La revolución de terciopelo, 20 años después
18/11/2009
- Opinión
El 17 de noviembre de 1989, la policía chescoslovaca reprimió una manifestación pacífica de estudiantes. Este hecho desencadenó una serie de acontecimientos, conocidos popularmente como la revolución de terciopelo o la revolución gentil como la llaman en Eslovaquia, que desembocaron en la democratización del país previo a su partición en 1992.
Checoslovaquia ya había vivido, dos décadas antes, la represión soviética en la primavera de Praga, cuando tropas de la URSS y de otros países miembros del Pacto de Varsovia irrumpieron para frenar los intentos de democratización de esta nación. Sin embargo, hacia la segunda mitad de 1989, las cosas estaban cambiando de manera acelerada en la región, y mientras Hungría ponía fin a la cortina de hierro y los alemanes pulverizaban el Muro de Berlín, los checoslovacos alistaron el cambio de régimen.
Cuando el líder soviético Mijaíl Gorbachov dio a conocer las reformas económicas y políticas –perestroika y glasnost, respectivamente- que aplicó en la URSS, el gobierno de Checoslovaquia, encabezado en ese momento por Gustáv Husák, manifestó, oralmente, que apoyaba la perestroika aunque no desarrolló cambios conducentes a hacer efectiva su aplicación en el país. Y de la glasnost ni qué decir, toda vez que el abordaje de determinados temas, como lo sucedido en la primavera de Praga, estaba vedado y nadie se atrevía a discutir abiertamente ese acontecimiento. Empero, en 1988 y 1989 se produjeron manifestaciones pacíficas y silenciosas con velas para recordar ese hecho, que fueron reprimidas por la policía.
Del día del estudiante al colapso del gobierno comunista
El descontento en torno al régimen aumentaba y las noticias sobre los sucesos en otras partes de Europa Central y Oriental animaron a la población a presionar al gobierno. El pretexto fue el día del estudiante, que se celebra cada 17 de noviembre. En Checoslovaquia se recordaba en particular, el asesinato de estudiantes a manos de la Alemania nazi en los tiempos de la segunda guerra mundial. Así las cosas, el 16 de noviembre de 1989 en la víspera del 50° aniversario de la muerte del estudiante Jan Opletal a manos de los alemanes, los estudiantes universitarios y preparatorianos se manifestaron de manera pacífica en Bratislava, la hoy capital de Eslovaquia. Las autoridades estaban preocupadas porque veían el activismo de las sociedades en los países vecinos y temían que la marcha estudiantil desencadenara algo mayor, por lo que pusieron en alerta máxima a las fuerzas armadas. Los estudiantes enviaron una representación al Ministerio de Educación de Eslovaquia a fin de dar a conocer sus demandas. Al día siguiente, el varias veces excarcelado escritor Václav Havel encabezó una de diversas manifestaciones en Praga, mientras los estudiantes se congregaban para protestar, de nuevo, de manera pacífica. La policía los reprimió y el gobierno buscó desprestigiar el movimiento, por lo que apareció un estudiante muerto que a la postre se supo que ni era estudiante, ni estaba muerto, sino que era un provocador. Mientras tanto en Moscú se sabe que Gorbachov simpatizaba con la idea de un cambio de régimen en Checoslovaquia, pero todo parece indicar que no intervino para favorecer la caída de los comunistas. Con todo, hay algunos hechos sorprendentes que hacen de la revolución de terciopelo un evento un tanto cuanto extraño, como se explicará más adelante.
Desde los sucesos del 17 de noviembre, la situación empeoró para el gobierno checoslovaco porque la sociedad empezó a participar en las protestas y a ella se sumaron diferentes organizaciones de trabajadores, artistas e intelectuales. Huelgas con una duración determinada –dos horas, cuatro horas-, se producían periódicamente por todo el país. Para el 28 de noviembre, la jefatura de Partido Comunista anunció el fin del sistema monopartidista y el 10 de diciembre Gustáv Husák renunció, no sin antes integrar el primer gobierno no comunista desde 1948. El célebre Alexander Dubcek –quien tuvo que dejar el poder tras la Primavera de Praga-, fue electo vocero del Parlamento el 28 de diciembre y Havel se convirtió en Presidente al día siguiente.
