¿Es posible escribir tan bien y pensar tan mal?

Cuestiones inexplicables: Mario Vargas Llosa

04/10/2009
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“Pensé que trabajaríamos juntos en el único trabajo que vale la pena. Pero no resultó…esa condenada inteligencia tuya…Tan capaz y tan retorcida…” (De “Mercaderes del Espacio”; Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth).
 
Para los millones de pobres que hoy pueblan las tierras de América Latina, la segunda independencia es una luz de esperanza.
 
Es detrás de ese objetivo a ultranza que las figuras de Estado parecen haberse alineado en estos tiempos que corren. Con sus diferencias y llevando a cuestas distintas problemáticas que condicionan sus acciones, varios líderes de América del Sur piensan en ideales postergados casi durante 200 años.
 
Se nota en los guiños cómplices que intercambian en cuanta reunión regional los convoca. Se manifiesta en el lenguaje coloquial que expresa palabras largamente esperadas. También en los problemas que no temen encarar y en los nuevos –y viejos- enemigos que ya no temen enfrentar.
 
Esta conducta que caracteriza a los nuevos vientos de la política regional es aplaudida por muchos y enfrentada por otros, pero también genera curiosas preguntas acerca de algunos a quienes por capacidad e historia personal se los encuentra inexplicablemente del lado equivocado al que podría habérseles atribuido previamente.
 
Mario Vargas Llosa es un ejemplo entre estos últimos. Escritor de capacidad brillante, con un talento supremo para generar y escribir ficciones, no parece que se le pudiera atribuir, a priori, la capacidad de representar golpismos y de ser difusor de ideas retrógradas.
 
Sin embargo, así es. Mal que nos pese a todos, Mario Vargas Llosa forma parte del conjunto de prestigiosos “intelectuales libres”, entregados a la causa antipopular.
Cuestión curiosa. Hablamos del mismo Vargas Llosa que en 1967, en ocasión de recibir el Premio Internacional de Novela “Rómulo Gallegos”, por La Casa Verde, invocaba los conceptos progresistas.
 
“Pero dentro de diez, veinte o cincuenta años habrá llegado a todos nuestros países -como ahora a Cuba- la hora de la justicia social y América Latina entera se habrá emancipado del imperio que la saquea, de las castas que la explotan, de las fuerzas que hoy la ofenden y reprime”.
 
“Yo quiero que esa hora llegue cuanto antes y que América Latina ingrese de una vez por todas en la dignidad y en la vida moderna, que el socialismo nos libere de nuestro anacronismo y nuestro horror.”
 
La cuenta no es difusa: han pasado 42 años de sus palabras y, sin embargo, cuando su profecía insiste en mantener la esperanza, algo inexplicable ha causado que Vargas Llosa apoye al imperio que saquea y a las castas que explotan.
 
Parece que no es la hora de la justicia social sino de “dictaduras comunistas”. Tampoco es tiempo de postergados sino de gobiernos que “se manejan por control remoto desde Caracas”.
 
¿Y qué del socialismo que debía liberarnos? Pues ha mutado a peligro: “El proyecto de expansión del Socialismo del XXI, promovido por Chávez es la mayor amenaza para libertad y la democracia en la historia de América Latina”. Palabras que tienden a confundir a la República Bolivariana con alguna clase de Reich latinoamericano.
 
En sus dichos resulta notable la ausencia de crítica a la invasión de Irak; de Afganistán; a las torturas de Guantánamo. En su lugar, Vargas Llosa parece reencarnar a aquellos olvidables personajes que hace 200 años hicieron naufragar los ideales de Bolívar y San Martín, causando el retraso y el sufrimiento de todo un hemisferio.
 
Todo parece estar al revés: hoy Cuba le causa “una profunda tristeza”, por ser “la dictadura más larga de América”; Morales “utiliza el indigenismo y no es un presidente democrático” –cabe acotar a los desprevenidos que Evo Morales no gana elecciones sino que arrasa en ellas-; y llama a solidarizarse con quienes “resisten a Chávez”. Tampoco zafa Rafael Correa quien a los ojos de Don Mario “es un demagogo”, “un populista” que va a causar una catástrofe económica con su política”.
 
No hay críticas para Alan García –el mismo que masacra pueblos originarios simplemente porque habitan sobre yacimientos de petróleo- y hay elogios para Felipe Calderón y sus técnicas contrainsurgentes disfrazadas de antinarcotráfico.
 
El Vargas Llosa de hoy es el que lamenta la falta de compromiso de los intelectuales latinoamericanos en la política actual. Sólo los reconoce por su "exceso de tibieza".
Se puede ser como Galeano; como era Benedetti; como es Chomsky (por suerte la inteligencia carece de pasaportes); como era Neruda; como es “el Gabo”, como era Martí. ¿Puede señalarse a ellos, los de antes y los de hoy, por su exceso de tibieza?
 
Mario Vargas Llosa recorrió una larga trayectoria política, en la que se acercó a casi todas las corrientes ideológicas en boga, y en cada caso las ha defendido con vehemencia. Hoy, pasados los 70 años, el fervor en su defensa del neoliberalismo y el conservadurismo ideológico latinoamericano lo convierte, quizás, en el más controvertido y polémico escritor de su generación.
 
Resulta hasta de mal gusto criticar a alguien –sea quién fuere- por sus ideas. No es esa la intención y tampoco la cuestión. La incógnita radica en no poder comprender cómo una mente brillante insista en convertirse en paladín de causas tan petrificadas.
Y eso convierte al interrogante en un lamento, más que en un ataque.
 
 
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de la Plata, Argentina. 
https://www.alainet.org/es/articulo/136795

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