2009, año internacional de la astronomía

18/11/2009
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El día de hoy, el Presidente Felipe Calderón recibió en la residencia oficial de Los Pinos al ingeniero y astronauta estadounidense de origen mexicano José Hernández. Este personaje de 47 años de edad, que saltó a la fama por ser el primer astronauta que envió desde el espacio un mensaje en idioma español a Twitter, nació en California aunque sus padres son oriundos de La Piedad, Michoacán y tienen raíces purépechas. En agosto del presente año, en una primera reunión con el mandatario mexicano, Hernández le contó sobre su infancia, cuando, al lado de su familia, se dedicaba a cosechar granos en California. Por eso resulta memorable su misión espacial con la NASA, la STS-128, misma que tuvo una duración de 14 días y que concluyó el pasado -y cabalístico- 11 de septiembre.
 
El trabajo desarrollado por Hernández en materia aeroespacial resulta, por lo tanto meritorio, aunque remite a lo mucho que el gobierno mexicano ha dejado de hacer en este ámbito. Considérese lo siguiente: la recepción que hoy tuvo Hernández, en Los Pinos, es el evento astronómico más importante que México realiza en lo que va del año, que por cierto, es el año internacional de la astronomía. Mientras otros países han venido reformulando sus políticas aeroespaciales con diversas actividades científicas y culturales, emisión de monedas alusivas, la edificación de sofisticadas instalaciones astronómicas –como el Gran Telescopio de Canarias, en cuyo desarrollo participó, por cierto, la UNAM-, las autoridades mexicanas todavía siguen debatiendo el sentido de una Agencia Espacial Mexicana (AEXA) para la que, según Calderón, se destinarían apenas 122 millones de devaluados pesitos –Brasil, país en desarrollo y con problemas económicos y sociales similares a los que enfrenta México, destina 219 millones de dólares anuales a la Agencia Espacial Brasileña (AEB), más del doble de lo que Suecia gasta en la materia.
 
Pero como hablar del caso mexicano es deprimente, es mejor hacer un recuento sobre el año internacional de la astronomía, su razón de ser y, sobre todo, los desafíos que enfrenta la humanidad en el espacio sideral.
 
¿Por qué un año internacional dedicado a la astronomía?
 
2009 es el año internacional de la astronomía según lo dispuso la Asamblea General de las Naciones Unidas en su 62° periodo de sesiones (2007). Asimismo, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) decidió apoyar diversas actividades en la materia, organizadas por la Unión Astronómica Internacional (UAI). Con ello se recuerda que hace 400 años (1609), Galileo Galilei registró una serie de eventos astronómicos de enorme trascendencia para la humanidad. En ese mismo año, Johannes Kepler publicó un libro titulado Astronomia nova en el cual presentaba los resultados de su investigación, a lo largo de 10 años, en torno al movimiento del planeta Marte –por cierto que Galileo desechó la afirmación de Kepler de que la Luna era responsable de las mareas e incluso llegó a calificar el planteamiento de Kepler como “ficción inútil.” Asimismo, hace 40 años que el hombre pisó el suelo lunar (20 de julio de 1969).
 
Todos estos aniversarios recuerdan al mundo la importancia de la astronomía, una ciencia con la que todas las civilizaciones tuvieron y tienen contacto. En terrenos más personales, la cantidad de aficionados a la astronomía alcanza, valga la redundancia, cifras astronómicas y la posesión de un telescopio es algo cotidiano en las familias de diversas sociedades del mundo.
 
Más allá de la fascinación que existe en torno a la astronomía, no hay que olvidar que el espacio es un bien público global como bien lo reconoce el Tratado sobre el Espacio Exterior de 1967, aunque no todos los seres humanos están en condiciones de incursionar en él, o ejercer derechos de propiedad en igualdad de circunstancias. Como bien lo afirma la organización canadiense Space Security (www.spacesecurity.org ), cada comunidad, región, país, y continente se encuentran rodeados por el espacio, situación que tiene una gran relevancia en los ámbitos del poder militar, económico, social e inclusive cultural.
 
¿Qué es la seguridad aeroespacial?
 
 En términos simples, la seguridad aeroespacial es el acceso seguro y sustentable al uso del espacio. El concepto también remite a la ausencia de amenazas desde el espacio. La seguridad aeroespacial se inscribe en una acepción amplia de la seguridad, porque no se limita a ponderar las amenazas militares que fueron la razón principal para suscribir el Tratado sobre el Espacio Exterior de 1967 en los tiempos de la guerra fría, sino que se reconoce que hay otras amenazas tanto o más importantes, como las ambientales, las comerciales, las de carácter civil más los consabidos desafíos en materia legal.
 
El espacio se encuentra amenazado, y no exclusivamente por su posible militarización. Hay una gran cantidad de objetos en la órbita terrestre que se incrementa, en números, cada vez más altos. Adicionalmente hay una enorme cantidad de desechos, fragmentos de satélites, artefactos diversos y basura que ponen en peligro los activos del espacio, entre otras razones, por la velocidad con la que se desplazan en la órbita terrestre, pudiendo colisionar, por ejemplo, con satélites útiles, astronautas o la Estación Espacial Internacional.
 