Y para los que gustan de la teoría de la conspiración…
Para algunos, la revolución de terciopelo fue un acontecimiento ejemplar, mediante el cual se depuso al régimen comunista gracias al activismo de la sociedad. En contraste con otros países –sin llegar a los extremos de lo ocurrido en Yugoslavia donde la desintegración del país fue extremadamente violenta-, la transición en Checoslovaquia fue muy tersa y suave, como el terciopelo. Sin embargo, otros piensan que es muy extraña la forma en que sucedieron los hechos y al igual que en el caso del 11 de septiembre de 2001, evento que muchos explican a partir de la tesis del auto-atentado, la revolución de terciopelo pareciera producto de algo perfectamente planeado.
Por ejemplo, Havel siempre dijo, mientras entraba y salía de la cárcel, que a él no le interesaba la política, pese a lo cual devino en Presidente del país. Asimismo, aunque las fuerzas armadas fueron puestas en alerta máxima a lo largo de la revolución de terciopelo, nunca se dio la orden para reprimir a los manifestantes. En tercer lugar, como se explicaba en líneas precedentes, el 17 de noviembre aparentemente murió un estudiante, pero posteriormente se supo que la persona en cuestión trabajaba para los servicios secretos del Estado. Llama mucho la atención que al día siguiente, una comitiva de estudiantes acudió a la oficina del Primer Ministro a “explicarle” lo del estudiante muerto. Asimismo, la policía secreta evidentemente tenía “fichados” a los cabecillas del movimiento y pudo haberlos arrestado, pero nunca lo hizo.
Sin embargo, de haber sido una conspiración, hay muchas cosas que no tendrían explicación, por ejemplo, la partición del país en 1992, algo que Havel no quería. Por otra parte no hay que olvidar que Checoslovaquia nació de las cenizas del Imperio Austro-Húngaro y que la democracia floreció en el nuevo país, hasta que el infame Pacto de Munich posibilitó la invasión Alemana en víspera de la segunda guerra mundial. Posteriormente, con la liberación desarrollada por la URSS, los comunistas llegaron al poder. En 1968, los deseos de democratización nuevamente fueron truncados. Esta breve semblanza histórica revela que los checoslovacos tienen memoria histórica y que aun cuando apenas vivieron pinceladas de democracia, buscaron concretarla. Asimismo, con todo lo que ocurría en los países vecinos en la segunda mitad de los 80, es difícil imaginar que los comunistas se hubieran podido sostener por mucho más tiempo en Checoslovaquia.
Para terminar, hay un suceso que no hay que olvidar, porque es relevante para la historia de Checoslovaquia: la muerte de Alexander Dubcek, quien sufrió un extraño accidente automovilístico el 1° de septiembre de 1992, justo a unos días de declarar, como testigo clave, contra diversos oficiales del KGB. En el coche en que iba, portaba documentos sumamente importantes en un portafolio que tras el accidente, curiosamente desapareció. Dubcek ya no se recuperó y falleció el 7 de noviembre a consecuencia de las heridas provocadas por este percance.
- María Cristina Rosas es Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
https://www.alainet.org/es/articulo/137781?language=en
Del mismo autor
- Epidemias, pandemias y cultura popular 13/10/2020
- España y el coronavirus 02/10/2020
- Perú y el coronavirus 03/09/2020
- México, Argentina y el coronavirus 31/08/2020
- Suecia y el coronavirus 05/08/2020
- La sucesión en el BID: El juego “rudo” de EEUU 21/07/2020
- Rusia y el coronavirus 15/07/2020
- Los museos y el coronavirus 01/07/2020
- El café en el mundo del siglo XXI: Los retos para México 26/06/2020
- Estados Unidos y el coronavirus 16/06/2020