Obama no califica para recibir el Premio Nobel

18/10/2009
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Washington D. C.- El pasado 5 de octubre, el Comité Noruego del Premio Nobel designó al Presidente de Estados Unidos Barack Hussein Obama II como beneficiario del Premio Nobel de la Paz 2009. El mandatario estadounidense reaccionó con sorpresa ante el anuncio, señalando que considera inmerecido el galardón, si bien viajará a Noruega en diciembre para recibir la distinción. Asimismo, los poco más de 1.4 millones de dólares correspondientes al premio monetario que acompañan al galardón, Barack Obama los canalizará a obras de caridad, según su propio testimonio.
 
La noticia ha desatado reacciones de sorpresa, tanto positivas como negativas. Para algunos, es muy apresurado dar un premio de esa envergadura al presidente Obama, dado que ni siquiera ha cumplido un año al frente de la primera magistratura de Estados Unidos y aunque parece una persona bien intencionada, depende a final de cuentas, de las decisiones del Congreso, prácticamente en todos sus ámbitos de acción para poder gobernar. En segundo lugar, con motivo de la crisis internacional en marcha, el mandatario estadounidense ha debido atender primordialmente la problemática interna ante la quiebra de empresas y bancos, el desempleo y, de manera más reciente, el debate sobre el seguro médico para la población. Ante la importancia de estos temas no le queda mucho espacio ni tiempo al flamante 44º Presidente de Estados Unidos, para contribuir a la solución de los problemas del mundo. Cierto, desde que era candidato a la Presidencia habló de la importancia de un mundo libre de armas nucleares, discurso que ha mantenido al día de hoy, el cual, por lo visto, fue un elemento de gran peso para el Comité Noruego del Premio Nobel, a la hora de decidir a quién dar el codiciado galardón.
 
Hay quienes sugieren que la “caballada estaba flaca” y que seguramente es por eso que se optó por darle el galardón a Obama. Sin embargo, esa no es una apreciación correcta, toda vez que este año se hicieron 205 nominaciones, tanto de individuos como de instituciones. Un buen número de los nominados tenían, si no el “premio en la bolsa”, fuertes posibilidades de obtener la distinción, entre ellos, el disidente chino Hu Jia; el Primer Ministro de Zimbabwe, Morgan Tsvangirai; la Doctora Sima Samar, titular de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán; y la Senadora colombiana, activista de derechos humanos, Piedad Córdoba, entre otros. Cada uno de estos personajes tenía méritos suficientes para recibir el Premio Nobel de la Paz, aunque, es importante señalar, como se explicó en una entrega previa, a propósito de la iniciativa para nominar a Michael Jackson de manera póstuma (etcétera,7 de agosto de 2009), que hay criterios políticos en su asignación.
 
En general, el premio se otorga a una persona en atención a la causa y/o el proceso que ha desencadenado, el cual, invariablemente, debe estar relacionado con la paz, el bienestar de los pueblos, la reconciliación nacional, y/o la solución de conflictos. Lo mismo aplica para organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales. Así, el Comité Noruego del Premio Nobel considera que Barack Obama ha desencadenado un proceso de distensión que contribuirá a la paz mundial, específicamente en el rubro del desarme nuclear.
 
El Presidente estadounidense afirma que la eliminación de las armas nucleares será un elemento central en la política nuclear de Estados Unidos durante su mandato. Inclusive, ha dejado entrever la posibilidad de someter a consideración del Congreso estadounidense la ratificación del Tratado para la Prohibición Total de los Ensayos Nucleares (CTBT), inicialmente rechazado por el Senado del vecino país del norte en 1999.
 
Parte de la premura de Obama en torno al tema de la desnuclearización, se explica porque la vigencia del Tratado de las Pláticas sobre Reducción de Armas Estratégicas (START) I, vencerá el próximo 5 de diciembre, si bien, el mandatario estadounidense ha venido negociando con su contraparte ruso Dmitri Medvedev, la renovación y profundización del mismo. De hecho, el pasado 6 de julio, el mandatario de EU suscribió con el Presidente ruso Medvedev un acuerdo preliminar para reducir las armas nucleares “activas” de 1,675 a 1,500 (hay variaciones en las cifras dependiendo de lo que los dos países decidan incluir en sus inventarios), como parte del proceso encaminado a la renovación y ampliación del tratado ya referido.
 
