Los movimientos sociales y populares tienen la palabra
08/09/2009
- Opinión
Objetivos y luchas comunes, denuncias y confluencias mueven la agenda de movimientos y organizaciones sociales. El pensamiento contrahegemónico desmonta las múltiples expresiones de la dominación y se pone en diálogo con las nuevas prácticas antisistémicas, que devienen alternativas más justas y sustentables .
El VIII Taller sobre Paradigmas Emancipatorios, convocado por GALFISA y el CMLK, fue un espacio de intercambio entre quienes hacen cotidianamente más tangible el proyecto de “otros mundos posibles.”
Mesas de discusión, debates grupales e intercambios de experiencias, centraron la atención en diversos temas sobre los que gira la situación mundial y sobre todo regional.
Militarización y estrategia hegemónica imperialista
América Latina y el Caribe viven una escalada de militarización por parte del imperialismo que, aunque no es nueva, su reforzamiento pone de manifiesto una ofensiva reaccionaria y contrarrevolucionaria, que pretende derrotar los procesos de transformación, búsqueda de la justicia y emancipación nacional y continental.
Esta estrategia imperialista ha sufrido cambios significativos después de la guerra de Vietnam, debido a la constante utilización de la innovación tecnológica. Maniobras como el Plan Colombia, la IV Flota, el golpe de Estado en Honduras y otras acciones militares con armamentos altamente desarrollados, no solo vigilan las acciones populares, sino que siguen preparando el terreno para satanizar, criminalizar y aniquilar la lucha de izquierda.
Las bases militares en Colombia intentan legitimar la presencia estadounidense en la región. Su propósito real son los cambios sociales, la unidad de nuestro movimiento y el proceso de integración latinoamericano, aunque traten de disimularlo bajo la llamada doctrina de seguridad democrática, para combatir el narcotráfico, el terrorismo y la emigración descontrolada.
La militarización no se reduce a los efectivos y medios bélicos, abarca también la detención y asesinato de líderes, la masacre contra la población civil, con lo que han instaurado un clima de terror, al igual que con la intervención de grupos paramilitares, mercenarios, contratistas privados, servicios de inteligencia, multinacionales y el poder mediático, cuya tarea ha sido la desinformación para contribuir a avalar la intervención de la fuerza militar y la despolitización de grupos poblacionales.
En esas circunstancias, los movimientos sociales y populares han convertido a la lucha contra la guerra, las bases y las armas, en parte de sus acciones de denuncia y análisis tanto a nivel local, nacional, hemisférico e internacional. El protagonismo popular en Vieques, Manta, Venezuela, Brasil y Honduras, son algunos de los ejemplos más recientes, de lo que se puede lograr si nos juntamos voces y energías a favor de la desmilitarización.
Pero hay que seguir avanzando por ese camino, para lo que resulta vital monitorear y socializar informaciones, estar alertas con los entramados imperiales que sirven de pretextos a la dominación. Ninguna voz es débil para denunciar las consecuencias que en el ámbito social, ecológico y de derechos humanos tiene este fenómeno.
Nuestras espiritualidades, creencias, teologías…
Esta estrategia imperialista ha sufrido cambios significativos después de la guerra de Vietnam, debido a la constante utilización de la innovación tecnológica. Maniobras como el Plan Colombia, la IV Flota, el golpe de Estado en Honduras y otras acciones militares con armamentos altamente desarrollados, no solo vigilan las acciones populares, sino que siguen preparando el terreno para satanizar, criminalizar y aniquilar la lucha de izquierda.
Las bases militares en Colombia intentan legitimar la presencia estadounidense en la región. Su propósito real son los cambios sociales, la unidad de nuestro movimiento y el proceso de integración latinoamericano, aunque traten de disimularlo bajo la llamada doctrina de seguridad democrática, para combatir el narcotráfico, el terrorismo y la emigración descontrolada.
La militarización no se reduce a los efectivos y medios bélicos, abarca también la detención y asesinato de líderes, la masacre contra la población civil, con lo que han instaurado un clima de terror, al igual que con la intervención de grupos paramilitares, mercenarios, contratistas privados, servicios de inteligencia, multinacionales y el poder mediático, cuya tarea ha sido la desinformación para contribuir a avalar la intervención de la fuerza militar y la despolitización de grupos poblacionales.
