cuerpo social a partir de las divisiones de género, raza, clase y sexualidad se profundizan; las vidas precarias de las mujeres del pueblo quedan en completa merced de la mórbida necrofilia del cuerpo político. Necropolítica y necrofilia—o la atracción fatal del necropolitismo por los cuerpos mutilados y sin vida de las mujeres—se unen y sus efectos se intensifican. Por eso no sorprende que el femicidio en Honduras se haya magnificado en los cuatro meses de dictadura necropolítica. Ni que la dictadura les haya quitado la vida a quince personas de la comunidad LGTB.
11) A esta necropolítica de raíz occidental deshumanizante y mortífera, el bloque contrahegemónico de Honduras le antepone una lucha pacífica, moralizante, rehumanizada. Si la necropolítica idolatra la muerte, el bloque contrahegemónico brota (brolla) de vida. Su vocación política se afirma en la vida misma; en la energía vital; y se acerca más al principio femenino del orden simbólico femenino-femenino que nos habla Irigaray, en donde la creación y perpetuación de la vida es el principio y fin del ser. A eso le llamamos el principio de realidad femenino en contrapropuesta al orden simbólico masculino que coloniza la realidad actual. (Recordar que esto es simbólico, no algo basado en una esencia femenina-o una biología femenina sino más bien una simbología aun por construir)
12) La política de la Resistencia (en Honduras y en buena parte de América Latina hoy) se esgrime en una lucha pacifista y de no-violencia en contraste con las luchas armadas de los 60 y 70, que no lograron desprenderse de la razón genocida occidental en su enamoramiento con el militarismo, su masculinismo expresado en eslogan de construir el hombre nuevo, el que era igualmente fundado en la violencia y supremacía masculina. Estas luchas en su mayoría no conjugaron la diversidad en la que se constituye el pueblo diversificado en uno, dos, tres hasta el infinito; más bien continuaron privilegiando a los hombres, el obrero, el campesino, el guerrillero, el comandante, la célula, la tropa, el uno, más uno, más uno, todos bajo el signo masculino occidentalizado, aun cuando sus filas se nutrían de mujeres, madres, hermanas, hijas, lesbianas, trans, indígenas, afro y todo el arcoíris humano que somos siempre.
13) Por lo menos, así se configura el bloque contrahegemónico hondureño en su fase embriónica, en la que se resiste a ser empujado al precipicio de la razón genocida occidental. Que niega a rendirse ante la atracción fatal de la lucha armada sobre la cual se mantiene y se perpetúa la violencia política y la opresión de los pueblos, la necropolítica. Es en sí negarse a ser palestinizado, iraquizado y volverse el reflejo de Afganistán de las Américas por los ministerios de la crueldad de los Estados Unidos: su maquinaria de muerte y desolación. Es también rehusarse a seguir los pasos de Al Qaeda, Talibán, Alianza Norte, Pakistán y demás grupúsculos de la necropolítica invertida que tristemente sucumbieron a la razón genocida de occidente dando un paso en falso hacia la descolonización y más bien se convirtieron en el alter ego subalternizado de occidente-profundamente misógino, homofóbico e intolerante de la diferencia. Resistirse a las fuerzas necropolíticas de la razón genocida de occidente, es también negarse rotundamente a convertirse en la fuente de sostén del capitalismo Euro-Americano Occidental basado en el complejo militar-industrial y el complejo industrial carcelario que devora las vidas y los cuerpos de las mujeres, los afro-descendientes, los indígenas, los mestizos pobres—en fin, toda la gente de color como denomina el lenguaje moderno/colonial a todas las gentes no-occidentales que por cinco siglos han sido sacrificadas para minimizar las condiciones de precariedad de los pueblos descendientes de Europa.
14) Es negarse a caer en el silencio disfuncional en el cual han caído buena parte de las poblaciones pauperizadas y de clase media eurocentradas tanto de los EEUU como Europa. Estas han internalizado el credo del mercado neoliberal a tal grado que son indiferentes hacia su propio sufrimiento, no decir el del prójimo. Patológicamente, prefieren la muerte sobre la vida, el egoísmo sobre la solidaridad, lo económico sobre lo político. Son estas poblaciones desposeídas de un compas moral y armadas de gran cinismo político. Se ha forjado una cultura sin ideales elevados; le han dado la espalda a la vida pública, a la democracia y al bien común. Su fin en la vida se reduce al consumo. Sin él no hay vida. El que no puede consumir que se lo trague la tierra. Entonces, pareciera que le toca a los “condenados de esta tierra” devolverle la vitalidad a un mundo que perdió su rumbo.