Para darle un mayor impulso político a la desnuclearización, el gobierno que preside Obama patrocinó una resolución en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el pasado 24 de septiembre, en la que se plantea abiertamente buscar la manera de crear un mundo libre de armas nucleares. Francamente es muy refrescante que en el órgano más importante de la ONU se hable sobre la desnuclearización, luego de la manera en que actuó la administración de George W. Bush, bloqueando cualquier iniciativa de desarme, en general, y la desnuclearización en particular.
 
La reunión del Consejo de Seguridad ya referida fue extraña, presidida por Obama, y por todos los Jefes de Estado y/o de gobierno de los miembros permanentes y no permanentes del Consejo de Seguridad, con la excepción de Libia. Este hecho le imprimió mayor solemnidad y compromiso a los negociadores estadunidenses y rusos para tener una versión corregida y aumentada del tratado START a la brevedad.
 
Todo esto es muy positivo, pero hay un pequeño detalle en torno a la adjudicación del Premio Nobel de la Paz a Barack Obama si se toma al pie de la letra lo dispuesto por Alfredo Nobel en su testamento. Nobel afirmó textualmente que el citado galardón se debe entregar a la persona (o institución) que durante el año precedente (…) haya desempeñado el mejor trabajo a favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos permanentes y el mantenimiento o promoción de congresos sobre la paz.
 
Si se desea cumplir con la voluntad de Alfredo Nobel, entonces la distinción otorgada a Barack Obama no procede, por las razones que se presentarán a continuación: primero, porque la fecha para nominar candidatos al citado galardón, concluye el 1º de febrero del año en que se otorgará la distinción (Barack Obama asumió la presidencia el 20 de enero del año en curso, por lo que resulta extraño que se le haya nominado -si es que se respetó la fecha límite del 1º de febrero- a 12 días de asumir el cargo: evidentemente en sus primeros 12 días el Presidente estaba más preocupado por la integración y ratificación de los miembros de su gabinete, que por el desarme nuclear).
   
En segundo lugar, Alfredo Nobel enfatizaba, en su testamento, que el galardonado deberá haber trabajado a favor de la paz en el año anterior: sin embargo, en 2008 Obama era candidato presidencial, además de aparecer como una figura con muy poca experiencia en los temas internacionales –razón, entre otras, por la que eligió como compañero de fórmula al experimentado Joseph Biden. Ciertamente en 2008, Obama hizo muy poco por la paz mundial, y si bien criticó a los republicanos por la situación en Irak, convocando a un retiro de las tropas estadunidenses –proceso iniciado, irónicamente, por George W. Bush-, también hizo saber a la opinión pública mundial que su prioridad es la lucha contra el terrorismo y reforzar la presencia militar de EU en Afganistán, actitud, a todas luces, militarista.
 
En tercero y no menos importante lugar, si el Comité Noruego del Premio Nobel está premiando a Obama por impulsar el desarme nuclear, y en particular, la renovación del tratado START, entonces el galardón lo debería compartir con el Presidente de Rusia, Dmitri Medvedev, cuya gestión es tan importante como la del mandatario estadounidense para tener un tratado START renovado antes de que acabe el año.
 
Por lo anterior, Obama no califica para recibir el Premio Nobel de la Paz, y el Comité Noruego del Premio Nobel está violentando el espíritu del galardón, al no tomar en cuenta -tal y como deseaba Alfredo Nobel-, la manera en que se le debe adjudicar. Fue una decisión apresurada, que muy posiblemente busca “premiar” no tanto a Obama, sino a la población estadunidense por haber repudiado a la intolerante y militarista administración republicana que le antecedió, en los comicios presidenciales del año pasado. Pero no es así como se deben hacer las cosas. El Comité Noruego del Premio Nobel debió esperar por lo menos un año más, a que Obama tuviera en la mano la versión renovada del tratado START, porque por ahora no tiene más que un montón de discursos y buenos deseos a favor de la paz. Y de buenas intenciones no vive la humanidad. Además: es con las buenas intenciones que está pavimentado el camino al infierno…
 
- María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
https://www.alainet.org/es/articulo/137150
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