Un aspecto no menos importante es el de los programas espaciales civiles, fundamentales para honrar el espíritu del Tratado sobre el Espacio Exterior, esto es, garantizar un acceso y uso sustentables. Aunque hay un claro dominio de las grandes potencias en esta materia, hacia 2008, según la organización Space Security, 10 actores contaban con una capacidad independiente de lanzamiento orbital, en tanto otros 49 tenían un acceso indirecto. Además de Estados Unidos, Rusia, la RP China y la Unión Europea, 56 países del mundo cuentan con programas espaciales civiles. Hay programas espaciales multinacionales, como el que ha hecho posible la creación de la Estación Espacial Internacional, o los que desarrollan la RP China y Rusia con vistas a explorar el planeta Marte. Todo esto revela un renovado interés en torno al acceso al espacio.
 
Actividades civiles y militares
 
Si bien los programas espaciales civiles son desarrollados fundamentalmente por gobiernos, hay una gran industria en torno al espacio y que crece y se abarata rápidamente. La manufactura de productos espaciales, servicios, seguros, etcétera, crece día con día. De todos los lanzamientos espaciales, un tercio corresponde al sector comercial. Asimismo, al decrecer los costos de poner en órbita diversos artefactos, se abre la posibilidad para que otras corporaciones se involucren en el sector.
 
Las actividades en el espacio, son también importantes para apoyar, en tierra, las acciones militares. Se trata de una esfera reservada, en particular, a las grandes potencias que incluye rubros como las comunicaciones, la navegación, la alerta temprana, el reconocimiento, la vigilancia, las imágenes –como las que Estados Unidos usó a principios de 2003 para demostrar que Irak tenía armas de destrucción en masa y que probaron estar desactualizadas ya que correspondían a una situación existente una década atrás-, y los sensores remotos, todo ello en apoyo a las fuerzas armadas de los países. De manera análoga, los gobiernos están crecientemente preocupados por proteger tanto a los satélites en órbita como a las estaciones satelitales terrestres. En el primer caso, hay tecnologías todavía muy rudimentarias, para proteger las comunicaciones satelitales. En el segundo caso, la protección de estaciones satelitales en tierra se puede realizar, aunque fundamentalmente por parte de Rusia y Estados Unidos, quienes, por cierto, están en condiciones de reconstruir sus bases satelitales si éstas fueran atacadas y/o destruidas. La destrucción de las estaciones terrestres y los sistemas de comunicación hoy está al alcance de numerosos actores. En contraste, el ataque directo a los satélites es una capacidad que sólo poseen unos cuantos países. Estados Unidos ha desarrollado capacidades de alerta situacional espacial, lo cual lo coloca a la vanguardia.
 
Aun cuando todavía no han sido emplazadas armas en el espacio con capacidades de ataque a objetivos terrestres, hay un umbral que con los avances tecnológicos disponibles, se puede cruzar en cualquier momento por parte de las naciones que están a la vanguardia en este ámbito. Sin ir más lejos, Estados Unidos pretende desde hace tiempo crear un sistema anti-misiles que si bien de momento se encuentra suspendido -según las declaraciones recientes del Presidente Barack Obama-, es una idea que se ha desarrollado de manera intermitente desde la década de los 80 del siglo pasado.
 
Se estima que existen miles de fragmentos de basura en la órbita terrestre, con 10 o más centímetros de diámetro, que pueden causar un gran daño a los satélites en operación, a los astronautas y la Estación Espacial Internacional. Estados Unidos, de nueva cuenta a la vanguardia, cuenta con un sistema de alerta espacial situacional que puede detectar el 90% de estos fragmentos. Sin embargo, el 10% restante, puede colisionar. El problema, sin embargo, es que Estados Unidos no comparte la información de alerta espacial situacional con otros países por razones de seguridad, lo cual pone en riesgo los artefactos en órbita de otras naciones.
 
Conforme a lo expuesto, estos temas no son sólo del interés de unas cuantas naciones, puesto que la manera en que se desenvuelvan afectará a la comunidad internacional de diversas formas. Un problema que será abordado en una próxima entrega es el de la creciente demanda de frecuencias de radio por parte de empresas y países para operar satélites. De hecho, el espectro de frecuencias es limitado, y en la medida en que más y más actores pongan en órbita satélites, más posibilidades de conflicto harán su aparición. De ahí la importancia de debatir estos temas en el ánimo de generar conciencia y motivar al desarrollo de políticas públicas en materia espacial conducentes a fomentar la cooperación internacional, toda vez que es evidente que son desafíos complejos a los que una sola nación en lo individual, no podrá responder.
 
- María Cristina Rosas es Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
https://www.alainet.org/es/articulo/137856?language=en
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