En esas circunstancias, los movimientos sociales y populares han convertido a la lucha contra la guerra, las bases y las armas, en parte de sus acciones de denuncia y análisis tanto a nivel local, nacional, hemisférico e internacional. El protagonismo popular en Vieques, Manta, Venezuela, Brasil y Honduras, son algunos de los ejemplos más recientes, de lo que se puede lograr si nos juntamos voces y energías a favor de la desmilitarización.
Pero hay que seguir avanzando por ese camino, para lo que resulta vital monitorear y socializar informaciones, estar alertas con los entramados imperiales que sirven de pretextos a la dominación. Ninguna voz es débil para denunciar las consecuencias que en el ámbito social, ecológico y de derechos humanos tiene este fenómeno.
Nuestras espiritualidades, creencias, teologías…
La Educación popular es uno de esos paradigmas que impulsan la participación activa, que le da sustento a la ciudadanía y a su rol transformador en la sociedad. Lo mismo sucede con la Teología de la Liberación, que aporta otra manera de entender y practicar la fe y la vocación de servicio de las iglesias. Desde los postulados bíblicos también se busca más justicia y equidad para los pueblos.
La Biblia ha sido y es usada para oprimir, pero también puede impulsarnos a romper dogmas, límites, como legítimo instrumento de liberación, a través de su lectura popular, desde las respectivas identidades y contextos. Ese es el compromiso de los procesos evangélicos apegados a la justicia social y a las luchas populares.
Otra expresión de la espiritualidad está vinculada al vivir bien andino, que no tiene nada que ver con el concepto de buena vida que ha promovido occidente, irrespetando los límites de la naturaleza a la que nos debemos. El capitalismo no ha demostrado ser una opción a favor de la vida, más bien una amenaza.
Urge entablar otras relaciones con el medio ambiente, recuperar el diálogo que los pueblos tradicionales han mantenido con la madre tierra y asumir un nuevo horizonte de vida, desde una noción pluricultural, incompatible con “las lógicas del mercado y con la fragmentación del mundo.”
“La lucha de los/as indígenas no sólo es anticapitalista, ha sido antisistémica desde su existencia. De Europa nos vino toda su cultura (lo jurídico, lo económico, lo social), es por eso que las constituciones de Bolivia y Ecuador son un paso de avance” al revalorar la riqueza de la herencia cultural de sus pueblos originarios.
El despojo a los pueblos indígenas del continente no es página del pasado. Todavía hoy son blanco de agresiones para arrebatarles sus tierras y territorios, sus recursos naturales, e incluso el patrimonio cultural. Detrás de esas violaciones están las empresas transnacionales en complicidad con los estados neoliberales de diversos países.
Acompañar solidariamente a las hermanas y hermanos de Abya Yala, es parte de esa ética esperanzadora, que une a gente de creencias diversas, pero con una misma inspiración de paz para todos.
La Biblia ha sido y es usada para oprimir, pero también puede impulsarnos a romper dogmas, límites, como legítimo instrumento de liberación, a través de su lectura popular, desde las respectivas identidades y contextos. Ese es el compromiso de los procesos evangélicos apegados a la justicia social y a las luchas populares.
Otra expresión de la espiritualidad está vinculada al vivir bien andino, que no tiene nada que ver con el concepto de buena vida que ha promovido occidente, irrespetando los límites de la naturaleza a la que nos debemos. El capitalismo no ha demostrado ser una opción a favor de la vida, más bien una amenaza.
Urge entablar otras relaciones con el medio ambiente, recuperar el diálogo que los pueblos tradicionales han mantenido con la madre tierra y asumir un nuevo horizonte de vida, desde una noción pluricultural, incompatible con “las lógicas del mercado y con la fragmentación del mundo.”
“La lucha de los/as indígenas no sólo es anticapitalista, ha sido antisistémica desde su existencia. De Europa nos vino toda su cultura (lo jurídico, lo económico, lo social), es por eso que las constituciones de Bolivia y Ecuador son un paso de avance” al revalorar la riqueza de la herencia cultural de sus pueblos originarios.
El despojo a los pueblos indígenas del continente no es página del pasado. Todavía hoy son blanco de agresiones para arrebatarles sus tierras y territorios, sus recursos naturales, e incluso el patrimonio cultural. Detrás de esas violaciones están las empresas transnacionales en complicidad con los estados neoliberales de diversos países.
Acompañar solidariamente a las hermanas y hermanos de Abya Yala, es parte de esa ética esperanzadora, que une a gente de creencias diversas, pero con una misma inspiración de paz para todos.
https://www.alainet.org/es/articulo/136228?language=es
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