15) Las feministas hondureñas en resistencia, y el pueblo-mujer en resistencia en Honduras han demostrado que no le temen tomar la gran responsabilidad del sostenimiento de la ética política de la no-violencia que caracteriza al Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado. Es un soporte clave en el desmantelamiento de la necropolítica que coloniza nuestras vidas. Son clave -feministas y mujeres- no solo porque constituyen más de la mitad del pueblo alzado en las calles deteniendo con sus manos desnudas las armas de muerte de los soldados sino porque van dando la pauta de la lucha con su acción, pensamiento y ética de la no-violencia. El orden simbólico femenino se construye en las calles. Es sobre esta base de lucha contra la necropolítica desde el tercer país mas pobre del hemisferio occidental que se puede pensar una nueva teoría feminista latinoamericana. Una teoría feminista basada en la ética de la no-violencia y el principio de la vida del orden simbólico femenino que existe en el subconsciente de la humanidad como residuo de épocas pasadas de la historia. Una ética de no-violencia que si bien fracasó en el Siglo XVI y sufrimos aun sus consecuencias, hoy se nos presenta como una nueva posibilidad. Otro mundo es posible.
16) El papel protagónico de las Feministas en Resistencia en contra del golpe, por la Asamblea Constituyente y la refundación y descolonización de Honduras en donde la voz de las mujeres no calla sino que más bien pone el acento, se conecta con las luchas de las feministas del Cono Sur de los años 80 contra las dictaduras, las de las feministas centroamericanas que surgen con la insurgencia guerrillera contra los dictadores del istmo y la propia de los años 80 contra la ocupación militar norteamericana y el militarismo dictatorial hondureño. Pero esta vez el feminismo latinoamericano apuntalado en las Feministas en Resistencia de Honduras abre una nueva etapa. Este es un feminismo consolidado y ya enraizado en los escenarios políticos locales no uno que se origina en los procesos, o que se desarrolla como resultado de los procesos. Es un feminismo consumado que ha aprendido de las luchas pasadas, de sus propias limitaciones y que ha entendido cual es su lugar en la lucha por la refundación de la sociedad. Se toma en serio la responsabilidad de asumir la humanidad de todxs.
17) El feminismo latinoamericano de hoy que surge de la resistencia contra el golpe de estado en Honduras se opone a participar en el sacrificio de sus sociedades para garantizar las vidas de los únicos considerados seres vivientes: los del Norte privilegiado y sus aliados en la colonia. El lema es la conservación y perpetuación de la vida de todxs, no solo la de unxs cuantxs. Como dice Dussel, es luchar para conservar la vida eternamente, como si la tierra jamás fuera extinguirse. Es un feminismo latinamericano que reconociendo la precariedad de la vida humana cree en la posibilidad de una vida sobre la tierra en la que todxs podemos prosperar a la par sin exclusión de nadie. Por eso, le hacemos un llamado a nuestras hermanas feministas del Norte Global para que se unan a la resistencia contra la necropolítica occidental de sus países para que a la par de las feministas latinoamericanas, en forma contigua y sustentada sobre la base de una real solidaridad y respeto y no una basada en veladas creencias de superioridad le devolvamos juntas el rumbo a la humanidad.
18) Esta es nuestra hora de desalambrar teorías. En esta hora, la separación entre teoría y práctica, teoría y política se disuelve. Se construye teoría soñando un mundo nuevo. El conocimiento “Otro” da la pauta y abre el camino hacia una nueva era de libertad y amor. La teoría antecede y procede de la acción. Se presenta primero en los sueños para amanecer en la conciencia, para abrir los caminos a seguir. Se pronuncia en las sombras y en la sombra produce la luz que alumbra el camino.
Con estas páginas, quedo en deuda con las Feministas en Resistencia y el Frente Nacional contra el Golpe de Estado de Honduras, el filósofo africano, Achille Mbembe, la teórica queer-feminista Judith Butler de Estados Unidos, el filosofo argentino, Enrique Dussel, el pedagogo critico Henry Giroux y el Movimiento Feminista Latinoamericano en su totalidad. Gracias.
- Breny Mendoza, Ph.D. , Associate Professor, Department of Gender & Women's Studies, California State University
https://www.alainet.org/es/articulo/137943
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